El Foro de la Economía del Agua aboga por la planificación y gestión desde la prevención para frenar el cambio climático

La planificación hídrica y la gestión desde la prevención son dos elementos fundamentales para abordar los fenómenos climáticos extremos, como las sequías y las inundaciones. Dos herramientas que son también muy útiles para la gestión hídrica general, que debe apoyarse además en la gestión de la demanda y la educación ciudadana, según las conclusiones del IV Conversatorio del Agua en Chile, organizado por el Foro de la Economía del Agua.

El cambio climático es el culpable del incremento de los fenómenos climáticos extremos, algunos de los cuales se están convirtiendo en cíclicos. Según el director académico del Foro de la Economía del Agua, Estanislao Arana, hay que saber «cuándo estamos pasando de situaciones extraordinarias (que requieren medidas reactivas) a ordinarias, que se resuelven mediante la prevención». «Para ello, necesitamos más conocimiento técnico», dijo.

También destacó que, «para resolver problemas complejos, es necesario aplicar conocimientos de distintas áreas». «Además, los fenómenos climáticos no tienen fronteras, hemos comprobado que no es suficiente con aplicar perspectivas locales», afirmó.

Los ponentes del IV Conversatorio han coincidido en destacar la importancia de la planificación de la demanda y en la necesidad de cambiar el criterio tradicional, más centrado en la oferta. «La planificación es fundamental en la gestión hídrica, como en la mayoría de los problemas de la gestión del territorio», explicó Ángel Menéndez, Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Autónoma de Madrid.

Además, el experto puntualizó que «planificar no es lo mismo que intervenir» y ve imprescindible conocer «qué recursos tenemos y qué demanda hay que cubrir. Una vez obtenido el conocimiento hay que proceder a la toma de decisiones, «que no siempre son fáciles», apuntó por lo que cree que para tener éxito «es imprescindible la colaboración entre ciencia, derecho y política».

En la misma línea, Christian Rojas, Profesor de la Facultad de Derecho Adolfo Ibáñez, añadió que «el gran desafío jurídico es la coordinación; mientras que el reto a nivel técnico es llegar a los tomadores de decisiones».

Por su parte, Menéndez apuntó la importancia de detectar las zonas inundables para controlar las consecuencias de fenómenos como riadas e inundaciones, y recordó que «la ordenación territorial y urbanística es clave en este sentido».

Por otra parte, los ponentes resaltaron la educación como una de las bases para prevenir los efectos del cambio climático. Así, Gladys Vidal, Directora e Investigadora Principal del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería en Chile, situó a la educación y a la normativa como los dos pilares fundamentales para la prevención: «debemos pensar en cómo introducimos en las personas una nueva cultura del agua, y, a largo plazo, plantear la reforma de algunas normas para adaptarlas al cambio climático, como el Código del Aguas y la Ley General de los Servicios Sanitarios».

Vidal también pidió tomar medidas contra el cambio climático y recordó que en 2025 cerca de 2000 millones de personas vivirán en países o en regiones donde la escasez de agua será absoluta, siendo Chile es uno de los países que estará más expuesto a las situaciones extremas.

El ser humano, «fabricador del espacio de riesgo»

Por último, el catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina, aseguró que «el ser humano se ha convertido en un fabricador de espacios de riesgo, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX», que añadió, «se han invadido espacios de inundación y territorios fluviales, se han practicado explotaciones agrícolas y modelos de urbanización por encima de las capacidades de agua, generado mucha más vulnerabilidad ante la peligrosidad natural».

Por ello, estima que «la sostenibilidad debe ser el principio rector de la ordenación del territorio» y la gestión de la demanda debe ser «la apuesta fundamental para lograr el equilibrio hídrico» e hizo hincapié en la necesidad de aplicar criterios de economía circular, «el reintegro al sistema de los recursos ya usados a través de herramientas tecnológicas de las que ya disponemos y que deben estar presentes en la planificación hidrológica».

En la misma línea, Francisco Ramosellez, director del CEITSAZA (Centro de Investigación Tecnológica del Agua en el Desierto), afirmó que la gestión hídrica debe enfrentarse «a través de la mejora la gestión del recurso; la reutilización de las aguas; el cambio en los sistemas de cultivo en la agricultura, etc. La gestión del agua debe ir de la mano de la tecnología», concluyó.