EDUARDO COFIÑO: El Tren hacia el Futuro

EDUARDO COFIÑO K.

A veces a uno se le olvida que lo que uno escribe y publica públicamente es leído e interpretado por los lectores en diferentes formas. Entonces uno puede ser alabado, vapuleado, admirado y humillado, todo al mismo tiempo.

Uno no quiere ofender a nadie. Menos a cualquier hijo de vecino.

Lo hemos platicado antes. Parafraseando a Hemingway: uno intenta escribir lo mejor posible, intentando llegar a un nivel donde otros no hayan llegado. A veces uno lo logra. La mayoría de las veces, no.

Porque uno trata de trasladar en palabras los conocimientos, pensamientos o experiencias de una forma que sea exacta, inequívoca, como las matemáticas. Aunque a veces no. Escribir –la literatura–, también es un arte.

Y, digamos, así como en la pintura, cada individuo tiene un estilo único, personal. Yo no escribo así porque así lo quiera sino que porque así puedo. O así me sale, que es lo mismo. A no ser que sea uno de esos escritores copy-paste.

Pero, para entrarle en serio a algún tema, les manifestaba, en mi articulo anterior (#1-2017):  “Pero si hay un tema que me preocupa porque es a corto plazo para mejorar el largo plazo y es el tema de las hidroeléctricas. Porque allí hay problemas socio-económicos-ambientales, que cada año se complicarán aún mas.”

En ese párrafo hay mas filosofía que en varios tratados sobre Platón.

Pónganle coco, porque en el tema de los recursos naturales (bienes o servicios ambientales, les llaman también), si no se negocia ahora unas formas de organizaciones económicas mixtas con la población, principalmente, lo lamentaremos en el futuro.

Como ha venido la cosa y como se vislumbra que seguirá transitando el tren hacia el futuro; la toma de carreteras, las invasiones, la destrucción de los recursos naturales, las huelgas, el crecimiento demográfico desordenado y sin educación para la planificación de la paternidad responsable y sustentable, la falta de seguridad ciudadana, el analfabetismo, el desabastecimiento de hospitales, la falta de escuelas, equipos y maestros realmente capacitados, el deterioro de nuestra infraestructura de transporte, el desborde de la basura, el envenenamiento de nuestros ríos, lagunas y lagos, el atestamiento humano en las cárceles del país, la absoluta inexistencia de programas de rehabilitación, capacitación y re-incursión a la sociedad…la mediocridad, la masificación de la incapacidad y el deterioro genético del futuro guatemalteco, no se van a detener. No puede pasar desapercibido el lento –pero inexorable– deterioro paulatino y permanente de la Reserva de la Biósfera Maya (RBM). Incluso las áreas administradas por las propias comunidades –pese a su esfuerzo titánico–son afectadas cada año. Todo esto a simple vista de cualquier cristiano. Y estamos hablando del Activo Fijo mas importante de este país. Si se destruye la RBM, Guatemala pierde lo mas valioso que le queda.

A las hidroeléctricas hay que ponerles mucho coco.

Si actuáramos inteligentemente, los guatemaltecos buscaríamos una forma de hacer partícipes de los recursos a todos los habitantes, como piedra filosófica del desarrollo.  Las hidroeléctricas presentan la oportunidad perfecta para que la iniciativa privada comparta con todos los habitantes el beneficio del capital, de la utilización responsable de los recursos del país y, ¿quién sabe?, quizás encontramos, a través de las hidroeléctricas, el camino que nos lleve a la Guatemala sostenible y sustentable en la que muchos hemos soñado.

Complicado, el tema de las hidroeléctricas, porque utilizan bienes que son de todos.

Mi humilde opinión, por ahora.

Uno entiende que en los bosques altos se concentran lluvias que son capturadas por el suelo fecundo y por las raíces de los arboles, para que se conviertan en torrentes subterráneos (es  fácil imaginarse el suelo, como una esponja) que se concentran y desembocan en manantiales, que se convierten en ríos, que el agua en movimiento de los ríos contiene (per sé, por regalo de Dios) energía cinética. Y que la energía cinética del agua se puede convertir en energía eléctrica.

No sé, me imagino que el inversionista debe tener siempre el control accionario y operativo de la hidroeléctrica debido al  factor del mantenimiento a perpetuidad, inherente en este tipo de proyectos. Eso solo lo puede dar o, mejor expresado, solo lo puede lograr, a largo plazo, la iniciativa privada. Y para esto se tiene que ganar dinero.

En el caso de socializar el capital y/o la inversión, la forma de permitir la participación ciudadana y comunitaria sería, en el primer caso, por la venta de Acciones, limitadas, específicas y divididas en grupos empresariales, personales y comunitarios. En cada caso se debe estipular qué tipo de Acción es y los montos permitidos a cada grupo, persona, comunidad.

En el caso de las Municipalidades, se pueden negociar mediante procedimientos en los cuales la adquisición de Acciones, por parte de la Municipalidad, puedan efectuarse mediante acuerdos de “autopago”, o sea que con las Utilidades Anuales correspondientes, se paguen en el tiempo. O Préstamos mixtos. Dependería  de muchos factores, la negociación, pero siempre se debería poder llegar a una Acuerdo satisfactorio. Nuevamente, los principios o lineamientos de La Economía del Bien Común, deberían privar.

Entonces si, a partir de la participación publico-privada en las hidroeléctricas, si el resultado es satisfactorio, como sería de esperarse, podríamos intentar hacer lo mismo en las carreteras, por ejemplo y que algún día participáramos  todos de los beneficios de la explotación racional y sostenible de los recursos productivos del país, como una filosofía de desarrollo nacional.

No entiendo porqué los propietarios de las empresas privadas del país, no tienen la visión necesaria que, un movimiento financiero de este tipo, no tiene ninguna repercusión en el manejo de las propias empresas, sino que, mas bien, se consolidan al lograr que, aunque solo sea un poquito, todos pudiéramos ser dueños de todo. El caso de los Bancos privados es un buen ejemplo. Tienen cientos, si no miles, de Accionistas Propietarios.

En fin.

Hay mucha tela que cortar. Pero podríamos confeccionar, entre todos, un buen traje a la medida.