Instalación en centro de El Cairo de cuatro esfinges crea polémica

En la emblemática Plaza Tahrir de El Cairo, conocida por sus monstruosos atascos, la instalación de cuatro esfinges hace pocos días trasladadas desde su sitio original en Luxor (sur) crea polémica en Egipto, en tanto se espera a que sean mostradas oficialmente al público.

De unos 3,500 años de antigüedad, las esfinges con cabeza de carnero y cuerpos de león han ornado durante muchísimo tiempo al templo de Karnak, consagrado al dios Amón, una de las principales divinidades del panteón egipcio. 

Su traslado, a comienzos de mayo, a la plaza Tahrir, epicentro de la revuelta popular de 2011, ha provocado malestar entre muchos habitantes de Luxor. 

«Estoy en contra del traslado de las estatuas. Me entristece», lamenta Ahmed Idriss, diputado de la gobernación de Luxor. 

«Luxor es un museo a cielo abierto que habría que haber desarrollado, puesto que el valor de sus monumentos está vinculado a su ubicación histórica», añade.

Las cuatro piezas en arenisca fueron colocadas alrededor de un obelisco en granito rosa con tres milenios de antigüedad, que cuenta con una representación de Ramsés II, faraón de la 19ª dinastía (1301-1236 a.C.). 

Éste, por su parte, había sido transportado meses atrás desde el sitio arqueológico de Tanis, en el delta del Nilo.

«Objetos inestimables»

Este proyecto urbanístico, lanzado por las autoridades en 2019, ha provocado la furia de arqueólogos, activistas y académicos universitarios, sobre todo a causa de la exposición de estas piezas antiguas a la contaminación y erosión. 

A finales de 2019, una solicitud para detener las obras fue enviada al presidente Abdel Fatah al Sisi. 

Apoyándose en la Convención de Venecia (1964) para la restauración y preservación de monumentos, los abogados del Centro egipcio de derechos económicos y sociales (CECA), una oenegé local, han iniciado un procedimiento judicial denunciando la puesta en peligro de «objetos inestimables».

La Convención de Venecia fue adoptada por la Unesco en 1974, y firmada ese mismo año por Egipto.

«La gran contaminación que hay en la plaza Tahrir degradará los objetos (antiguos)», que así corren peligro de perder su valor histórico, advirtió en la red Facebook la egiptóloga Monica Hanna. 

En pleno corazón de la capital egipcia, la plaza Tahrir está con frecuencia llena de atascos y humo de los tubos de escape de los vehículos.

Tahrir alberga a varios edificios importantes, entre ellos el Museo egipcio, muy popular entre los turistas, donde se exponen miles de objetos antiguos, y el «Mogamma», una enorme construcción de estilo soviético en la que hay servicios administrativos.

Precisamente, era frente al «Mogamma» donde se reunían durante enero y febrero de 2011 los manifestantes de la revuelta que derrocó a Hosni Mubarak, tras 30 años en el poder. 

En diciembre Al Sisi anunció que el traslado a la plaza de las estatuas le brindaría un «toque de civilización». 

Sin embargo, «Tahrir», que significa «Liberación», no carece de historia, recuerda el arquitecto Ayman Badr. 

«La plaza no necesita ser decorada con elementos históricos (…) Su valor histórico radica en su propia memoria», considera.

Además, las autoridades prevén unificar el colorido de las fachadas de los edificios que rodean la plaza, aumentar la iluminación y reducir el número de carteles publicitarios. 

Ante el temor de que las estatuas sean vandalizadas, el ministro de Turismo, Jaled al Enany, señaló que fueron construidos pedestales «para que nadie alcance a tocarlas», y aseguró que estos nuevos monumentos de la plaza serán mantenidos con regularidad.

Atractivo

La fecha de inauguración del nuevo conjunto es una incógnita: las esfinges y el obelisco esperan guardados en sus embalajes. 

El patrimonio egipcio constituye un importante atractivo y fomenta el turismo, vital para la economía del país. 

Como en casi todo el mundo, este sector –que representa el 5% del PIB egipcio–, se ha paralizado por la pandemia de coronavirus. 

Pese a los argumentos oficiales, Badr sigue desconcertado sobre la justificación del nuevo diseño de la plaza.

A su parecer, las esfinges y el obelisco estarán «eclipsados» por las imponentes construcciones que rodean la plaza. 

Mahmud Zaki, guía turístico en Luxor, considera que los opositores al proyecto «no se dan cuenta» de la gloria que representan estas obras en «la plaza más famosa de Egipto». 

Opinión compartida por el egiptólogo Ali Abu Deshish: «no tiene sentido que haya obeliscos egipcios en plazas de medio mundo y no haya ninguno en Tahrir».