¿Degas inmortalizó la Ópera de París? Una muestra desmonta el mito

Sus pinturas de bailarinas parecen más verdaderas que en la realidad. Pero Edgar Degas inventó la mayoría de las escenas de la Ópera de París, tras haber hecho posar a sus modelos durante largas horas en su estudio, según una muestra en la capital francesa.

«Degas en la Ópera», en el museo de Orsay, muestra cómo el artista que pintó lo más fielmente posible a las bailarinas, creó muy a menudo cuadros «fantasmagóricos» desde su propio taller, lejos de las salas de ensayo.

En realidad, Degas (1834-1917) no pintó nunca ‘in situ’ y casi nunca dibujó.

Pero sus obras son «como si asistiéramos» a los ensayos y a las escenas de danza, asegura a la AFP Kimberly Jones, conservadora de la National Gallery of Art de Washington, que prestó una veintena de cuadros para esta exposición.

«Son tan naturales (…) algunas poses son incluso un poco torpes, con bailarinas frotándose las rodillas o inclinadas hacia delante», agrega. Y con razón: El ‘pintor de las bailarinas’ contrataba modelos en su estudio que «posaban durante horas», según Jones.

De ahí la precisión legendaria de las posiciones de los brazos y los pies de puntillas, doblados. «Era un observador extraordinario (…) Hacía estudios de pies mirando cómo las bailarinas se posicionaban en primera o segunda posición».

La ópera, «su laboratorio»

Si bien sus primeras pinturas de ballet en los años 1870 tuvieron éxito, persiste la duda sobre hasta qué punto frecuentaba las salas de ensayo durante ese periodo, dado que no se convirtió en «abonado» hasta 1885, lo que le permitía acceder a los bastidores.

«He hecho tantas de estas pruebas de danza sin haberlas visto que me siento un poco avergonzado», reconocía en una carta de 1880, en alusión a los exigentes concursos de promoción de bailarines todavía en vigor en el Ballet de la Ópera de París.

Pero estas pinturas no habrían sido creíbles si el artista no hubiera conocido bien la danza y la ópera. «Muy rápidamente, convirtió la Ópera en su laboratorio, un lugar donde podía explorar libremente la cuestión de la iluminación, la forma y el fondo», explica Henri Loyrette, comisario general de la muestra.

Más de 200 obras de la exposición van más allá de las pinturas al pastel de bailarinas, con obras de compositores, músicos y coristas.

Incluye también el aspecto más sórdido de la Ópera de aquella época: los abonados, burgueses vestidos de negro, colocándose muy cerca de las bailarinas con sus tutús blancos.

Algunos «se convertían en los ‘protectores’ de las bailarinas, las ayudaban a ser promovidas (…) pero a menudo esperaban favores sexuales a cambio. Degas era consciente de ello», explica Jones, al subrayar la precariedad de las bailarinas que procedían muy a menudo de la clase obrera.

El pintor «las muestra con sus depredadores. No era cómplice, pero tampoco los denunciaba», según Marine Kisiel, conservadora del museo de Orsay.

Muy tímido y reservado

Degas ilustrará «Les petites Cardinal» de su amigo libretista Ludovic Halévy. «Vemos una proximidad muy evidente entre las escenas de vida de la Ópera y las escenas de prostíbulos, en el que el abonado se convierte en cliente, la bailarina en prostituta y la madre en la madama», según Loyrette.

Los expertos coinciden en señalar que Degas respetaba a la bailarinas y su dura carrera.

Y si bien tenía fama de misógino, según Kisiel «ayudó a pintoras a emerger como Berthe Morisot». Según Jones, era sobre todo un «misántropo», «muy tímido y reservado».

Apasionado de la Ópera hasta su muerte, para Degas era incomprensible que hubiera pintores como Gauguin que tuvieran que irse hasta Tahití para hallar su inspiración. «Se ve la diferencia entre un artista que busca fuera mientras otro que encuentra lo que busca a unos pasos de su casa», según Loyrette.