En cualquier conflicto, es fácil imponerla la fuerza para quien la tiene a su favor, pero sin duda no es el camino para encontrar la deseada solución.
Gonzalo Marroquín Godoy
Nos oponemos a la minería, pero aquí se quiere manipular la consulta popular y por eso protestamos. Así se expresó uno de los vecinos de El Estor que obstruía la ruta al poblado, acción que provocó que el presidente Alejandro Giammattei buscara la solución más fácil, pero la de mayor peligro: imponer el Estado de Sitio.
Lejos quedaron las palabras del mandatario el 15 de septiembre: Mi llamado es a la unidad para tender puentes de entendimiento y diálogo y dejar atrás las disputas. Unámonos todos por un solo objetivo. Claro, no dijo cuál es ese objetivo que, al parecer no contempla al interés de la población, sino únicamente el que priva en el Gobierno y en la llamada alianza oficialista, que todo lo quiere imponer por medio del sometimiento.
No se pensó en esos puentes de entendimiento, ni cosa parecida, simplemente se ordenó una impresionante movilización de policías y militares, para imponer y someter. Se escogió la vía de la represión.
Escuché algunos discursos en el Congreso al momento de ratificar el estado de sitio. Queremos un Estado fuerte, dijo alguno. Otro oficialista consideró que hay que tomar el control de El Estor. Ninguno de los de la alianza hizo mención a la Compañía Guatemalteca de Níquel (CGN), operada por los rusos que hace algunos meses estuvieron en el país y, algo mas que sospechosamente, visitaron al presidente en su residencia en la zona 15.
¿Será coincidencia que ahora se quiera organizar la consulta popular, esa que dicen que se está manipulando?
Puede que sí, puede que no. Lo único que no cabe duda, es que el Gobierno y Giammattei optaron por imponer el represivo estado de sitio con el fin de impedir la libre expresión de quienes se oponen y rechazan ese negocio de los amigos del presidente.
Nunca se explicó a la ciudadanía que trataron aquella noche los rusos con el presidente. Se sabe que quieren dos cosas y una de ellas se cayó por la denuncia que hizo elPeriódico sobre la concesión de un terreno en la Portuaria. La otra cosa que desean es activar la explotación del níquel, pero para eso deben cumplir con lo que ordenó la CC en su oportunidad: hacer estudios de impacto ambiental, y realizar la consulta popular entre las comunidades de la zona afectada.
Ahora resulta que los preparativos de la consulta se deben llevar a cabo bajo estado de sitio. Muy conveniente, ¿verdad?
No hay que olvidar que la Ley de Orden Público, que contempla los estados de excepción, data de los represivos gobiernos militares del siglo pasado. Los congresos nunca la han actualizado para asegurarse que el Estado no pueda extralimitarse en el uso de la fuerza. Lo único que cambió la Constitución de 1985, es que por el artículo 35 sobre la Libertad de Expresión, se establece que ninguna ley, puede menoscabar este derecho.
Por cierto, fue lo primero que les peló a las autoridades, pues lo primero que se hizo, fue allanar –ilegalmente, por lo tanto– las instalaciones de una radio comunitaria.
El presidente Giammattei se ha caracterizado por imponer estados de sitio, de emergencia o de prevención. Lo que habría que ver es si su uso ha sido acertado y los resultados se han dado. En ningún caso se ha visto algo que justifique su práctica.
Si hay personas incurriendo en delitos como se dijo sobre los vecinos del El Estor, el MP y las fuerzas de seguridad pueden actuar sin necesidad de suspender los derechos humanos de las personas. Pero más importante aún, se pudo tomar las palabras del presidente: (…) tender puentes de entendimiento y diálogo.
En vez de eso, la respuesta fue cientos de radiopatrullas de la PNC enviadas para reprimir y un inmediato estado de sitio. Represión y no solución.
Hace poco destaqué que la violencia está subiendo de tono en las manifestaciones populares por dos razones: el engaño y el abuso. Me temo que aquí tenemos los dos ingredientes presentes. Se quiere hacer una consulta popular a la medida de los rusos –engaño– y se muestra la fuerza con el estado de sitio –abuso–.
Sobre el discurso del presidente el 15 de septiembre escribí en un Enfoque que me parecía que fueron palabras que se las llevaría el viento. Es triste tener razón en estos casos. Muchos piden que se diga qué solución puede haber. Es difícil saberlo, pero lo que es seguro, es que debería buscar por la vía del diálogo con respeto. Lo demás, es un camino que hay que andar.