Judíos ortodoxos de Nueva York rechazan restricciones para frenar la pandemia

Están decididos a desafiar el límite de 10 personas por sinagoga impuesto por el gobernador del estado de Nueva York: en el barrio de Borough Park de Brooklyn, parte de la comunidad judía ortodoxa se está rebelando contra las restricciones destinadas a sofocar un nuevo brote del covid-19.

El viernes, último día de la fiesta religiosa de Sucot, marcó la fecha límite para la entrada en vigor de las restricciones anunciadas el martes por el gobernador demócrata Andrew Cuomo. Además del máximo de 10 personas por sinagoga y otros lugares de culto, también se fija el cierre de los negocios no esenciales.

Pero algunos miembros de la comunidad judía ortodoxa, incluidos muchos partidarios del presidente republicano, Donald Trump, estaban decididos a no respetar las restricciones. 

El gobernador «no entiende que toda nuestra vida está hecha de oración y estudio de la Biblia. Hacemos lo que tenemos que hacer», dijo uno de ellos a la AFP, dando sólo su nombre de pila, Moisés, frente a la sinagoga Anshei Sfard, una de las muchas que hay en el barrio.

A pocas cuadras, Abraham, de 50 años, también rechaza las medidas impuestas.

«¿Qué va a hacer? ¿Traer a su policía y cerrar todas las sinagogas del vecindario? Hay unas 500«, dice. 

Manifestaciones

Esta hostilidad de una parte de la comunidad ortodoxa ha dado lugar a varias protestas. Han quemado máscaras en la calle y un periodista fue golpeado por los manifestantes que cantaban «Jewish Lives Matter» (las vidas de los judíos importan), haciéndose eco del movimiento antirracista «Black Lives Matter» (las vidas de los negros importan) que agita grandes ciudades estadounidenses.  

Borough Park es parte de un área al sur de Brooklyn clasificada como «zona roja» por las autoridades por su tasa alta tasa de casos confirmados. 

La tasa varía según el vecindario, pero Borough Park está cerca del 9%, comparado con el 1.16% de toda la ciudad de Nueva York.

Muchos barrios con tasa elevada de positivos tienen una importante comunidad judía ortodoxa y han celebrado recientemente reuniones para conmemorar las fiestas de Rosh Hashaná y Yom Kipur.

Sobre la base de estas tasas actualizadas diariamente, las autoridades estiman que las restricciones son esenciales para evitar que la epidemia se extienda al resto de la ciudad -la más grande de Estados Unidos con unos 8,4 millones de habitantes-, que ha registrado 24,000 muertes por coronavirus desde marzo.

Pero algunos judíos ortodoxos ven estas medidas como estigmatizantes. «Como siempre, eligen un blanco fácil, los judíos«, dice Jacob Fuchs, de 40 años.

Tensiones políticas

Algunos creen que las autoridades demócratas de la ciudad los tienen en la mira porque muchos en esta comunidad apoyan a Trump, quien buscará un segundo mandato en las presidenciales del 3 de noviembre.

«El 90% de la gente aquí vota por Trump. Intentan impedir que votemos», dice un hombre que se niega a dar su nombre.

El opositor a las restricciones más famoso del barrio es Heshy Tischler, un conocido locutor de radio y partidario de Trump.

Esta semana arengó a los manifestantes y el viernes tuiteó un video en el que decía que esperaba ser arrestado el lunes por incitar a la violencia durante la protesta en la que el periodista fue atacado.  

Entre las tensiones políticas que traen las elecciones, el gobernador Cuomo acusó a Trump el viernes de «agitar a la comunidad ultraortodoxa de Brooklyn».

Una organización judía ortodoxa impugnó las restricciones en un tribunal federal en nombre de la libertad religiosa. Pero fue desestimada el viernes, con el juez Kiyo Matsumoto dictaminando que «el covid trasciende las fronteras raciales, religiosas y económicas».

El alcalde de Nueva York, el demócrata Bill de Blasio, sin embargo, señaló que la resistencia a las restricciones proviene de una parte «marginal» de la comunidad.

El miércoles, una declaración firmada por más de 450 rabinos y líderes de la comunidad judía pidió apoyo al gobernador.

Incluso en Borough Park, la mayoría de los negocios no esenciales parecían dispuestos a cumplir las órdenes del gobernador el viernes, permaneciendo cerrados. Sin embargo, la AFP vio a dos inspectores municipales ordenar a una tienda de lencería que cerrara sus puertas.

En tanto, la mayoría de los habitantes del vecindario portaban mascarillas cuando iban, como es costumbre, a celebrar el Sucot.

Voluntarios enviados por la ciudad ofrecieron mascarillas a los que no llevaban. «La mayoría de ellos son muy receptivos», dijo Gina Mack, que supervisó la distribución.