Cuando Dom Pérignon bebió estrellas el mundo conoció el Champagne

Champagne, al Noroeste de Francia, es la única región del mundo donde se elabora exclusivamente vino espumoso. Solamente se denomina Champán o Champagne AOC a los vinos espumosos producidos por uvas vendimiadas.

Las tres variedades principales para su elaboración son Chardonnay, Pinot Noir y Meunier. Siempre a través del “Méthode Champenoise” o Método Tradicional de segunda fermentación natural en botella. Los enólogos de la Champaña son los únicos que pueden legalmente hacer constar en la etiqueta el término “Méthode Champenoise”.

Según su contenido de azúcares y estilos distinguimos: Brut Nature, Extra Brut, Brut, Extra-Sec, Sec, Demi-Sec, Doux, Non-vintage (NV), Vintage, Cuvée Prestige, Rosé, Blanc de Noirs y Blanc de Blancs.

¿Quién fue el inventor de esta bebida?

La tradición atribuye el descubrimiento a Dom Pierre Pérignon, un monje benedictino francés que vivió entre 1638 y 1715 y que pasó buena parte de sus 77 años de vida en la abadía de Hautvilliers, situada en plena región de Champagne.

La leyenda cuenta que dio con la fórmula por pura casualidad y que cuando bebió por primera vez ese vino espumoso y sintió en su boca la explosión de todas esas burbujas llamó a gritos a los demás monjes de la abadía: «¡Venid corriendo, estoy bebiendo las estrellas!».

Su bebida tuvo una pronta aceptación y por ser de la región de Champagne quedó bautizada de manera homónima.

Cuentas las buenas lenguas que el rey Luis XIV mandaba a que le trajera el vino del monje, como llamaban en un comienzo a su creación. En pocos años todas las cortes del Viejo Mundo lo consumían a mansalva, es decir, como es debido.

En los años siguientes, el monje se preocupó por mejorar sus vides y por indagar con el ensamble de distintas cepas, lo que hizo aumentar aún más su bien ganada fama.

Al morir el monje su legado se mantuvo entre sus compañeros hasta que, en 1794, la firma Moët e Chandon compró las tierras de sus viñedos y comenzó una producción que se extiende hasta nuestros días, teniendo como marca insignia la que recuerda al monje y que es considerado uno de los mejores champagne del mundo: Dom Pérignon.