Fiesta, cacerolas y gases en protestas en el centro de Santiago

En medio de una multitud de jóvenes que protestan bailando en la emblemática Plaza Italia de Santiago, Claudia Rozas abre los brazos para mostrar una bandera de Chile que lleva en la espalda como capa con la leyenda: «Estamos en guerra, pero solo un lado empuña el arma».

Su consigna se refiere a la declaración que hizo el domingo por la noche el presidente Sebastián Piñera. «Estamos en guerra», dijo el mandatario, algo que según ella no responde a las demandas de los jóvenes en Chile.

Miles de personas salieron este lunes a las calles para manifestarse en varios puntos de Chile. Una de las mayores concentraciones se registró en la céntrica Plaza Italia de Santiago tras un estallido social originado por el alza en la tarifa del metro capitalino que ha dejado 11 muertos y cientos de heridos desde la semana pasada, obligando a decretar toque de queda por tercer día consecutivo.

Claudia, de 22 años, se tuvo que trasladar desde su ciudad Linares, a unos 300 km al sur de Santiago, para poder estudiar en la capital donde renta una pequeña habitación, y pese a que sus padres la ayudan a pagar sus estudios, trabaja en un negocio de comida rápida para poder sobrevivir.

Dice que la carestía de la vida la motivó a unirse a los miles de inconformes que este lunes salieron a marchar.

«Tomo yerbitas»

«Lo del metro es lo de menos. No me alcanza para vivir, personalmente me afecta el costo de la educación, el costo de la vida, ni siquiera voy al médico. Cuando me enfermo tomo yerbitas», dice con un pañuelo amarrado en el rostro para no aspirar el aire impregnado de los gases lacrimógenos que los militares lanzan cada tanto hacia la gran concentración.

Claudia acudió a la marcha con su amiga Yeraldi Ortega, de 30 años, que trabaja en un negocio familiar de reciclaje de madera, pero para llegar ahí desde su casa, en un barrio alejado del centro, tiene que tomar un autobús y luego el metro. «En total me gasto 4,000 pesos (cerca de 6 dólares) diarios sólo en transporte», dice el pañuelo verde en el cuello.

«¿Solución? Conociendo a los que nos gobiernan es difícil que haya una solución. Nosotros pedimos que renuncie el presidente, una nueva Constitución y diálogo», dice la joven.

La Alameda, la principal arteria de la capital chilena y que pasa frente al palacio presidencial de La Moneda, se convirtió este lunes por la tarde en un río de personas, en especial de estudiantes, que caminaron durante horas hacia la concentración.

Frente a la oficina presidencial, fuertemente custodiada por militares y vallas de metal, se reunió un grupo de jóvenes con carteles que decían «Fuera Piñera».

Chile despertó

«Piñera escucha, ándate a la chucha (vete al diablo)», gritaban frente a los militares que les lanzaban chorros de agua cuando se acercaban demasiado. Los chicos luego seguían caminando festivos hacia Plaza Italia. 

Entre gritos del «pueblo unido jamás será vencido», y el «que no salta (brinque) es paco (policía)», pasaron frente a la Universidad Católica. Poco más adelante una valla de militares interrumpía con gas el constante avance de los jóvenes. 

«El miedo cambió de bando», se podía leer a esa altura en una puerta labrada de madera de un edificio público, que luce llena de consignas contra el gobierno y las fuerzas armadas. 

«Somos los nietos de los obreros que no pudiste matar», se puede leer frente a la entrada del turístico cerro Santa Lucía. La mayoría de los manifestantes pertenece a una generación que no vivió en carne propia la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

Pasado ese punto de tensión la fiesta seguía en perfecto día de primavera. Tocando cacerolas entonaban cánticos. «Oh, oh, oh, Chile despertó, Chile despertó», cantaban bailando.

En algunas esquinas aledañas a Plaza Italia, algunos grupos más reducidos con máscaras antigás y vestidos de negro levantaron barricadas, prendieron fogatas y lanzaban piedras a los militares que les respondían con algunas balas de gas haciéndolos retroceder.

El ambiente de protesta en muchas partes de la marcha se tornó festivo. Una banda con trompetas y otros instrumentos de aire desfiló con máscaras de la clásica Catrina por otra calle cercana a Plaza Italia con decenas de chicos brincando a su alrededor poco antes de que iniciara el toque de queda.