El presidente «bueno» entre quejas y «amenazas»

Los coloridos discursos del presidente esta semana, lejos de presentarlo como “bueno” y espiritual, lo muestran como alguien que quiere manipular lo religioso.

Gonzalo Marroquín Godoy

Entender y analizar Guatemala es siempre complejo.  Esta ha sido una semana intensa llena de actividades políticas, discursos, celebraciones, denuncias, contradicciones –¿a propósito?–, y hasta la renuncia de un ministro, todo esto dentro de la alianza oficialista que lanzó a los cuatro vientos la fecha del 9 de marzo, casualmente el cumpleaños del presidente Giammattei, para celebrar el Día por la Vida y la Familia.

En dos o tres discursos –porque perdí la cuenta de cuántas reuniones se dieron–, Giammattei se presentó como gran cristiano –se dijo­ devoto católico–, haciendo grandes esfuerzos para quedar bien con los pastores evangélicos sus amigos, a los que clamó “no me dejen solo, cuando tenga que elegir fiscal general.

En uno de esos fogosos y complejos discursos dijo que ni esa nación que se cree poderosa –refiriéndose a Estados Unidos– me va a doblegar, y exaltó la voz para decir: ¡Si Dios es conmigo, ¿quién contra mí?, una frase que me hizo recordar al general Efraín Ríos Montt, quien la repetía continuamente, incluso poco antes de ser derrocado por su propio ministro de la Defensa, el general Oscar Mejía Víctores.

Obviamente, el objetivo de este tipo de expresiones es el de hacer creer a sectores de la población que se está gobernando con principios y valores cristianos.  Es más, dijo que él y algunos pastores evangélicos se juntan periódicamente, porque los buenos nos reunimos de vez en cuando.

Curiosamente eso de calificarse a él y a sus amigos pastores como buenos, debió ser cuestionado por los religiosos, pues la propia Biblia muestra que nadie puede llamarse bueno.

En efecto, Lucas el evangelista, narra lo siguiente: …y cierto hombre prominente le preguntó a Jesus: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le respondió: ¿Por qué me llamas bueno?: Nadie es bueno, sino solo uno, Dios.

Es decir que, aunque Giammattei quiera que lo veamos como bueno, se equivoca. Pero además, está lleno de incongruencias en su actuar.  Señaló también a la prensa que lo critica, pero se olvida que lo que muchas veces vemos en la prensa son más bien hechos, no criticas inventadas. 

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Por ejemplo, cuando se supo de la visita a su residencia de un grupo de ejecutivos rusos –la Trama rusa–, en vez de aclarar y si se trataba de mentiras, exigir una investigación del MP, lo que se dio fue la destitución del fiscal Juan Francisco Sandoval, quien tenía el testimonio de un testigo presencial del hecho. Ambos, Sandoval y el testigo tuvieron que salir al exilio.

Luego se desencadenó una cacería de brujas –que persiste hasta el momento– en contra de fiscales y jueces que han luchado contra la corrupción.

El que nada debe, nada teme, dice el refrán popular.  Entonces, si es tan bueno, ¿por qué desbaratar todo el aparato que podía investigar toda la corruptela?  Si es tan bueno, ¿por qué no le ha explicado al pueblo, ¡en detalle!, todo lo relacionado a la compra –estúpida o inmoral– de las vacunas Sputnik? A la fecha Guatemala ha perdido más de Q83 millones por las vacunas vencidas, pero esa pérdida se verá triplicada a finales de marzo… me temo.

Se muestra herido en su orgullo porque esa nación que se cree poderosa lo amenaza y quiere pisotear nuestra soberanía –dice él–, una frase que hace recordar a otro presidente, Jimmy Morales, quien se rasgaba las vestiduras por la soberanía nacional que, según él, estaba violando Iván Velázquez y la CICIG.

La soberanía radica en el pueblo.  Es decir, tú estimado(a) lector(a), yo, nuestras familias, todas las familias de Guatemala, que juntos formamos el pueblo guatemalteco.  La soberanía pues, es nuestra, aunque la delegamos en el Gobierno.  Es decir, que la tarea de los gobernantes es proteger los derechos del soberano (el pueblo).

Aquí lo que tenemos es un gobierno que hace y deshace por los intereses de la alianza oficialista. Por eso, la última encuesta conocida mostraba una desaprobación de más del 60 por ciento a la labor del mandatario.

Estados Unidos parece estar más bien alineado con un sentir general.  No se quiere la reelección de la fiscal general, Consuelo Porras.  Reelegirla presidente, es ir contra la soberanía del pueblo.  Tengo la percepción de que ya hay claridad en muchos sectores y que la forma en que la alianza oficial ha terminado con la independencia del sistema de justicia no es del agrado de la mayoría.  Eso es ir contra la soberanía del pueblo.

En fin, complejo para el análisis.  Lo que sí queda claro, es que todos los shows montados esta semana, ­incluyendo la aprobación y luego anuncia de veto a la Ley de Defensa a la vida y la familia, hicieron algo a favor de la alianza oficialista: dividieron más a los guatemaltecos.  Eso, con el perdón del mandatario, no lo hace un presidente bueno.