Amigos y enemigos, mejoremos Guatemala

Pedro Cruz


En la era actual de redes sociales podemos tener muchos amigos que demuestran su amistad o apoyo con un me gusta, fav o retuit a las cosas que publicamos y que les llaman la atención. Sin embargo, un verdadero amigo es aquel que esta pendiente de las cosas de tu vida, buenas y malas. Un buen amigo es aquel que te dice las cosas que haces bien, pero también es el que te enfrenta y te dice las cosas que no están bien, para corregirlas.

Por otro lado, también existen los enemigos, quienes se oponen a las ideas, las formas de pensar y formas de actuar. En la gran mayoría de veces los enemigos son aquellos que atacan y buscan hacer de menos las cosas buenas que hacen las personas. Se podría considerar también que los enemigos también son cangrejos que ponen zancadilla por los éxitos de las personas.
   Muchas veces un país sale adelante por el empuje que ejercen las fuerzas sociales. Amigos y enemigos pueden tener opiniones contrarias, pero eso no quiere decir que no puedan hacer que se avance en la dirección correcta. Sin embargo, se teme mucho cuando las fuerzas no empujan sino que se polarizan. Entonces, el país ya no avanza, sino que tiende a estancarse y todos salimos perdiendo.

Cuando se contraría la polarización, no quiere decir que no se promueva la tolerancia ni la discusión de ideas. Todo lo contrario. Esta debe favorecerse siempre, pues es la puerta por excelencia por la cual atravesará la construcción de un país. La tolerancia es quizá la más grande de las virtudes democráticas. Nos lleva no solo a escuchar posiciones diferentes, sino también a tratar de empatizar con estas y tratar de encontrar puntos en común para tender puentes. La tolerancia nos lleva a querer examinar un punto de vista, a ponerlo en la balanza y analizar sus aristas. Desde ningún punto de vista la tolerancia es compatible con la descalificación per se. Los prejuicios y la tolerancia son totalmente contrarios. Estos no nos permiten construir sobre una base común sino más bien, nos llevan a un estancamiento en la propia visión que luego puede trasladarse a que el diálogo social no avance.

Al mismo tiempo, la libertad de expresión, la tolerancia y el respeto forman un trío dinámico que se hace completamente necesario en cualquier democracia que busque avanzar. Pero, ¿por qué? Porque, definitivamente, la libertad de expresión es uno de los derechos más fundamentales; pero este debe enmarcarse totalmente dentro del respeto. No porque seamos libres de expresarnos, vamos a olvidar la deferencia que debemos a las ideas, posiciones y personas. Si olvidamos esto, definitivamente hemos dejado atrás la posibilidad de vivir en una sociedad más justa y pacífica. Y en este marco, la tolerancia funciona como ese hermano conciliador que nos orienta a escuchar y analizar con respeto las ideas y acciones de las demás personas, actores y conglomerados sociales.

En los últimos meses se ha generado un importante debate entorno a las reformas constitucionales del sector justicia. Si bien es cierto el sistema de justicia necesita depurarse, no se trata de hacer todo a la carrera porque peor es nada. Se realizó un diálogo donde participaron personas de diferentes grupos sociales que están interesadas en hacer algo por el país, aunque desordenado, pero se hizo. Sin embargo, hace falta promover un diálogo político en donde se escuche la verdadera representatividad del país, el cual permita crear consensos que ayuden al sistema de justicia y a Guatemala a salir adelante.

Guatemala se encuentra en un momento importante que nos va a llevar a construir el país que queremos y nos merecemos. En la medida en la que comprendamos que tenemos que ser tolerantes y respetuosos de la forma de pensar de las demás personas, estoy seguro vamos a avanzar.
Que dos y dos sean necesariamente cuatro, es una opinión que muchos compartimos. Pero si alguien sinceramente piensa otra cosa, que lo diga. Aquí no nos asombramos de nada (John F. Kennedy).