Anciana alemana «cazadora de colillas» emprende cruzada ambientalista

Karin Meixner-Nentwig recorre la ciudad vieja de Amberg, en el sur de Alemania, vaciando ceniceros en un cubo de plástico.

Por iniciativa de esta alemana de 82 años, ya hay prácticamente 40 recipientes para recoger colillas y cenizas dispuestos en los espacios públicos. La misión que se ha propuesto la jubilada es nada menos que mantener limpios Amberg y el medio ambiente.

«Una colilla contamina muchos litros de aguas subterráneas», explica. Pero los restos de cigarrillos que ella recolecta no van a parar junto con los demás residuos, sino que son reciclados por una compañía especializada.

Hace tres años, Meixner-Nentwig creó la asociación «Cazadores de colillas», que cada vez encuentra más simpatizantes en la ciudad bávara donde vive, así como también muchos que siguen su ejemplo en otros puntos de Alemania.

  • Los agentes de la dirección de policía de Amberg, por ejemplo, juntan las colillas en el rincón del edificio destinado a los fumadores.
  • Además, 14 cafés y restaurantes también adhirieron a la iniciativa, al igual que varias empresas de la ciudad.

El esfuerzo requerido es mínimo, afirma el jefe de policía Thomas Lachner. Al fin y al cabo, explica, antes ya tenían un cenicero que había que vaciar de todos modos. Ahora cuentan con un recipiente recolector que llevan al centro municipal de reciclaje dos veces al año.

Tobacyle de Colonia

La jubilada Meixner-Nentwig se unió con un grupo llamado Tobacyle de Colonia para desarrollar su campaña. Desde entonces, la red se está extendiendo por el país.

«Ninguna colilla debe ensuciar ya el medio ambiente», subraya el fundador y presidente de Tobacycle, Mario Merella, puntualizando que cada año se acumulan en Alemania 41,000 toneladas de residuos procedentes de cigarrillos.

Merella detalla que la asociación recogió aproximadamente 35 toneladas desde 2018 y que actualmente existen dos estaciones de reciclaje en Colonia y Hamburgo. Allí el material es reaprovechado para producir cubos de recogida de colillas y ceniceros de bolsillo.

Proceso

Normalmente, explica Merella, las colillas son incineradas con los demás residuos en el proceso de eliminación convencional de desechos. Como aún no hay suficientes centros especializados de reciclaje, algunos ambientalistas las entregan en las plantas de biogás.

La asociación se financia gracias a las contribuciones de los miembros y mediante donaciones. Merella relata que el concepto hasta ahora es único y que ya recibió consultas de interesados desde Canadá y Corea del Sur.

Sin rodeos

Karin Meixner-Nentwig es una mujer alegre, diligente y con compromiso social que aparenta ser más joven y a quien no le cuesta entablar contacto. Sin dar rodeos, se dirige a los fumadores en la calle y les habla sobre el problema de las colillas. De acuerdo con su balance, las reacciones que obtiene son mayormente positivas.

Meixner-Nentwig explica que muchas personas no son conscientes de los tóxicos contenidos de las colillas ni de lo difícil que resulta biodegradar los filtros de material sintético.

La jubilada se detiene ante la peluquería de Gina Renner, en el centro de Amberg. La propietaria, que al mismo tiempo gestiona una cafetería, también es una «cazadora de colillas». 

Anteriormente su familia intentaba mantener limpio el espacio delante de del local recolectando las colillas, cuenta Renner. Por esa razón, se entusiasma con la iniciativa de Meixner-Nentwig. «No requiere un gran esfuerzo», resume.