Sin pasiones, preguntémonos en qué área estamos bien en Guatemala. Yo veo que el Estado –nuestro sistema político– es fallido y no responde a las necesidades del país.
Gonzalo Marroquín Godoy
¡Qué tristeza ver a Guatemala como está! Ciertamente, el mundo está de cabeza a causa de la pandemia por el covid-19, pero en nuestro caso, se trata apenas de una crisis que ha llegado para aumentar la precaria y permanente realidad, en donde el Estado se ha ido haciendo cada vez más corrupto, ineficiente e inconsciente.
El desastre –ya no se ni qué calificativo poner– del plan nacional de vacunación –todo en minúsculas–, es solamente la confirmación de que nada se hace bien, con buen criterio, trasparencia y eficacia desde la cúpula política del país, salvo honrosas excepciones de algunos funcionarios que entienden el honor de llegar a ser servidor público.
Una de mis hijas me llevó en días pasados a vacunarme a Estados Unidos. Viajar siempre da una perspectiva interesante del país, del mundo… de las situaciones.
No son cientos, sino miles los guatemaltecos que están viajando –a un costo alto– para ponerse la vacuna, simple y sencillamente, porque ese desastre que ha manejado el Gobierno y en particular la cartera de Salud Pública, deja en evidencia –una vez más–, que priva la corrupción y la mediocridad en la planificación.
Por supuesto que es mejor –¿para quién?, es lo que habría que averiguar– firmar un jugoso contrato millonario con una empresa rusa casi de cartón, que pasar por el trabajo de buscar la mejor solución, la mejor vacuna y dar a los guatemaltecos la segura, justa, oportuna y necesaria oportunidad de estar protegidos contra el covid-19.
Pero si todo lo demás funcionara en el país, pues se podría explicar esto cómo producto de la inexperiencia en la defensa ante una pandemia. Pero no, así está todo. Desde afuera da más tristeza ver que aquí las cosas no caminan ni van para ningún lado. ¿Soy exagerado?
Pienso que, lamentablemente, no lo soy. Por eso me atrevo a retar a los lectores para que piensen en qué área estamos bien. Pensemos: ¿Estamos bien en Educación? ¿En seguridad? ¿En desarrollo socioeconómico? ¿Hay oportunidades de trabajo? ¿La pobreza disminuye? ¿Tenemos buena infraestructura? ¿Veremos al fin de cuentas eficiencia para la vacunación?
(Un paréntesis interesante. Sería bueno que alguna autoridad se diera una vuelta por el aeropuerto internacional. Hablar del caos que impera puede ser motivo de otra columna entera).
Pero sigamos viendo lo fallido de nuestro sistema, siempre basado en respuestas que cada uno de nosotros podamos dar a las preguntas que planteo: ¿Es transparente el gobierno del presidente Alejandro Giammattei? ¿El Congreso responde a las necesidades del país o legisla para fines particulares de la alianza oficialista? ¿Es independiente nuestro sistema de Justicia? ¿Son parte de esa alianza oficialista la Corte Suprema, la CC y el Ministerio Público? ¿Funcionan eficientemente las instituciones del Estado?
Esta no es una encuesta, es un llamado a la reflexión. Cómo puede verse, ninguna de esas preguntas tiene que ver con ideologías y si con SERVICIO. La salud, educación, empleo, combate a la pobreza, oportunidades, transparencia y eficiencia, debieran estar siempre presentes en la mente de cualquier gobierno, de todo gobernante, alcalde, diputado o magistrado, es decir, en la mente de todo servidor público.
Nos quedan dos años y medio con esta administración, pero no creo que vayamos a ver ningún cambio significativo. Estamos claramente ante un Estado fallido. A mí no me gusta, porque veo qué, si seguimos así, cada día habrá menos que ofrecer a nuestros hijos, nietos y futuras generaciones.
No me gusta ¡para nada! Cada uno tendrá su propia respuesta.