ENFOQUE: La independencia del PDH se debe garantizar

Gonzalo Marroquín Godoy

En los próximos días se debe proceder a la elección del nuevo Procurador de los Derechos Humanos (PDH), para que asuma el cargo en agosto próximo. Se trata de una de las figuras más importantes que hay en la estructura institucional guatemalteca, creada en la Constitución de 1985 con el fin de promover los necesarios pesos y contrapesos que –cuando son eficientes– hacen funcional la democracia.

Esta figura surge ante la necesidad existente de frenar los desmanes en materia de derechos humanos en el país. Los regímenes militares actuaron bajo un manto de impunidad en esta materia y era imperioso marcar un alto. Lógicamente la realidad del país varió con el fin de la guerra, pero la situación de derechos humanos dista mucho de alcanzar una calificación de aprobado.

Si las instituciones funcionan,

se puede salir del caos político que impera en el país.

Yo se que hay personas que critican y están en contra del actual Procurador, Jorge de León Duque, pero la verdad es que ha realizado muy buen trabajo y, sobre todo, ha mantenido una línea bien definida de independencia de los sectores políticos, gubernamentales y económicos, lo que no es para nada fácil pero si loable.

Entre sus críticos, hay quienes señalan que se ha plegado a la voluntad de la CICIG y el MP, sobre todo, por su participación y apoyo para impulsar la pretendida –y casi fallida­­– reforma constitucional al sector justicia a través de la mesa técnica.

En realidad, basta con leer en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en sus artículos 7-8-10 y 11, que se refieren específicamente a la aplicación de una justicia independiente, para entender la razón por la que de León Duque se unió a esa causa.

Otra de las criticas dice que no tiene nada que hacer en la lucha contra la corrupción. También afirmación falaz, puesto que la corrupción es una de las causas para que persista la pobreza y se vulneren los derechos que como seres humanos tienen los guatemaltecos de recibir servicios de educación, salud y seguridad –entre otros– de parte del Estado.

Nos guste o no nos guste el PDH es una figura positiva cuando se trata de defender los derechos de la población, cuando se quiere tener un Estado que sea para el pueblo, y mejorar en todos los sentidos. Los derechos humanos son muy amplios, puesto que tratan de libertades como la política, económica, religiosa, de expresión y, por encima de todas ellas, el derecho a la seguridad y la vida.

¡Claro que el Procurador tiene obligación de buscar el fin de la corrupción, la impunidad y promover un mejor sistema de justicia!.

Jorge de León ha demostrado que se puede actuar con independencia. Se apartó del partido por el cual fue electo, se distanció pronto del gobierno de Otto Pérez y la misma línea ha mantenido con el actual gobierno. Ahora, en cambio, el Congreso pretende un PDH menos independiente. Alguien que les pueda dar plazas a los diputados, y seguir lineamientos de sectores que quieren mantener al país sumido en la condición actual. No quieren un comisionado de conciencia, sino un Procurador servil.

No se ha llevado a cabo la reforma profunda al sector político, no se llevará a cabo la planteada al sector justicia, y ojalá que no tengamos un PDH pusilánime, al servicio de los poderes fácticos. ¡Se necesita un PDH independiente! o, poco a poco, se hará más fuerte la vieja política.