Brasil cambia giro de su diplomacia tras suspensión de Rousseff

El cambio en la política exterior de Brasil con el presidente interino Michel Temer será drástico. Así lo evidencian sus airadas reacciones ante los gobiernos de izquierda que calificaron de golpe la suspensión de Dilma Rousseff.

El nuevo canciller José Serra asume formalmente el ministerio este miércoles y cambiará la atención de la diplomacia hacia Estados Unidos y el mundo desarrollado, con fuerte foco en la economía, en detrimento de la política orientada a la región que marcó el ciclo de Lula y Rousseff, coincidieron analistas consultados por agencias internacionales.

Serra, senador y excandidato presidencial socialdemócrata derrotado por ambos, fue nombrado hace casi una semana cuando Rousseff fue apartada del cargo para enfrentar un juicio por manipulación de las cuentas públicas y Temer asumió el poder, en principio por los seis meses que durará el proceso.

Temer completaría el mandato hasta 2018 si el Senado encuentra culpable a Rousseff y la destituye definitivamente del cargo.

Tensión en política exterior

La primera prueba vino ante la reacción de los gobiernos de Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, que tacharon el proceso de impeachment contra Rousseff de golpe de Estado. A Serra no le tembló el pulso para descalificar sus falsedades. Lo mismo hizo al repudiar las declaraciones del secretario general de la Unasur, Ernesto Samper.

Por su parte El Salvador, llegó a plantear que no reconocería al nuevo gobierno, pero luego retrocedió en su decisión cuando Serra le recordó los acuerdos comerciales que estaban en riesgo.

La OEA anunció que consultaría sobre la legalidad del impeachment a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, según su secretario general, Luis Almagro. El canciller no reaccionó, pero en su discurso ha insistido en que el impeachment ha cumplido con las normas legales.

La cancillería brasileña también trabaja en explicar la legitimidad del proceso de impeachment en el exterior, luego de que sobre el final del gobierno de Rousseff fueran enviados cables a delegaciones diplomáticas denunciando el golpe.