ENFOQUE: El desastre en Educación brota en cada inicio de año escolar… ¡Esta vez duele más!


Si la educación es el futuro de cualquier país, es difícil entender por qué el Gobierno no hace un esfuerzo significativo para mejorar la calidad educativa de los niños guatemaltecos.

Gonzalo Marroquín Godoy

La pandemia obligó a la suspensión de clases en el año 2020, y en el 2021 y 2022 no hubo clases para muchísimos niños guatemaltecos, principalmente en las zonas más pobres y abandonadas del país, donde el internet no llega. Ya para aquella época –hace tres años–, la educación pública de Guatemala presentaba índices que podría calificarse de malos a pésimos, por no decir paupérrimos.

Un estudio de Unesco de 2019 en varios países latinoamericanos mostró que los niños de sexto año de Guatemala tenían un bajísimo nivel en las materias que se midieron: ciencias, matemáticas, lectura y escritura.  El informe dice con claridad que, al compararse con otros países de la región, nuestros niños se sitúan por debajo del promedio regional en todas las áreas evaluadas.

Eso quiere decir que desde antes de la pandemia estábamos literalmente en trapos de cucaracha en materia educativa.  ¿Qué ha sucedido desde entonces? Como novedad, que llegó un nuevo gobierno en enero del 2020, luego nos cayó la pandemia en marzo, la educación pública se detuvo y apenas si fue atendida en los dos años siguientes.

Si ya estábamos mal, el desastre se agudizó.  ¡Ah, eso sí!, el sindicato de maestros, bajo la batuta de Joviel Acevedo, no dijo ni pío para que se atendiera de alguna manera la calidad educativa y se supliera con eficiencia la falta de clases presenciales.  Si no lo hace en épocas normales, no lo iba a hacer con pandemia. Pero si tuvieron jugoso aumento salarial y bonos,

De esa cuenta, si ya teníamos uno de los peores niveles educativos de Latinoamérica, imagínese el lector o lectora como será en estos momentos.  La mayoría los colegios privados volvieron a clases presenciales desde el año pasado, pero la educación pública no lo hizo.  De hecho, apenas empezaron la semana pasada el año escolar, más tarde que siempre.  Cuando más se necesitaba, el ministerio de Educación se la tomó con absoluta tranquilidad.

¿Pero qué se encontró esta vez? Para sorpresa de muchos padres de familia, lo mismo que ocurría todos los inicios de año: escuelas en mal estado, pupitres destruidos y carencia de casi todo. La época de pandemia no se aprovechó ni para mejorar los centros educativos, por más que la propaganda oficial diga lo contrario.  Corresponsales de prensa han comprobado que sucede lo mismo que todos los años en todos los gobiernos: el abandono es el mismo.

Ayer escuchaba una excelente entrevista en Emisoras Unidas de Felipe Valenzuela a la viceministra de Educación Edna Portales.  Al escucharla, no pude más que pensar: con razón estamos cómo estamosLa pobre funcionaria pública no muestra mucho talento y sí gran desconocimiento de la cartera para la que trabaja.  Más que certezas, dejó un montón de dudas en la cabeza de los radioescuchas, entre ellos la mía.

Recordé que, en una de sus giras, el presidente Giammattei elogió a la ministra de Educación, Claudia Ruiz, como la mejor ministra.  Le dijo tantas cosas bonitas, que pensé que sería candidata o algo parecido.  Pero sigue en el cargo, aunque sin poder mostrar ninguno de los supuestos logros que el mandatario le atribuye.

En cambio, sí se ve que no encontró soluciones.  Recuerdo también que el Procurador de los Derechos Humanos, el hoy controversial Jordán Rodas, la censuró por no garantizar las medidas de bioseguridad necesarias ni el acceso al internet de los niños en la época de pandemia.  Otra razón por la que a Rodas no se le permitirá participar como candidato a la vice por el MLP, pues no se sumó al rebaño de voces dóciles que giran en torno a la alianza oficialista.

Hay que dejar claro que esa falta de voluntad por mejorar la educación no ha sido algo exclusivo de esta administración, porque pocas veces se ha visto que se trabaje a profundidad el tema para cambiar el rumbo.  Mientras se mantenga a don Joviel con su escasa visión de futuro como ministro de facto, nuestra niñez seguirá a la deriva y Guatemala no podrá aspirar a ser un país competitivo.

Llama a la indignación que cada cierto tiempo se negocie un jugoso pacto colectivo, en el que se mejoran las condiciones de los maestros, pero no se incluya la necesidad de una calidad educativa con mejora continua.  Cada presidente que llega habla de una reforma educativa, la cual sigue brillando por su ausencia, aunque en el camino puedan haberse dado algunos pequeños logros, pero nunca un cambio radical de mejora.

Todos los años, en el inicio de clases, hay quejas de los padres de familia.  Esta vez, sin justificación real, se retrasó el inicio del ciclo escolar, como si el nivel de los alumnos hubiera mejorado durante la pandemia.  Cuando se haga el siguiente estudio de parte de Unesco, veremos que, en vez de avanzar, retrocedemos.

Ahora, tras años sin clases, los niños vuelven y las cosas siguen igual o peor.

Para concluir, debemos tener presente que un pueblo sin educación está condenado a la pobreza, la mediocridad y la falta de oportunidades.  A eso nos condena el sistema político imperante… y eso duele!!!