El país en donde no se crece

Guatemala es un bello país, pero los gobiernos se olvidan de su gente.  Las estadísticas no mienten. Pasan los años y la situación no mejora para la población. ¡Vergonzoso!

Gonzalo Marroquín Godoy

La portada dominical de elPeriódico tenía un pequeño titular que me impactó verdaderamente: El país donde no se crece. Seis palabras que describen una realidad de manera contundente. 

En las páginas interiores el reportaje ofrece las estadísticas y datos sobre la forma en que el Estado de Guatemala falla, ¡permanentemente!, en atender a la niñez, al extremo que uno de cada dos niños guatemaltecos en edad escolar –aproximadamente– no alcanza el promedio de estatura normal, lo que significa que será pequeño y seguramente su cerebro habrá sufrido también por la falta de alimentación adecuada.

Dos días después, el martes, otro titular del diario desnuda, aún mas, esta actitud casi histórica: Salud redujo Q137.5 millones a presupuesto contra la desnutrición.

Ni modo, así no se puede esperar que las cosas mejoren.  Eso sí, para sacudirse un poco la vergüenza de ser excluido de la Cumbre por la Democracia –Biden no lo invitó por la corrupción que hay en el país–, el presidente Alejandro Giammattei se montó un viajecito a Washington que costará una buena cantidad de dinero, porque se fue con Raymundo y medio mundo a pasear.

Volviendo a la falta de crecimiento de los niños, hay estudios que muestran claramente que en los cinco primeros años de vida es cuando el cerebro se desarrolla.  Eso quiere decir que además de sufrir por la falta de crecimiento –estatura–, hay que ver la falta de crecimiento intelectual, que sirve para la capacitación de la persona en su edad adulta.

Portada del diario elPeriódico del domingo 5 de diciembre.

Hace unos días conversé sobre el titular de marras con un gran amigo y colaborador de Crónica, Francisco Sandoval, a quien conocí hace ya muchos años, cuando él trabajaba para UNICEF –que vela por los derechos de la niñez en el mundo– y yo como periodistas me acercaba a esa fuente de información.

Comentamos que, en efecto, poco o nada ha cambiado la realidad de la niñez guatemalteca en el interior desde aquellos años –años 70 y 80 del siglo XX–, especialmente en aquellos departamentos marcados por la pobreza.  Por cierto, esa marginación es más sensible en las áreas rurales con población indígena. 

Cualquiera de mis lectores puede entender perfectamente lo que pueden sentir una madre o un padre que no han tenido educación, que la falta de oportunidades imperante les ha obligado a tener una vida de apenas sobrevivencia, y que ahora ve que el mismo futuro le depara a sus hijos, porque el Estado les da siempre la espalda.

En los últimos años se ha puesto mucha atención al tema de la migración hacia los Estados Unidos.  ¿Cómo no querer salir huyendo de un país que muestra una indiferencia absoluta ante esta realidad?

Entre las reflexiones que se agolparon en mi mente tras leer ese titular, me entró una duda: ¿Qué es peor, la falta de interés de los gobiernos en atender la realidad social del país o la corrupción acompañada por impunidad? La respuesta es patética: lo peor es la combinación de ambas, porque la segunda hace que se agudice la primera.

Jimmy Morales y Giammattei le han dedicado tanto tiempo a reforzar el estado de impunidad, que se han olvidado de lo prioritario. Entre las prioridades de nuestros gobernantes nunca ha estado la búsqueda del famoso bien común mencionado en la Constitución, esa Carta Magna que la han ido convirtiendo paulatinamente en papel desechable, porque no se cumple y se limpian con ella.

A los gringos les preocupa que se mantenga un flujo migratorio desde nuestros países, pero la verdad, esto no cambiará mientras no se quiera entender que los buenos resultados de la macroeconomía no producen necesariamente una mejor situación socioeconómica en el país. Sin oportunidades, el único camino para muchos es hacia el norte.

Es fácil dar discursos ante organismos internacionales presentando cifras que suenan bonito, pero la realidad no se puede tapar.  Aquello de Estado fallido, puede ser que a muchos les resulte una exageración, pero cuando vemos lo que está sucediendo en el país, hay que llegar a la conclusión de que estamos ante ese escenario fallido.

El fracaso institucional provoca ignorar el que debiera ser objetivo prioritario del Estado: las personas, sus derechos y libertades.

Guatemala es el país en donde no se crece.  Si ni siquiera se puede crecer en estatura, ¿cómo se puede crecer en otros campos en el país que niega oportunidades?

Se hace más esfuerzo en acosar judicialmente a periodistas, opositores o activistas de derechos humanos, que en trabajar para la gente…