Francisco J. Sandoval
Nayib Bukele y Kamala Harris son dos personajes que en estos momentos rodean nuestro imaginario, por diferentes y contrapuestas razones. Ambos son modelo de intentos de buen gobierno, eso que tanto se predica pero no se practica. En esta página me refiero a ellos porque conozco y he visto de cerca sus contextos.
Para entender a Bukele hay que conocer el temperamento de los guanacos (venados). Nacido en Moyuta, a las orillas del río de Paz, sé que ese río de veras es de paz y que al otro lado ha habido gente arrecha. Tuve cercanas pruebas: de Tacuba venían las mejores plantas de café injertado, el mejor ebanista venía de Santa Ana, el guardameta del Sandino Moyuteco era salvadoreño.
Cuando a mi madre la aventó un chivo, fue a curarse no a Jutiapa sino al hospital de Ahuachapán en donde la atendieron bien. Los salvadoreños, apretados de espacio y carentes de oportunidades, a todo le entran con ganas, y tan en serio que hasta la guerra que se hicieron fue de frente y dura, incluida la mayor operación de una guerrilla al tomar un gran cuartel del ejército recién montado por Estados Unidos.
Los guerrilleros se burlaban de los flamantes asesores militares ya que a los soldados les cargaban las mochilas con comida plástica y preservativos… pero sin moral de combate. Ahora las remesas les han suavizado la vida, y las maras se las han complicado.
Los salvadoreños tienen un presidente firme, excéntrico y luchador, alguien que se sale del molde y que goza de envidiable respaldo; habla de frente y desafía a los partidos y poderes que han contribuido a… destruir esa nación.
Rescato su dignidad de no estar de rodillas ante ninguno de los imperios (China, Rusia y Estados Unidos). Su Congreso le puso el cascabel al gato cuando borró de un plumazo a los jerarcas de la vieja, lenta y torcida justicia. Los primeros que brincaron fueron los gringos porque se “interrumpía el orden democrático”.
En el Norte siguen manuales que confunden teoría con realidad; ignoran la más perdurable definición de democracia del gran Lincoln: “poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. No ven que hoy lo que tenemos son democracias nominales, de cartón, resultados de procesos mercadológicos; origen y destino de corrupción e incapacidad.
Nada que ver con la noción de “buen gobierno”. Los dos flamantes altos funcionarios del nuevo gobierno, nacidos en Colombia y Honduras, parecen haberse quedado con la teoría de lo que decían sus profesores sobre la sagrada democracia. Olvidan que sus escuelas de negocio, empezando por Harvard, predican “alineamiento” como receta para que las empresas e instituciones funcionen de manera eficiente y sinérgica. Y eso es lo que está haciendo el presidente Bukele.
Como ya medio me fui, termino de irme a Estados Unidos. Lo primero que hago es recordar algo que hasta Vargas Llosa reconoce ahora: en 1954 ellos fueron los grandes destructores de la naciente democracia en Guatemala al apadrinar una invasión militar contra un gobierno legítimo. De allí para adelante, en política, frustración y lágrimas.
Las cosas cambian, claro que sí, y esperemos que no solo por cargo de conciencia. Yo mismo junto a otros 13 latinoamericanos fuimos invitados por el Departamento de Comercio de ese país a ser parte de una capacitación sobre ética empresarial en Washington y Atlanta. Discutimos con los mejores expertos, visitamos universidades, conocimos de cerca empresas que trabajan en ese campo (CNN incluida). Por cierto, insistimos ante los profesores y autoridades de ese país en que la ética no solo debe aplicarse en la empresa sino en las esferas públicas de nuestros países.
No es que ahora, varios años después, nos estén haciendo caso al plantear con claridad que la corrupción de los gobernantes de estos países tiene directa relación con lo que ellos quieren evitar, la migración descontrolada e ilegal.
Un síntoma positivo de la nueva administración estadounidense es que no están enviando coroneles y generales a inspeccionar la situación del país y los migrantes. Por el contrario, como parte de los preparativos, antes de llegar a Guatemala la vicepresidenta se ha reunido con cuatro mujeres que sufren los embates de la corrupta justicia del país; entre ellas Thelma Aldana. Detrás de todo está, me parece, enmendar el error del gobierno de Trump de sacar a la CICIG de Guatemala.
Estas pinceladas sirven para reafirmar que escucharemos sobre Bukele y Kamala durante bastante tiempo. En la futura contienda electoral de Guatemala uno y otra ayudarán a marcar el ritmo; Bukele en cuestión de estilo y Kamala en asuntos de fondo. La globalización política pasa por estos dos faros, sin descontar que Europa y México tienen mucho que decir.
Bukele y Kamala tienen aire fresco, en parte por ser hijos de inmigrantes, él del Líbano, nación de gente con talento comercial, y ella de India, continente de raíz espiritual. ¿Nos ayudarán a sacudirnos de la incapacidad y la corrupción?