China tose… el mundo se agripa

El Año Nuevo no trajo buenas noticias para la economía mundial: las bolsas de China cayeron y arrastraron a otras tan importantes como las de Nueva York, Tokio, Madrid, Londres o México, pero también provocaron la baja de algunos productos básicos, como el petróleo. Es un presagio que confirma que la economía china está en aprietos, y eso hace temblar al resto del mundo.

John Kutler Martínez

Nueva York – Las noticias que llegaron desde Shanghái con el inicio de 2016 impactaron en la Bolsa de Nueva York, que también mostró una tendencia a la baja por la preocupación de los inversionistas sobre los coletazos que el desplome de la economía china pueda tener en el resto del mundo.

China se ha convertido en la segunda economía global, pero los economistas saben que hoy en día está enferma, y nadie tiene la cura segura a la mano. Luego de crecer 160 por ciento en 2014,  entre julio y agosto del año pasado cayó 40 por ciento, con claros signos de una desaceleración descontrolada que no fue atendida a tiempo y ahora las previsiones son más pesimistas.

La Bolsa de Shanghái cayó 7 por ciento al apenas abrir las operaciones el pasado lunes, lo que obligó a un pronto cierre de sus operaciones para impedir pérdidas mayores. Eso disparó la alarma en todo el mundo y en Latinoamérica preocupa especialmente a los Gobiernos de Perú y Ecuador, dos países que han tenido fuerte inyección financiera del país asiático.

Hay que recordar que las finanzas      –que se mueven por medio de las bolsas de valores– han llegado a constituirse en el corazón de la economía moderna. Si funcionan bien, el mundo está sano, si se atoran, por cualquier motivo, se pueden ver auténticos descalabros.

Hay pesimistas que incluso aseguran que el cambio económico global llegará cuando las bolsas no puedan controlar alguna caída de gran magnitud.

Aunque aún crece la economía de China, los expertos dudan que su crecimiento haya alcanzado el año anterior el 6.9 por ciento que anunció el Gobierno de Beijing, porque muchos creen que se trata de una política de comunicación del Partido Comunista, que pretende mantener la estabilidad más allá de la credibilidad.

Ahora mismo, China está en su peor momento en los últimos cinco años, pero no se percibe que Wall Street haya entrado en pánico. Más bien se estima que esa economía está en una etapa de pánico moderado, pero no ha alcanzado aún el calificativo de crisis global, aunque esta caída ha provocado efectos negativos en los cinco continentes.

Los análisis macroeconómicos que se conocieron a finales del último trimestre del año anterior mostraban más bien una ligera recuperación. Luego del golpe que hubo en el trimestre anterior, el consumo sigue creciendo y las ventas de propiedades están en ascenso, dos índices que se consideran más bien sanos.

Un estudio muy reciente de la firma Sanford Bernstein es menos optimista. Está basado en las compras de automóviles, teléfonos móviles y hasta boletos para el cine, así como compras en línea, y concluye que hay una baja sensible en este tipo de transacciones. Esta firma de investigaciones económicas estima que el crecimiento económico de China en el tercer trimestre fue de apenas 4.1 por ciento.

En todo caso, la economía china no se ha desmoronado. Hay que recordar que durante más de una década el país asiático ha logrado tener un crecimiento sostenido del 10 por ciento, algo que no se ha visto en otros países. Ello es lo que llevó a esa economía a ser la segunda más grande, solamente después de la de Estados Unidos.

El experto economista de American Interprise Institute, dijo a CNN que él no cree que la economía china se haya desmoronado, y más bien habla de una economía con un crecimiento económico masivo.

La mayoría de expertos que han sido consultados en estos días por la empresa especializada destacan que hay baches en el camino, pero estiman que con medidas correctivas se podría superar el momento y ver nuevamente a China creciendo e imponiendo una agenda económica a muchos países.

