Ante los plazos «inhumanos» de la sanidad británica, las personas trans recaudan fondos en línea

Al estar cada vez menos cómodo con su cuerpo femenino, Jay quiso empezar una transición hacia el sexo masculino. Tras descubrir que podría tener que esperar años, este estudiante británico lanzó una recaudación de fondos en línea para empezar el proceso.

Someterse a un cambio de sexo en el servicio público de salud británico, el NHS, puede llevar años, una espera difícil de superar para Jay, natural del suroeste de Inglaterra.

«Con la lista de espera, llegamos a un punto en el que es insoportable… verdaderamente difícil», subraya Jay (19 años) con la voz a veces quebrada por la emoción.

Así, espera que la generosidad pública le ayude a financiar una operación de pecho, que cuesta al menos 5,000 libras (5,500 euros, 6,400 dólares) en la sanidad privada.

Repercusiones del covid-19

Según datos oficiales de 2018, entre 200,000 y 500,000 personas transgénero viven en el Reino Unido, y hay unas 13,500 personas transgénero en las listas de espera del NHS.

La epidemia de coronavirus agravó su situación, pues algunos tratamientos que se consideran «no esenciales», como los de los pacientes transgénero, fueron suspendidos durante la pandemia.

La lista de espera creció «de forma exponencial», explica el médico del NHS Adrian Harrop, ferviente defensor del acceso a la atención médica de las personas transgénero y LGTBQ (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales y queers), que considera esos plazos «inhumanos».

AFP / Natalija Gormalova La mujer trans Alexis Meshida posa para la foto durante una entrevista con la AFP, el 15 de septiembre de 2020 en Brick Lane, en Londres.

El gobierno reconoció recientemente el problema y prometió que abriría tres nuevas clínicas especializadas, aunque para Adrian Harrop ese compromiso debería multiplicarse «al menos por 100».

«Las personas trans nos dicen que las listas de espera en las clínicas del NHS son demasiado largas», declaró Liz Truss, ministra encargada de Igualdad, tras una consulta sobre la ley de 2004 de reconocimiento del género.

«Estoy de acuerdo y estoy profundamente preocupada por la angustia que esto pueda causar», agregó.

Violencia y discriminación

Según la ONS, la oficina de estadísticas nacionales, más de una persona trans de cada cuatro (28%) ha sido víctima de una infracción, contra el 14% de las personas cisgénero -cuya identidad de género se corresponde con el sexo de nacimiento-.

Otra investigación realizada en 2018 por la asociación de defensa de las personas LGTB Stonewall reveló que el 41% de los hombres y las mujeres trans afirmaron haber sido víctimas de una agresión o de un incidente con carácter de odio en el año anterior a la encuesta.

La activista transgénero Alexis Meshida, que creció en Nigeria y en Irlanda del Norte, explica que ella también fue víctima de discriminaciones y de violencia.

Como Jay, esta joven de 26 años lanzó una colecta en línea. La suya debería financiar una operación quirúrgica para feminizar su rostro y que así pueda sentirse «segura» en su día a día en Londres.

Alexis Meshida

«O espero diez años para obtener la feminización de mi cara a través del NHS o trabajo muy duro», afirma. «Pero no tengo diez años».

«Una amenaza»

Además del riesgo de agresiones, los efectos de esta larga espera en la salud mental representan «una amenaza para nuestras vidas», destaca Alexis Meshida.

Entre las consecuencias, se cuenta la «automutiliación, el suicidio, la ansiedad, el estrés, la depresión», señala Helen Webberley, que fundó en 2015 GenderGP, que ofrece consejos y apoyo en línea a la comunidad trans.

Las transformaciones físicas son especialmente difíciles de afrontar para muchos jóvenes de menos de 18 años, que tienen que pasar por varias consultas psicológicas antes de recibir los tratamientos hormonales.

Jay no soporta la idea de tener que esperar una década, viviendo ya en una situación de combate diario. «Eso se transforma en ansiedad o en depresión», declaró.

De momento, ha recaudado 800 libras (1,000 dólares) de su objetivo de 8,000 (10,200 dólares). Sueña con no tener que vendarse el pecho nunca más y, un día, poder quitarse la camiseta en la playa.