En Hong Kong, los consumidores pro-democracia apoyan los comercios “amarillos”

Tras siete meses de manifestaciones que significaron un duro golpe para mucha empresas hongkonesa, los militantes pro-democracia buscan agradecer a las tiendas y los restaurantes que los apoyaron y para ello han creado una economía «amarilla». 

El «amarillo» es el color de los partidarios pro-democracia, en oposición al «azul», símbolo del sector pro-gobierno y pro-Pekín, cuyos comercios fueron a menudo vandalizados y boicoteados.

En el restaurante «At Fu Kee Noodles», en el barrio de negocios de Wan Chai, los clientes comen ravioles chinos bajo la mirada de «la rana Pepe» con el rostro cubierto con una máscara de gas. El famoso personaje se convirtió en la mascota del movimiento pro-democracia tres años después de haberlo sido para la extrema derecha en Estados Unidos.

«Es un comercio amarillo, el dueño apoya a los manifestantes. Es por eso que decidimos venir», explica Gilbert, un empleado del sector publicitario de 47 años.

«Los más importante ahora en Hong Kong es ayudarnos, especialmente cuando el gobierno no lo hace», afirma.

Afiches y adhesivos con mensajes pro-democracia cubren la pared ubicada detrás de la caja.

Algunas empresas demuestran abiertamente su apoyo al movimiento, sin dejarse desalentar por una posible pérdida de ingresos.

Aplicaciones y sitios internet informan a los utilizadores sobre la forma en la que se posicionan comercios y restaurantes.

En su panadería ubicada en el barrio de Sai Wan, en el noreste de la isla de Hong Kong, Naomi Suen vende galletas y pasteles decorados con eslóganes del movimiento pro-democracia.

«No conozco la definición exacta de la economía amarilla. Solo hago lo que puedo para apoyar a los habitantes de Hong Kong», explica.

En Hung Hom, escenario de violentos enfrentamientos en noviembre cuando estudiantes se atrincheraron en la Universidad PolyU, los clientes que hacen la fila delante del café Lung Mun comparten el mismo sentimiento.

«Queremos apoyar este restaurante porque apoya a todo el movimiento, apoya la democracia», explica Justin, de 26 años.

Restaurantes, tiendas y establecimientos calificados como «azules» fueron vandalizaron por personas vestidas de negro y munidas de cócteles Molotov. 

Muchas agencias bancarias china están ahora protegidas por postigos metálicos, ya que sus ventanas quedaron rotas.

Un nuevo impulso

Decenas de restaurantes administrados por Maxim’s, un gigante local de la restauración que pertenece a un magnate convertido en un blanco frecuente porque su hija criticó al movimiento de protesta, fueron saqueados, al igual que los  cafés Starbucks también administrados por el grupo.

Con la caída de las ventas minoristas y el número de turistas, la economía entró en recesión en el tercer trimestre, algo que no ocurría desde hacía diez años.

El gobierno hongkonés acusó a la crisis política y la guerra comercial sino-estadounidense de ser responsable de estos malos resultados.

A pesar de la creciente polarización de la opinión pública, las divisiones entre «amarillo» y «azul» no son tampoco tan claras.

Los fundadores del sitio de comercio en línea HKongs Mall afirman querer reducir la dependencia de la ciudad de las mercancías procedentes de China continental.

El sitio experimentó una multiplicación por más de 20 de sus pedidos desde su lanzamiento en octubre. Emplea actualmente a 15 militantes pro-democracia. 

Sin embargo, sigue obligado a abastecerse ante proveedores «azules», que continúan siendo la mayoría en el mercado, coincidió una responsable voluntario de ese sitio que no quiso relevar su identidad.

Para los analistas, lo más probable es que el movimiento de protesta no remodele el paisaje económico de la ciudad. 

«Los pilares económicos de Hong Kong -las finanzas, la logística y el sector inmobiliario- son controlados por una o algunas empresas, lo que significa que es imposible para los consumidores mover las cosas», indica Andrew Yuen Chi-lok, de la escuela de comercio de la Universidad China de Hong Kong. 

De todos modos, según Jacky Fung, investigador del Instituto de Investigación Política de Hongkong, los compradores «amarillos» aportan un nuevo impulso al movimiento de protesta y cuestionan la idea de que la lucha por los derechos civiles se expone a repercusiones económicas desde Pekín.