ENFOQUE: ¡Feliz Navidad!… Linda fiesta familiar

Gonzalo Marroquín Godoy

Aunque el consumismo ha distorsionado bastante el espíritu de la Navidad, sigue siendo la celebración que más reúne a las familias y amistades cercanas.

La cristiandad tiene dos fechas que sobresalen por su importancia, significado y por todo lo que las rodea, ambas vinculadas a Jesús como Dios Hijo: La Resurrección, que representa el momento de la salvación y la Navidad, cuando se conmemora su nacimiento y se recuerda la importancia de la familia, ese núcleo que, en su caso, completan José y María.

A principios de 1524, Pedro de Alvarado inició la conquista de Guatemala.  Como hicieron los españoles en todos los territorios que tomaron en América, impusieron por las armas el poder político y la fe católica.  Eso quiere decir que desde hace cerca de 500 años el catolicismo se convirtió en la religión dominante en nuestro país, como sigue siendo hasta el momento, aunque con un marcado crecimiento de los grupos evangélicos, una rama del cristianismo derivada del movimiento protestante que inició Martín Lutero en el siglo XVI.

Con el paso de los años se fueron introduciendo ciertas prácticas o celebraciones, las cuales se han convertido, con el paso del tiempo, en tradiciones arraigadas, como son las posadas y la elaboración de nacimientos, en donde siempre aparece la imagen del niño Jesús como eje central, acompañado de sus padres.

Por cierto, el hoy Santo hermano Pedro de Batancur trajo las posadas a Guatemala también en el siglo XVI.  Narraciones de la época le ubican recorriendo las calles de Santiago de los Caballeros –hoy Antigua Guatemala– con María y José pidiendo que las familias abran sus puertas y les reciban para esperar el momento del nacimiento de Jesús.

En fin, nuestra historia es rica en detalles sobre la forma en que se ha ido desarrollando las tradiciones y símbolos de la Navidad, hasta llegar a lo que hoy tenemos.  Aquí no tuvo nunca mucha fuerza la figura de San Nicolás de Bari, un obispo cristiano que vivió en el siglo IV y destacó por su generosidad para con los más pobres.  Su figura se volvió tradición en Europa, más no llegó a ser influyente en Guatemala.  Sin embargo si lo ha sido su sucesor, Santa Claus, convertido en Estados Unidos en el personaje central de las fiestas, aunque históricamente es una derivación del santo de Bari.

Aunque algunas tradiciones se han debilitado, como por ejemplo las posadas, lo que sigue intacto es el espíritu de la Navida, centrado en el mensaje de paz y amor, para compartir las personas que nos rodean, pero muy especialmente en el núcleo de la familia, que es donde este tipo de conmemoraciones se fortalecen o se debilitan.

En mi caso personal, puedo compartir que fue mi mamá, Victoria Godoy Cofiño de Marroquín, quien hizo que la fiesta familiar se mantuviera como eje de la Navidad.  En nuestra casa nunca hubo abundancia, pero no faltó nada.  Igual sucedía para la Nochebuena, cuando siempre había regalos, pero sobre todo, la oportunidad de compartir entre nosotros el delicioso tamal navideño.

Mi mamá, a quien los nietos le pusieron Unta, se encargaba con tiempo en recrear el ambiente navideño en la casa.  Había arreglos, el nacimiento no podía faltar, pero sobre todo, se esmeraba en hacer un lindo árbol navideño.  Era su orgullo ante nosotros y todos los que llegaban a la casa.  Era una demostración de su amor e interés para que la familia permaneciera unida en torno a su amor, expresado en aquel esfuerzo.

Tengo lindos recuerdos de nuestras navidades infantiles y juveniles.  Luego, poco a poco, cada uno de los 10 hermanos fue tomando su camino y surgieron varias familias de aquel tronco formado por la Unta y mi padre, Oscar Marroquín Milla. Pero mi mamá, siempre siguió atrayéndonos a su casa para que nos reuniéramos y disfrutáramos de las fiestas.  En sus últimos años de vida, la figura de Santa era permanente, para que los nietos se sumaran a la festividad y recibieran sus regalos.

Felices navidades verdaderamente.  Lo lindo es que dejó la semilla en nosotros: la Navidad es una fiesta de familiar.  No todos los evangélicos celebran Navidad.  La Unta se volvió evangélica con el paso de los años, pero siguió celebrando la fiesta de la misma manera que lo hacía cuando era católica.  Ella sabía que a nosotros nos encantaba todo lo que hacía y se esmeraba en crear el mejor ambiente para disfrutar y mantener la fe.

Ahora, he aprendido que no hay mejor época que la Navidad y el fin de año, para dar gracias a Dios por las bendiciones y también por las lecciones –que terminan siendo una bendición–, porque de todo lo malo que nos puede pasar, siempre podemos sacar cosas positivas y aprender de la vida.

He aprendido también a simplificar y valorar mejor las cosas.  Ahora doy gracias a Dios, en primer lugar por mi familia, por los seres queridos; doy gracias a Dios por la salud y por mantener siempre el deseo de trabajar y producir.  A cada uno de mis lectores le deseo ¡Feliz Navidad!, que la pasen lindo con sus familias.