ENFOQUE: Giammattei gana tiempo…

Pone fin al distanciamiento con el vicepresidente Guillermo Castillo y acepta el cierre del Centro de Gobierno, un clamor popular que crecía. ¿Reajuste de gabinete en enero?

Gonzalo Marroquín Godoy

En política, la forma tiene mucho que ver con los resultados.  Hay ocasiones en que es suficiente para alcanzar logros, esquivar obstáculos y superar crisis.  Digo esto, porque el presidente Alejandro Giammattei finalmente mostró lo que se llama cintura política, y se presentó ayer –en medio de la peor crisis que ha enfrentado– en conferencia de prensa junto al vicepresidente, Guillermo Castillo, uno de los críticos más severos de su administración.

No se le miraba cómodo, pero al menos dio un paso para disminuir la tensión socio-política imperante en el país, sobre todo, después de la forma oscura y abusiva como el oficialismo aprobó el Presupuesto de la Nación.  Sin embargo, hay que ser claro que este paso de reconciliación del binomio presidencial, no es sinónimo de solución para los graves problemas nacionales, ni mucho menos.

Más difícil aún, ha de haber sido para el mandatario ceder al cierre del Centro de Gobierno, una de las exigencias planteadas en las manifestaciones ciudadanas conocidas como #21N y #28N, y tener que aceptar que debe introducir cambios en su gabinete de ministros, tomando en cuenta que se pide la cabeza de al menos dos de ellos, el de Gobernación, Gendry Reyes, y el de Comunicaciones, Josué Lemus, el primero por la represión y brutalidad policíaca contra los manifestantes y el segundo por hechos de corrupción.

Después de varios meses de alejamientos y criticas públicas del vicepresidente hacia el presidente Giammattei, se presentaron ante la prensa para mostrar «unidad». Guillermo Castillo asumirá un rol importante en la administración en 2020. El presidente se veía incómodo en la conferencia de prensa, en donde también anunció el cierre del controversial «Centro de Gobierno».

Castillo regresa para hacerse cargo de una de las tareas más importantes pendientes para el 2021, como es la reconstrucción nacional tras las catástrofes provocadas por las tormentas Eta e Iota.  Además, deberá velar por el uso transparente del Presupuesto de Gastos el año próximo, dos atribuciones que le devuelven a una posición protagónica en el Gobierno.

Lo que hay que dejar claro, es que estos primeros pasos que ha dado Giammattei no resuelven los problemas de fondo del país.  De hecho, esta crisis permitió mostrar –una vez más–, que mientras no se lleve a cabo un cambio radical en el sistema político, la corrupción y la impunidad continuarán, con un estado cooptado por las mafias, sin la necesaria independencia entre los poderes del Estado y con ausencia de los necesarios contrapesos que se requieren para el eficaz funcionamiento de una democracia. La CC, por ejemplo, debe respetarse.

Como se puede ver, se arregló en algo la forma, pero el fondo –esa compleja problemática nacional– persiste.  A mi parecer, con las dos acciones anunciadas por el presidente –la reconciliación y el cierre del Centro de Gobierno–, ha ganado tiempo.  No me extrañaría para nada que la manifestación convocada para hoy pierda fuerza en comparación de las registradas los dos sábados anteriores.

Sería muy positivo ver que la presión ciudadana provocara también cambios –aunque sea de forma– en el Congreso de la República.  No me cabe la menor duda del repudio ciudadano hacia la Junta Directiva y, en particular, hacia su presidente, Allan Rodríguez, el principal artífice de todo lo que se hace bajo la mesa en ese organismo de Estado.

En medio de la crisis se rescata el importante papel que tiene la ciudadanía cuando hace oír su voz.  Guatemala necesita de cambios profundos y ha quedado demostrado en múltiples ocasiones, que la clase política no tiene el menor interés en promoverlos. Está comprobado que solamente con la presión social se puede enderezar Guatemala.