ENFOQUE: Las pataletas de don Jimmy Morales

Gonzalo Marroquín Godoy

¿De qué le sirve a un presidente hacer catarsis pública y despotricar contra la prensa?  Sería mejor dedicar mente y esfuerzo máximo en hacer lo que le es obligatorio.

Un presidente visionario, Thomas Jefferson, dijo en cierta ocasión –cuando era objeto de criticas de parte de la prensa estadounidense–, que prefería una prensa sin gobierno, que un gobierno sin prensa.  La opinión de un demócrata auténtico, de un político que mira más allá de sus intereses.

El presidente de Guatemala, Jimmy Morales, dijo el pasado lunes que la prensa independiente de este país es mentirosa, cobarde y ridícula, como parte de un discurso que le sirvió para arremeter –una vez más, porque lo hace cada vez que puede–, contra medios y periodistas en lo personal, simplemente porque no aplauden o alaban lo que según él es una gran labor de su pobre administración.

Eso de calificar de pobre la labor de don Jimmy no lo hace solamente la prensa independiente, porque ocho de cada diez guatemaltecos piensan así, como bien lo refleja la encuesta de Prensa Libre, que también muestra que solamente un 16% de la población califica bien su gestión al frente del país.

Una de las cualidades más importantes que tienen que tener quienes llegan a gobernar –o a cargos muy importantes–, es tener siempre los pies sobre la tierra.  Que no se dejen llevar por los chaqueteros que a todo dicen amén y le presentan a los jefes o poderosos un escenario apartado de la realidad para hacerlos felices.

Por si don Jimmy no lo tenía en cuenta, mucho menos lo sabía, la prensa es una institución fundamental para construir democracia.  Si no se permite el libre juego de ideas, si no se lleva a cabo un debate sobre el acontecer nacional y si no hay libre flujo de información, no se puede hablar de libertad, y la libertad es lo más preciado de la democracia.

Ahora bien, si el gobernante de turno es malo, mediocre o apenas regular, seguramente se molestará con las noticias, los comentarios y las críticas. 

Veamos algunos ejemplos que han molestado a don Jimmy –a quien le gusta más que le digan Señor Presidente–:

En campaña, fue duro contra el transfuguismo político que se ha visto tanto en el Congreso.  No voy a permitirlo en mi partido, dijo alguna –palabras más, palabras menos–. ¿qué hizo ya en el cargo? No solo aceptó, sino motivó para que se construyera la bancada mayoritaria, la de FCN-Nación, captando a tránsfugas de cuanto partido se derrumbaba o debilitaba. Cayó en la tentación cuando seguramente algún chaquetero le dijo que tenía que tener poder en el Legislativo.

La prensa criticó, y don Jimmy se molestó.

Sus amigos chafas lo culebrearon y le dieron un doble sueldo de Q50 mil mensuales, –nada menos que al tercer presidente mejor pagado de Latinoamérica–, y fue la prensa, esa que él tanto repudia, la que le descubrió su corrupción y le obligó a devolver la plata.  ¡Por supuesto se puso como mil demonios!

Con el tema de la CICIG, gran parte de la prensa le advirtió que se equivocaba porque daría un golpe a la lucha contra la corrupción y la impunidad.  Periodistas vendidos, decía.  Todo el que no piensa como él, se vuelve su enemigo.  No entendió entonces, ni ahora, que de las opiniones diversas, de la discusión con respeto, del debate, es de donde pueden salir soluciones auténticas a los problemas. Él simplemente dijo entonces –porque se volvió algo personal y no de Estado–, este macho es mi mula, y de aquí no me bajo, y terminó con un esfuerzo necesario para el país que pudo rescatarse, e incluso mejorarse.

Él quiere que se le aplauda el trabajo de recuperación de la red vial, pero se olvida que prensa, empresarios y población en general clamaron por más de dos años para que arrancara ese trabajo que, además, es su gorda obligación ejecutarlo.

Si compra anteojos carísimos con fondos del Estado y lo cacha la prensa, se molesta.  Si dice disparates y la prensa los reproduce, se molesta.  Si permite y hasta fomenta el nepotismo o el amiguismo para contratar funcionarios, pero lo cachan, se molesta.  Si baila al son que le tocan los gringos y se le critica… se molesta!!!

Como comediante, debió aprender que sus chistes pueden gustar a unos y a otros no.  Sus personajes pueden ser desagradables o simpáticos, todo depende del gusto de las personas.  En el caso de un gobernante –cosa más seria, por cierto–, debió aprender que su principal tarea era gobernar para resolver los problemas, no para resolver su problema.

Jefferson sabía que los gobiernos son aves de paso.  La prensa –institución– es permanente, por más golpeada y desgastada que se encuentre.

No son pocos los políticos que llegan a creer que la prensa es la responsable de los males de nuestro país.  Olvida que lo malo no está en decir o informar sobre cosas negativas, lo penoso es que sucedan y que los periodistas cumplamos con la obligación de decirlo.

No es democrático, ni elegante, ni prudente, andar calificando de cobarde y mentirosa a la prensa. Es mejor dejar que la opinión pública juzgue y que cada quién haga su trabajo lo mejor que pueda.  Si un presidente hace eso, terminará bien su gobierno.  Si no, le pasará lo mismo que a don Jimmy.