Humala y las sorpresas de la arena política

JUAN MANUEL RODRIGUEZ2Juan Manuel Rodríguez G.


 

Ollanta Humala era un nombre que pocas veces se había escuchado en los medios internacionales, hasta su primera candidatura en el 2006, en Perú, cuando en la primera vuelta obtuvo el mayor porcentaje de votos; pero luego de la segunda vuelta, le ganó -según él por un plan político en su contra orquestado por Alejandro Toledo- su opositor Alan García.

En las siguientes elecciones del 2011, Humala volvió a presentarse como candidato, con una influencia obvia de la izquierda y con Hugo Chávez como padrino solapado. En una de las encuestas más respetables realizadas en Perú, se indicaba que a un mes y 11 días de los comicios presidenciales, no existía tendencia de un vencedor en la primera vuelta electoral. Es más, el análisis colocó a Alejandro Toledo como el vencedor, con el 30 por ciento de la intención de voto.

Keiko Fujimori, hija del controversial expresidente peruano, era la segunda favorita, y Humala aparecía hasta en una cuarta posición, con apenas 11 puntos porcentuales.

El desarrollo de esa campaña electoral pasó de aburrido a sorpresivo, creando un efecto directamente proporcional entre la caída de la bolsa y la moneda peruana, y el ascenso de Humala como el candidato favorito del electorado. Y al fin y al cabo, Humala se convertiría en el 94o. presidente de Perú.

¿Quién diría? El sur está cada vez más a la izquierda y nosotros, los del centro, podríamos ir igual, con un norte cada vez menos fuerte o más ausente. El punto es que las encuestas colocaban a Humala, el eventual ganador, en un cuarto, ¡cuarto! lugar…

Jorge Carpio Nicolle participó en dos procesos electorales en nuestro país, y en ambas oportunidades, según las encuestas, se le calificaba como el ganador. En un debate que parecía planeado, Jorge Serrano Elías se presentaba como candidato presidencial y, aprovechando el momento para regañar al entonces presidente Cerezo, terminó figurando sorpresivamente en las elecciones de 1990 como el segundo favorito, cuando en encuestas anteriores ni siquiera se le daba importancia. Meses después se convirtió en mandatario y en el protagonista del famoso autogolpe. ¿Quién iba a imaginar a un oportunista con tanta suerte?

En las elecciones del 2007, Otto Pérez tuvo un ascenso vertiginoso en las encuestas, y hasta se perfilaba ganador en primera vuelta. La historia demostró una vez más que en política no hay nada seguro, y Colom ganó las elecciones con un margen de 5 puntos en la segunda vuelta. Manuel Baldizón, en las elecciones del 2015, se perfilaba como el candidato vencedor, con encuestas que marcaban hasta un 40 por ciento de preferencia. Este ejemplo está más vigente y todos lo recordamos: no quedó siquiera como un segundo lugar para lograr participar en una segunda vuelta.

En fin, las encuestas vienen y van, pero nada está escrito en piedra. Casos como los anteriores nos demuestran que es probable que gane el que se perfila como cuarto lugar; que no gane el que se perfila como el eterno ganador; que fuertes subidas en encuestas no significan una victoria contundente, y que quien nunca figuró, de un día para otro puede ser el presidente. La coyuntura actual nos presenta un caso similar: Jimmy Morales parece encabezar la preferencia del electorado en esta segunda vuelta, un candidato que, sin desgastes políticos, fuertes inversiones y previa experiencia, tiene una gran probabilidad de ser el próximo presidente. En esta arena movediza, que es la política, hay que estar listo para todo… Y si no, ¡pregúntenle a Humala!

jmanuelrodriguezg@gmail.com