Contar historia de impunidad es una necesidad para el cineasta guatemalteco Jayro Bustamante

Contar el drama que genera la impunidad en Guatemala es una necesidad para Jayro Bustamante, quien hizo historia como el primer director con dos películas el mismo año en la sección dedicada al cine latinoamericano en el Festival de San Sebastián.

«Uno de los más grandes problemas en Guatemala es que no se nos cuenta nuestra historia reciente, no hay una historia oficial, ni películas, ni libros, entonces cada quien cuenta la historia que le conviene», señaló Bustamante, en entrevista con la AFP.

El realizador de 42 años presentó dos filmes en la sección Horizontes Latinos: «Temblores», en liza por el premio a mejor película latinoamericana, y «La Llorona», proyectado este viernes fuera de competencia para clausurar la categoría.

El primero aborda la represión social a los homosexuales en Guatemala, mientras que el segundo carga contra la impunidad en los juicios a militares por crímenes durante los 36 años de guerra civil, que dejaron 200 mil muertos y desaparecidos, sobre todo en comunidades indígenas, a manos de las fuerzas de seguridad del Estado.

La buena salud del cine guatemalteco quedó confirmada con la presencia de otro filme del país en Horizontes Latinos, «Nuestras madres», de César Díaz.

Esta película, sobre la búsqueda de desaparecidos en las masacres de poblaciones mayas, alcanzó su propia hazaña en Cannes, alzándose con la Cámara de Oro a la mejor ópera prima.

La cultura responde

El hecho de que las tres películas aborden espinosos temas responde a que se está empezando a perder el miedo «que todavía prevalece en nuestra sociedad», a más de 20 años de culminado el conflicto, en 1996, dijo Bustamante.

«No es normal que tengamos estos problemas no resueltos, y que seamos tan discriminadores y seamos tan impunes, eso no es normal. Como ninguna entidad de poder se está ocupando de eso, (…) lo hace la cultura», explicó.

«Los cineastas que tienen un poco de responsabilidad civil, lo están haciendo», apuntó.

«Al final las nuevas generaciones no saben nada [de la historia] y el interés era poder contarla a las nuevas generaciones, con un lenguaje que les pareciera atractivo», dijo Bustamante, quien buscó hacerlo en particular con «La Llorona».

En este filme mezcla el cine de autor con el de terror, para contar el juicio al general Monteverde, un personaje inspirado en el exdictador Efraín Ríos Montt, quien fue condenado en 2013 por genocidio pero cuyo veredicto fue anulado, y murió en 2018, a los 91 años, sin haber pagado por sus crímenes.

Ante la impunidad en la tierra, La Llorona, quien es «la madre tierra que llora a todos los desaparecidos y víctimas de las masacres», se convierte en una «justiciera», explicó Bustamante.

«En este tipo de sociedades en donde el Estado no cumple su función, tendemos a buscar en lo sobrenatural o religioso las respuestas. (…) Por eso vivimos en un realismo mágico permanentemente, pero no como el de (Gabriel) García Márquez», sino uno donde «la única esperanza viene del más allá», dijo Bustamante.

En ixil

La película, de gran impacto visual, incluye en su reparto a verdaderas víctimas, como el caso de una mujer indígena que testificó en un juicio real, o miembros de la organización HIJOS, que buscan a sus familiares desaparecidos, que hacen de extras en una manifestación contra el general Monteverde.

El filme usa con naturalidad el ixil, uno de los 22 idiomas mayas, lo que para Bustamante podría servir para «llegar a nuestra gente» con esta producción.

Bustamante dijo esperar que el éxito que han tenido las películas guatemaltecas resuene en los «oídos de la gente que tiene el poder de tomar decisiones y cree al final un fondo» de respaldo al cine, en un país que carece de una escuela para aprender el oficio y donde el Estado no financia el séptimo arte.