Ing. Pedro Cruz
Cada dos o tres años se vive dentro de la Iglesia Católica una fiesta juvenil iniciada por el papa Juan Pablo II, en esta fiesta se dan cita millones de jóvenes católicos de todo el mundo, quienes se reúnen con su santidad el papa para abordar distintos temas relacionados al evangelio y la juventud.
Este 2016 se cumplieron 31 años de celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, la misma se llevó a cabo en Cracovia, Polonia y contó con la participación de aproximadamente dos millones y medio de jóvenes. La jornada fue marcada por los mensajes directos ofrecidos por el papa Francisco a la juventud, en los cuales motivó a los asistentes a seguir mostrando una fe viva siguiendo las enseñanzas del evangelio. El lema de la Jornada Mundial de la Juventud 2016 fue: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos encontrarán misericordia.
Guatemala dijo presente a la Jornada Mundial de la Juventud, llegando a Cracovia para compartir el ingenio y la alegría del chapín con el resto del mundo. Para el chapín el lenguaje no fue un conflicto pues el idioma del amor y amistad fue lo que ayudó a que todo el mundo se entendiera, buscara y trabajara por el mismo objetivo.
Banderas de todo el mundo, playeras de todos los colores y cantos alegres en distintos idiomas fue el escenario que recibió al Papa Francisco, quien con la humildad que lo caracteriza, se reunió por primera vez con sus peregrinos con un mensaje de bienvenida.
El Papa Francisco Inició agradeciendo a los jóvenes por estar presentes, a los organizadores de la JMJ y especialmente a San Juan Pablo II quien aseguró estaba acompañando la jornada desde el cielo, su discurso inició: Jesús es quien nos ha convocado a esta 31 Jornada Mundial de la Juventud; es Jesús quien nos dice: «Felices los misericordiosos, porque encontrarán misericordia» (Mt 5,7). Felices aquellos que saben perdonar, que saben tener un corazón compasivo, que saben dar lo mejor de sí a los demás, lo mejor, no lo que sobra. El papa también se refirió a todos los jóvenes que no pudieron estar presentes físicamente, pero que acompañaban la peregrinación a través de los distintos medios de comunicación.
En ese primer mensaje del papa Francisco con un lenguaje coloquial dijo entristecerse al ver a jóvenes que «tiraron la toalla» antes de empezar el partido. Que están «entregados» sin haber comenzado a jugar. Me duele ver jóvenes que caminan con rostros tristes, como si su vida no tuviese valor. Son jóvenes esencialmente aburridos… y aburridores, que aburren a los otros; y esto me duele.
Es difícil, y a su vez cuestionador, por otro lado, ver a jóvenes que dejan la vida buscando el «vértigo», o esa sensación de sentirse vivos por caminos oscuros, que al final terminan «pagando» …y pagando caro. Piensen en tantos jóvenes que ustedes conocen a tantos jóvenes que han elegido este camino. Cuestiona ver cómo hay jóvenes que pierden hermosos años de su vida y sus energías corriendo detrás de vendedores de falsas ilusiones.
Con este llamado a vivir la verdadera vida en plenitud, dedicarla al servicio de los más necesitados y buscar la semejanza a Cristo, se dio la apertura oficial a las actividades centrales que marcarían la JMJ. Durante el día se ofrecían catequesis en distintos idiomas por parte de cardenales y obispos de todos los países y durante las noches las reuniones con el papa.
El viernes se llevó a cabo el viacrucis cuyo tema central fue «Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme» (Mt 25,35-36).
El papa Francisco se refirió de la siguiente manera Estas palabras de Jesús responden a la pregunta que a menudo resuena en nuestra mente y en nuestro corazón: «¿Dónde está Dios?». ¿Dónde está Dios, si en el mundo existe el mal, si hay gente que pasa hambre o sed, que no tienen hogar, que huyen, que buscan refugio? estas cuestionantes abrieron paso a la actividad planificada para sábado en la noche.
Uno de los puntos centrales de la Jornada fue la vigilia, la cual se llevó a cabo en el Campo de la Misericordia. Para llegar, los peregrinos recorrimos caminando aproximadamente 25 km, pero el cansancio fue dejado de lado al ser recibidos en primer lugar por el testimonio de otros peregrinos y luego por un mensaje del papa Francisco, el cual se centró en alentarnos a ser signo de la misericordia, protagonistas de la historia y dejar nuestra huella en el mundo. La Vigilia de oración estuvo acompañada por la presentación de artistas y adoración al Santísimo Sacramento.
Los peregrinos pernoctamos en el Campo de la Misericordia y el domingo a las 10 de la mañana dio inicio la misa de envío presidida por el papa Francisco en la cual nos alentó a no tener miedo de decirle sí a Jesús con toda la fuerza del corazón y seguirlo. Al finalizar esta invitación y envío a todos los jóvenes presentes a llevar la alegría del evangelio al resto del mundo, se anunció el lugar en el que se realizará el próximo encuentro y resultó que será más cerca de nuestro hogar pues se realizará en Panamá, lo que dará la oportunidad a que más jóvenes Centroamericanos puedan asistir a dicha fiesta.
La Jornada Mundial de la Juventud se caracteriza por recargar las pilas espirituales de la juventud que promueve la vida, la caridad, el amor, la fe y la paz; ahora que ha llegado a su fin, los millones de jóvenes vuelven a su hogar a anunciar la buena nueva de que Jesús está vivo y a hacer lío para construir un mundo mejor.