El retorno a la era de China

rodolfo  bay1


La historia se repite, retorna, como la vida, todo es un ciclo, nacer, crecer, envejecer y morir… para luego renacer.

Las elecciones de EE. UU. trajeron los resultados que las encuestas no predecían, y que algunos ya atisbamos como posibles. Se ve que las empresas encuestadoras y los teóricos expertos del mass media poco de historia saben. Ya había pasado con las elecciones del brexit en el Reino Unido (del que también anticipamos un posible resultado favorable al mismo), o en la decisión colombiana al proceso de paz.

Quien conoce la historia sabe que EE. UU. siempre ha tenido la tentación de aislarse, ya pasó antes de la primera guerra mundial, o antes de la segunda. Quien conoce el Reino Unido sabe que nunca ha estado interesado en involucrarse en las relaciones europeas, prefiriendo destinos más exóticos.

En lo que ambas naciones hermanas, hasta la fecha, siempre se habían parecido era en buscar un equilibrio mundial que les permitiera desarrollar su hegemonía económica a través del libre comercio.

Pero hoy la elección de un Trump anti-libre comercio, y un entorno crítico en determinados grupos de occidente, hace que desconocedores culpen al comercio internacional de beneficiar a unos pocos. Quizás debieran preguntar a China, que en menos de cuatro décadas ha convertido a centenares de miles de ciudadanos, de obreros y agricultores de escasos recursos, a clase media pudiente. Todo gracias al libre comercio.

El error que estos grupos anti-trade cometen es no darse cuenta de que la razón principal por la que el retorno económico no ha llegado a más ciudadanos es por el siempre excesivo intervencionismo gubernamental en la economía.

Intervencionismo que ha generado o propiciado un endeudamiento público y privado del que es cada vez menos probable que se salga sin sufrimiento en Occidente. En el bloque donde se han tenido los mayores crecimientos en deuda, mientras otros practicaban la disciplina fiscal. Qué irónico, aquello que tanto se pregonaba al comienzo de los noventa a estados como Indonesia, cuando la crisis de los dragones asiáticos. Y que después ellos mismos, los países desarrollados, fueron de los peores en cumplir, alcanzando niveles de deuda cada vez más complicados.

Dicho endeudamiento permitió a unos de los menos eficientes actores económicos, que es el Estado, tomar las decisiones principales sobre inversión, impidiendo o reduciendo la capacidad de maniobra de aquellos actores económicos que mejor podían saber cómo generar riqueza, los emprendedores. Beneficiando solo a sus más allegados, pero que dudo mucho fueran los mejores emprendedores o gestores.

Y el resultado, malas decisiones económicas y más endeudamiento. Que lógicamente acabaron pagando los ciudadanos de la clase media, siempre la más sufrida. Aquellos que votaron por Trump o el brexit, cansados de ver que en crisis como la de las hipotecas subprime, donde solo un banquero de inversión acabó en la cárcel y un solo banco de inversión quebró, saliendo el resto de beneficiados por la burbuja inmobiliaria tan contentos, sin pagar por sus pecados económicos.

Pero el acierto en revelarse contra un establishment neocapitalista que poco tiene de liberal, no funciona si se culpa al actor equivocado. Y el comercio poco tuvo que ver en esto, todo lo contrario, ayudó a generar riqueza, que los intervencionistas utilizaron para apalancarse exponencialmente con más deuda para hacer sus negocios corporativistas.

Esperemos que los más liberales y libertarios dentro del partido republicano (y también del partido demócrata) hagan entrar en razón a Trump. Pues Estados Unidos si se ha beneficiado enormemente de los TLC, en un sector más abstracto, como es el sector servicios, donde no existe data cuantitativa posible de evaluación como la que se obtiene de las aduanas, pero que representa alrededor del 80 porciento del PIB de dicho país. Sino que el Sr. Trump se entere de la valoración de Facebook, o Google, fiel reflejo de las ganancias reales de la liberación mundial del comercio para EE. UU. Ganancias teóricamente escondidas, pero muy visibles. Y donde está el futuro, en la tecnología, y no en una industria obsoleta, como por ejemplo es la del carbón, aparte de lo dañina que es para el medio ambiente.    

Trump debe rectificar. Rectificar es de sabios, y en vez de pensar en crear muros, debe pensar en establecer puentes para el libre tráfico de mercancías, servicios y también, que no se olvide, de personas. El coartar la búsqueda del sueño americano sería el mayor error jamás ocurrido.

Si la testarudez prima sobre la sensatez, y el obcecado prima sobre el hombre de negocios, entonces la paciente China tomará el relevo. Ya ha comenzado a hacerlo, hablando con el resto de vecinos que todos somos, de la región del Pacífico. Ha tardado escasas semanas en hablar en APEC. Y es solo un primer paso.

El reino medio, como algunos llamaron a China, es sabio y paciente. Una civilización que empezó hace quizás más de 5,000 años, que fue una de las cunas de la humanidad y uno de sus primeros imperios, ha sabido esperar su turno, tras dejar su puesto de gloria siglos atrás.

Creyendo en el trabajo del día a día. Como una hormiga, poco a poco, sin descanso, han ido superando al resto de estados, hasta ser ya la segunda potencia mundial. Dejando que los demás fallaran mientras ellos seguían. Una estrategia digna del famoso arte de la guerra.

Uno pudiera criticar su sistema, donde el intervencionismo negativo tampoco es ajeno. Mas no lo criticaría sabiendo de donde vienen, de la triste revolución cultural, hasta donde han llegado a día de hoy como gran potencia, y a donde quieren llegar. Hasta han comenzando a rectificar en políticas como la medio ambiental, como deben rectificar en sus políticas de endeudamiento.

En el 2017 EE. UU. puede cometer un error del que quizás ya nunca se recuperará. Pues levantar a un gigante es complicado, hacerlo sucumbir no tanto, como un mero castillo de naipes. Si se da el diagnóstico equivocado a un problema que nada tiene que ver con los inmigrantes y sí con un sistema. 

Si ahora solo ve en la ecuación negativa a los más débiles, los que realmente hicieron este país, los inmigrantes, y se olvida en dicha ecuación, a sus verdaderos culpables, un gobierno excesivamente intervencionista y sus amigos los neocapitalistas, el principio del fin estará cerca.

Si ese día llega, yo solo podré cantar, God bless America, pues por mucho que algunos critiquen, habrá sido el mejor imperio que gobernó la tierra, que llevó la libertad, la democracia y el desarrollo a muchos rincones de la tierra.

Y le diría al sabio pueblo de china y a sus dirigentes, que vean a EE. UU. como el ejemplo del que aprender, que aprendan de sus errores, pero sobre todo de sus aciertos, que fueran muchos. Y le recodaría la famosa frase del Arte de la Guerra de Sun Tzu: El gobernante iluminado es atento y el buen general esta lleno de cautela.

 

 

 

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