Conexión checa, el inicio de la caída de Árbenz

Alfhem en Guatemala: El barco que sirvió a la CIA


Este es un pasaje poco conocido en la historia sobre la intervención de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en Guatemala.  El 15 de mayo de 1954 el barco Alfhem, con bandera sueca, atraca en Puerto Barrios y desembarca un cargamento de armas checas para el gobierno. Era el pretexto que se esperaba para poner en marcha el movimiento para derrocar a Jacobo Árbenz.


El secretario de Estado, John Fuster Dulles, no logró que en la Conferencia Interamericana de Caracas se incluyera una condena anticomunista para Guatemala, y eso complicaba cualquier intervención en contra del presidente Jacobo Árbenz Guzmán, ya para entonces muy confrontado con los intereses de empresas estadounidenses y sectores políticos conservadores del país.

Es el mes de marzo de 1954. Pero desde un año antes, a raíz del embargo de armas impuesto por Estados Unidos, el gobierno guatemalteco ha iniciado los contactos para comprar un cargamento de armas a Checoslovaquia, el cual se intentará traer en completo secreto a Guatemala.

Pero como bien describen Stephen Schlesing y Stephen Kinzer en el libro Fruta amarga, la CIA en Guatemala, si el presidente guatemalteco pensaba mantener ese secreto estaba en un error. Los norteamericanos, en efecto, se habían enterado del interés de Árbenz por las armas checas ya el 4 de abril de 1953, aunque no lograron obtener pruebas contundentes hasta poco antes de que fueran enviadas desde un puerto polaco.

A principios de 1954, la CIA envía a Polonia a un empresario alemán. Es en realidad un agente encubierto, quien detecta movimientos extraños para cargar un barco de origen danés, el Alfhem, carguero de 4,847 toneladas, el cual hacía viajes misteriosos con carga checa hacia países como China, fletado por el empresario sueco Alfred Christensen, de Estocolmo.

Según puede determinar la CIA —se sabe por documentos desclasificados a principios de este siglo—, el suministro de armas para Guatemala sigue un procedimiento bien establecido: Los checos cargan contendores de la fábrica Skoda con fusiles, municiones y artillería, y los trasladan en un tren de la empresa Metrans, hacia la ciudad polaca de Szczeei, en donde se entrega en el puerto a un personaje de apellido Müller, quien falsifica los manifiestos de aquel embarque.

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Mientras todo esto ocurría, en parte a espaldas de la CIA, la agencia estadounidense buscaba el pretexto ideal para promover una invasión bajo el liderazgo del coronel Carlos Castillo Armas. De hecho, se preparaba un falso embarque con armas soviéticas en Nicaragua bajo la protección de Anastasio Somoza, aliado incondicional de Washington.

No sospechaban que pronto un embarque real les serviría de excusa perfecta para actuar militarmente contra el presidente Árbenz.

El Alfhem zarpa

Para entonces la CIA sigue el cargamento con atención, pero no sabe exactamente de qué se trata, ni cuál es su destino. Son 2,000 toneladas que se han trasladado misteriosamente y ya están dentro del barco Alfhem, cuyo capitán, Johan Henry Lind, únicamente sabe que debe viajar a Dakar en Senegal, y esperar instrucciones para el destino final, aunque sospecha que lleva armas, algo muy diferente a lo señalado en los manifiestos.

Son años en los cuales la inteligencia estadounidense y las de los países de la Cortina de Hierro juegan continuamente al ratón y al gato. El 17 de abril de 1954 se inicia la travesía. Cuando navega por el Golfo de Viscaya, Lind recibe órdenes de dirigirse a Curazao en el Caribe, en donde le ordenan que enfile hacia las costas de Honduras, en Puerto Cortés. Nuevamente espera instrucciones para su destino final.

Dos situaciones ocurren en este trayecto. Los marineros del barco descubren por casualidad que transportan armas y se produce un monitoreo por parte de la marina estadounidense y la propia CIA, el cual les permite seguir la ruta paso a paso, aunque aparentemente le pierden, temporalmente, la pista entre Curazao y Honduras. Se sabe que la CIA solicitó autorización para hundir el Alfhem, pero Washington no aprobó la operación.

En el gobierno guatemalteco se mantiene el hermetismo, pero se hacen los  preparativos para recibir y trasladar el armamento. El responsable de las negociaciones y logística ha sido Alfonso Martínez  Estévez —un íntimo colaborador de Árbenz— en coordinación con el ministro de la defensa, el coronel José Ángel Sánchez. Ambos viajan a Puerto Barrios para recibir el ansiado pedido.

Según Francisco Villagrán Kramer en su libro Biografía Política de Guatemala, en el manifiesto que presenta el barco Alfhem se establece claramente que se trata de equipo agrícola de origen checoslovaco, y dirigido al gobierno de Guatemala.

