“El tercer hombre”, venerada por cinéfilos pero ignorada en Viena, 70 años después

Los turistas que se lanzan a la búsqueda de la Viena crepuscular inmortalizadada en la película «El tercer hombre» lo ignoran por completo, pero esa obra maestra del cine negro nunca logró hacerse un lugar en el corazón de los habitantes de la capital austríaca.

«Austria es el único país donde esa película fue un fracaso», afirma Gerhard Strassgschwandtner, quien abrió un museo dedicado a la célebre película, dirigida por el británico Carol Reed.

Estrenada en septiembre de 1949, esta película en blanco y negro transcurre en una Viena desfigurada por la Segunda Guerra Mundial y se apoya en la fama de Orson Welles, uno de los actores. 

«El tercer hombre» tuvo éxito ya en la posguerra y obtuvo la Palma de Oro en Cannes y un Oscar, y posteriormente se tornó una obra reverenciada por los cinéfilos.

«Se convirtió en una obra de la cultura pop en todo el mundo, de Japón a Estados Unidos», dijo Norbert Ketter, director de la oficina de Turismo de Viena.

La banda sonora de la película, compuesta por el vienés Anton Karas y casi integralmente interpretada con cítaras, generó la venta de millones de discos en todo el mundo.

La película ha hecho tanto por la imagen de la capital austríaca como los palacios de la emperatriz Sissi.

Cada año, miles de turistas visitan puntos que aparecen en la película como si fuera una peregrinación. Las visitas incluyen por ejemplo las alcantarillas donde se desarrolla una de las escenas de persecución más célebres del largometraje.

Viena, nido de espías

La británica Maggie Regan vio la película por primera vez en Viena, hace 15 años, y volvió a la capital austríaca al cumplirse los 70 años de su lanzamiento.

«Quería volver a ver la película aquí. La sala estaba repleta. Algunas personas la veían por primera vez. Está magníficamente filmada, el ambiente te atrapa y los personajes ofrecen arquetipos increíbles», dijo Regan a AFP.

Welles interpreta a Harry Lime, un traficante perseguido por la policía. Aparece solamente al final de la película, luego de una tortuosa investigación realizada por su amigo Holly Martins (el actor estadounidense Joseph Cotten), quien viene a Austria para tratar de encontrarlo.

Filmada como un laberinto de ruinas en medio de adoquines mojados, la atmósfera de la Viena de posguerra -ocupada por ingleses, estadounidenses, rusos y franceses, y siempre saturada de espías- era un marco ideal para el escritor británico Graham Greene, autor del guión, cuya doble vida como escritor y espía era un secreto a voces.

Y es precisamente «esa imagen poco atractiva de la ciudad lo que ha irritado a los vieneses», observó Strassgschwandtner.

Los habitantes de la ciudad «acompañaron con entusiasmo el rodaje de una producción internacional y al final se vieron como personas que buscaban alimentos en la basura o que se niegan a cooperar con la polícía. No les gustó», recordó.

Un admirador en la CIA

Cuando en 2005 Strassgschwandtner abrió su museo en el centro de Viena, donde reunió su colección de más de 3 mil piezas, él y su esposa Karin Höfler pensaban dirigirse básicamente a un público austriaco porque la película «es un documento raro filmado sobre la Viena de esa época».

Y sin embargo «el 99% de nuestros visitantes son extranjeros, especialmente estadounidenses e ingleses», explicó la pareja. 

George Hilton, un británico de la ciudad de Leeds, descubrió «El tercer hombre» hace cuatro meses y habla de la película con verdadera pasión.

«Es una de esas historias que te hacen contener la respiración», dijo, asegurando que «la ciudad conserva aún alguna cosa de esa atmósfera, ya sea de día o de noche. Es realmente el lugar ideal para una película así».

Hilton y los otros visitantes no se sienten decepcionados ni siquiera cuando Strassgschwandtner les cuenta que Welles pasó solo una tarde filmando en las alcantarillas la célebre persecusión.

Ya convertido en un actor célebre por el lanzamiento de la película «Ciudadano Kane» en 1941, Welles se negó a pasar más tiempo en las alcantarillas y obligó a la producción a rodar en un estudio en Londres las otras escenas en las que él debía aparecer.

El impacto de la película fue tal que marcó hasta a un verdadero líder de los espías.

El exdirector de la CIA, Leon Panetta, relató en sus memorias la emoción que sintió en 2010 al llegar al aeropuerto de Viena. «Lo único que faltó fue la cítara de ‘El tercer hombre'», recordó.