El ocaso del triunfante

Renzo Lautaro Rosal
Hasta hace pocos meses, Manuel Baldizón y sus adláteres sonreían triunfantes por encabezar, sin competencia a la vista, la intención de los votantes hacia la victoria electoral. La alianza establecida entre su partido y los patriotas le había redituado grandes beneficios, especialmente de orden económico para apuntalar su organización partidaria. Tanto así que dado el descalabro del gobierno, ya no se trataba de un pacto horizontal sino ahora de supeditación de los naranjas hacia los rojos. Eso de aprovechar los momentos no es nuevo a Líder. En 2011, casi sin pensarlo, se beneficiaron del “préstamo” de la organización de la UNE, ganaron la segunda vuelta electoral y meses después, ya operando desde el Congreso, se hicieron de gran parte de la bancada verde para convertirse en una bancada dispuesta a paralizar la agenda legislativa, jugar a saboteadores para sacar ventajas, casi desde cualquier maniobra. En esencia, Líder es una construcción artificial, que ha sacado raja de quienes les anticipan, pero que a la postre se desgastan; maniobrando como una pala que recoge lo que los otros desechan o no pueden administrar.
Recursos ilimitados, estructura pegada con chicle, decisiones provenientes de un líder mesiánico que todo lo sabe y todo lo puede anticipar, hacen de Líder un partido imprevisible; tanto así, que su ideario y prioridades partidarias son toda una combinación creada para confundir y crear un imaginario cuasi misterioso. Su verdadera composición, alianzas e intereses trascendentes ha quedado al desnudo con los recientes casos emblemáticos. Tanto a nivel territorial como en la cúpula del partido, se privilegia el objetivo patrimonial-espúreo-criminal. Terminar de tomar por asalto el Estado, mejorar las lecciones aprendidas de quienes han gobernado en los últimos veinte años y redefinir la gran embestida para modificar/transformar las formas de hacer negocios, trasladar el escenario de los poderes paralelos que hoy deambulan por la periferia al nivel central, emerger nuevos actores políticos y económicos, entre algunas de las vertientes.
Líder presenta una imagen de aparente solidez, porque las jaurías que la integran tiene un interés inmediato de llegar al poder. Salir presurosos para comenzar una embestida a varios frentes. Ese mismo objetivo les hace ser endebles. Intereses aparentemente convergentes que fácilmente pueden entrar en pugna, facturas a pagar que contienen costos que salen de toda imaginación, nuevas demandas y actores que emergen, quienes obligarían a rebuscar opciones para poderse cumplir. En su origen presenta las condiciones de su fracaso. Como he mencionado en otras columnas, Líder no tiene escenario B. Morirán con la única pieza de su repertorio. De allí que la movilización y vigilia anunciadas sean recursos de protección y contención. Protección de su liderazgo que comienza a ser desmoronado a fuerza de golpes contra la impunidad que defienden; operadores territoriales cuyos rostros son colocados en el tapete de la corrupción y otros ilícitos. Lo que les queda son recursos simbólicos de resistencia, para hacer ver que están heridos pero no de muerte. Esos movimientos pueden jugarles una mala pasada; saben que vienen al reducto del voto anti-Baldizón, al núcleo duro de sus antipatías. Su voto duro no radica en la capital, por lo que no lo están comprometiendo. Si los medios de comunicación cercanos y otros aliados juegan de su parte, el asunto quedará como una turbulencia urbana, una muestra de cómo se reta a los poderes centrales y tradicionales. Los de afuera, los disfuncionales, los rechas muestran señalas de poderío. Si las cosas se salen de control, esto puede ser debut y despedida. Enterrar la más cercana posibilidad de llegar al poder. Las siguientes semanas serán pruebas de fuego para ver cómo se mueve Líder en aguas movedizas, donde su aparente comodidad es cosa del pasado. Las aguas le han llegado al cuello. ¿Es posible que sus bases fundadas en la diversidad de intereses, cierren filas alrededor del líder y su necesidad de protección? ¿será tanta la lealtad que sus operadores dejarán sus agendas propias en función de las pretensiones de su caudillo? Eso está por verse. Lo que está claro es que Líder llegará a las elecciones, si las hay, bajo condiciones malogradas, golpeado por diversos flancos y bajo esas condiciones requerirá una sanación especial para gobernar; de lo contrario, enfermo y con diversas miradas encima, su margen de maniobra para cumplir con el abanico de promesas, facturas y compromisos será mínimo, obligándole a imponerse por las buenas o por las malas, ya que el arte de negociar no forma parte de sus atributos.
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Hasta hace pocos meses, Manuel Baldizón y sus adláteres sonreían triunfantes por encabezar, sin competencia a la vista, la intención de los votantes hacia la victoria electoral.