Eso se ha visto en Latinoamérica, en donde naciones como Perú y Ecuador han trasladado sus deudas a la banca internacional china, que concede préstamos con bajas tasas, aunque casi siempre imponen compromisos, como comprometer la producción agrícola, minera y de petróleo, si lo tienen los países que reciben su dinero.

La apuesta aquí es que China sí tiene problemas, pero se percibe confianza en que sabrá resolverlos. Algunos señalan que ese país asiático debe dar un paso más allá que producir productos más baratos, y controlar lo que aquí se llama la bomba de la deuda. Ambas acciones no son fáciles de llevar a cabo y pueden tomar tiempo.

Para algunos, el tema prioritario para atender es el de la deuda. El gobierno federal chino tiene reservas en gran cantidad, pero se ha detectado que los gobiernos locales, los bancos y empresas han prestado fuertemente. La deuda china se ha disparado y sube constantemente desde 2007. Los datos fijan que la relación deuda-PIB es de más del 280 por ciento. Esa deuda no será fácil de pagar y hay que recordar que China tiene una sociedad que envejece. Parece algo intangible, pero es una realidad que presenta nubarrones en el futuro no tan lejano.

 

Las noticias en los medios

Así como los expertos, la prensa internacional ha dado amplia cobertura a lo sucedido en Shanghái y el mundo. Esta es la forma en que comienza el pánico, ha escrito la prestigiada revista Time, que advierte al mismo tiempo que en medio de la confusión todo el mundo corre para salir primero.

Ese efecto es real y es el que más preocupa a las bolsas de inversión, porque con caídas como estas el pánico lleva a que el daño pueda ser mayor.

La prestigiosa publicación económica Business Week, en su edición internacional, publicó que los líderes titubean, los mercados se tambalean,  y anticipa que hay una estampida de inversores para salir de Asia. Se recogen también las declaraciones del ministro de Finanzas de Japón, quien calificó de situación crítica lo sucedido y teme que la crisis crediticia sea peor de lo esperado.

El Mail &Guardian escribió en su sección económica que hay que tener cuidado del torbellino de la especulación, y mira como algo negativo que se crea erróneamente que las acciones pueden subir sin límites.

Aunque hay que tener prudencia, también se ha visto que tras caídas como la sucedida el lunes en China, la recuperación de las bolsas puede traer grandes ganancias para inversionistas más arriesgados. Eso es jugar a la bolsa, pero ni el colapso ni su recuperación muestran el estado real de la economía, por eso hay que ser prudentes en el manejo de inversiones.

El impacto en la población China no es igual al que se tendría en Estados Unidos. En este país, alrededor del 50 por ciento de las personas invierte en la bolsa de valores, mientras que en la nación asiática apenas es el 6 por ciento, lo que significa que el efecto masivo en la población sea débil.

Por ahora, cabe esperar que los esfuerzos sean para estabilizar la situación global para no llegar a una crisis. Sin embargo, ya se puede anticipar que no se verá en el corto plazo una recuperación de los precios de las materias primas, lo que supone un golpe para muchas economías latinoamericanas que dependen de diversos productos, hoy golpeados en los mercados internacionales.

En conclusión, cuando se produce el boom económico de China hay beneficios para todo el mundo. Así, de economía emergente, este gigante asiático pasó a ocupar el lugar de la segunda potencia económica global, a pesar de los índices de pobreza de su población, que la ubican como una nación en vías de desarrollo.

En esta posición, su poder, pero también su vulnerabilidad, se han convertido en factores determinantes para el mundo. Cuando China tiene apenas índices de una enfermedad, sus efectos pueden llevar a otras naciones del mundo a enfermarse hasta de gravedad, algo que puede medirse por la dependencia que creada entre las dos economías.

La Bolsa de Shanghái es una de las que más influye en el mundo, por el tamaño de la economía china.

La sociedad china sigue con un ritmo importante de consumo, lo que hace suponer que no habrá un colapso… por ahora.

La caída de la bolsa china obligó a un cierre el pasado lunes, pero sus efectos se sintieron en todo el mundo.