Las instalaciones del puerto en Izabal se cierran ese 15 de mayo con gran despliegue militar —que no pasa desapercibido—, y se traslada en convoy, también con custodia del Ejército. Parte de aquel armamento sería para crear milicias populares, precisamente para defenderse de cualquier fuerza invasora, porque el temor existe.

Para entonces, la CIA sigue al detalle todo lo sucedido, y el secretario Dulles prepara el siguiente paso: la denuncia internacional sobre el peligro de una fuerza militar comunista muy cerca del Canal de Panamá. La justificación perfecta para lo que está por suceder.

El exvicepresidente Villagrán Kramer describe aquel momento de la siguiente manera:

La Operación Éxito entró en su fase decisiva. Por una parte el plan de operaciones psicológicas, ejecutadas desde Nicaragua por una radio clandestina que difundía bajo el nombre de la Voz de la Liberación. Su personal, guatemalteco, con asesoría del agente David Atlee Phillips.

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Repercusiones en Washington

Al día siguiente, en Washington, el director de la CIA, Allen Dulles, logra convencer a los encargados de seguridad nacional de Estados Unidos, sobre la supuesta intención del presidente Árbenz, que era fortalecerse militarmente para aplastar a sus vecinos y terminar invadiendo la Zona del Canal en Panamá. El 17 de mayo, el Consejo de Seguridad Nacional (CSN) aprueba el incremento de ayuda para las fuerzas de Castillo Armas y se establece que la invasión debe realizarse en el mes de junio.

Estados Unidos aprovecha bien sus cartas sobre el cargamento de armas y su pretexto para la invasión. El 19 de mayo, el presidente Dwight D. Eisenhower declara que las armas llegadas a Guatemala servirán para establecer una dictadura comunista en este continente, en detrimento de todas las naciones americanas. Las fuentes oficiales estadounidenses hablaban de un plan soviético para conquistar las américas.

Un comando de la CIA, dirigido por Rib Robertson, intenta en tres ocasiones detener el convoy ferroviario con las armas, pero fracasa. El 26 de mayo todas las armas están en la capital; sin embargo, el aparato de información para justificar la invasión está en marcha y la prensa norteamericana muestra su preocupación y califica la llegada de las armas como una bomba atómica planteada en nuestro traspatio.

Lo que en ese momento no se sabía es que aquellas armas compradas a la antigua Checoslovaquia resultan al final en un absoluto fraude.

El 21 de mayo el gobierno guatemalteco emite un comunicado en el que justifica la compra de armas al bloque soviético por el embargo impuesto por EE. UU., mas elude reconocer que se hizo la negociación con Checoslovaquia, noticia que es confirmada en una entrevista que el diario mexicano Excelsior hace con el embajador de nuestro país, Mario Roberto Alvarado.

Pero la confirmación sobre el misterioso cargamento que trajo el Alfhem, se la brinda directamente el canciller Guillermo Toriello al embajador John Emil Peurifoy, quien reconoce que se compraron armas que provienen de un país satélite de la Unión Soviética. Lo más importante para las intenciones estadounidenses es que este hecho aísla diplomáticamente a Guatemala del resto de estados latinoamericanos.

Paralelamente a esta crisis provocada por la Conexión Checa, el gobierno de Árbenz enfrenta en lo interno la fuerte oposición a sus políticas de reforma agraria, que afectaban directamente los intereses de la United Fruit Company (UFCO), la poderosa transnacional estadounidense, con grandes plantaciones de banano en el sur y norte del país.

El 10 de junio, el secretario Dulles se comunica con los gobiernos latinoamericanos y pide influir para impedir el avance del comunismo en Guatemala y la región.  No anticipa lo que sucederá, pero neutraliza cualquier reclamo. El 17 de junio, el coronel Castillo Armas inicia desde Honduras la famosa invasión de la Liberación, que terminó con el derrocamiento del presidente Árbenz el 27 de junio de 1954.

Curioso, con el tiempo se sabe que aquel temido cargamento de armas, que sirvió de pretexto oficial para la invasión, fue en realidad un engaño para el gobierno arbencista. Se trata de armas obsoletas, como se describe en Fruta amarga:

 …en gran parte consistía en armas obsoletas, ni prácticas ni funcionales. Los cañones antitanque no tenían ningún valor puesto que ningún país centroamericano tenía tanques. Los cañones alemanes estaban construidos para ser trasladados en modernas carreteras que no existían en Guatemala, y muchos de los fusiles y ametralladoras, sobrantes británicos, checos y alemanes, de la segunda guerra mundial, no funcionaban.

Las armas no sirvieron más que para contribuir a derrocar al presidente.