La alianza oficialista no se anda con medias tintas. El control de las instituciones es para que respondan oportunamente a sus intereses. Penosa intervención de la CC.
Gonzalo Marroquín Godoy
La palabra amaño se puso de moda hace algunos años, cuando las autoridades judiciales de Estados Unidos descubrieron parte del tamal de corrupción que hay en el fútbol mundial y se supo que varios partidos fueron arreglados para beneficiar a mafias internacionales. Incluso uno de los casos fue de nuestra Selección Nacional.
Según la Real Academia (RAE), estos son dos significados de la palabra. Ojo, porque encajan perfectamente con lo que recién ayer hizo la CC. Veamos: a) disposición para hacer con maña algo; y b) tranza o artificio para ejecutar o conseguir algo, cuando no es justo o merecido.
Para empezar, hay que decir que es un buen estreno Dina Ochoa como presidenta de la CC, a pocos días de ser juramentada con gran pompa en el Teatro Nacional, en presencia de sus grandes amigos, el presidente Jimmy Morales, la excanciller Sandra Jovel, la fiscal general Consuelo Porras, el PGN Jorge Luis Donado y, por supuesto, el presidente Alejandro Giammattei.
Como diría algún comentarista, se juntaron los del Pacto de corruptos, con sus sucesores, amigos, colegas y protectores.
Prontamente ha respondido para tirarle un salvavidas a Consuelo Porras, en momentos en que veía que sus posibilidades de reelegirse se diluían, cuando 7 decanos de universidades –URL, UFM, Da Vinci, Regional, Rural, Mariano Gálvez y Mesoamericana–, la rechazaron como aspirante, por considerar que no llena los requisitos paraa el cargo, algo claro para cualquier ciudadano con dos dedos de frente –y algo de principios–.
Fue Ochoa quien forzó que se aceptara para su trámite el amparo interpuestos por dos desconocidos abogados, Erick Castillo López y Maynor Caté Chirix, quienes plantearon que los comisionados deberían elegir en base a una calificación que se pone a los candidatos por sus méritos académicos, profesionales y humanísticos. Se olvidaron que, además de esa calificación, se hacen entrevistas, exámenes y se reciben tachas para cada candidato.
En fin, la CC recibió la orden de amañar el proceso de postulación para fiscal general y respondió como se espera, aunque el amaño es tan grande que queda al desnudo en la propia resolución, llena de contradicciones a la vista, hasta para leguleyos o personas sin conocimientos profundos de leyes, como yo, por ejemplo.
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La resolución es tan disparatada, que concluye que la CC no es la instancia para conocer ese amparo y lo refiere –después de resolver– a un tribunal ordinario para que continúe con su trámite. ¿Y entonces, por qué se le dio trámite?
Por otra parte, dice que los comisionados deben elegir bajo criterios meritocráticos, y ordena que se cumpla con completar la nomina de 6 candidatos que deberá recibir en el tiempo estipulado el presidente Giammattei.
La resolución es un churro. Primero, porque dice que la CC no es la instancia idónea, por lo que debió rechazarlo en vez de conocerlo con la celeridad con que se hizo. Segundo, pretende obligar a los decanos de derecho –quienes algo deben saber de leyes– a votar bajo unos parámetros no establecidos por la ley, algo absolutamente inconstitucional e ilegal.
Lógicamente se trata de asustar con el petate del muerto a los que no se han alineado en la Comisión con la alianza oficialista y quieren actuar de acuerdo a sus principios, con independencia.
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La CC bajo la batuta de Dina Ochoa emitió una resolución para hacer con maña algo deseado –incluir a Porras en la lista–, y ha utilizado una tranza o artificio –el amparo provisional– para ejecutar o conseguir algo, cuando no es justo o merecido. Ante esto, podemos concluir que ¡hay amaño! por parte de la CC en la elección de fiscal general.
Pero hay que rescatar lo bueno de cada situación. En este caso es que la intervención y resolución de la CC ha dejado al descubierto –una vez más–, el maquiavélico plan de la alianza oficialista, esa amalgama de partidos políticos, corruptos, mafias, crimen organizado, empresarios, militares, magistrados y fiscales.
No hay que ser genio para ver que los hilos del poder político de la alianza están detrás de este amaño. Si alguno no creía o tenía dudas, ahora verá con mayor claridad que no se trata de hechos aislados, es todo un plan para fortalecer la estructura de impunidad que han construido paso a paso.
Saben que aún sin Consuelo Porras tendrían a un fiscal amigo, pero quieren a alguien que ya conoce el sistema y lo pueda manipular en beneficio de los intereses de la alianza. Saben que ella es alguien que, si lo consideran necesario, puede reprimir a los opositores, al mejor estilo de Daniel Ortega.
La estrategia les funciona. Desde arriba ordenan ¡firmes!… y nadie se mueve. Dicen ¡marchen!, y obedientemente caminan en la dirección que les marcan. Así está nuestra justicia.
Para terminar, ¿por qué le preocupa tanto a la CC la elección de fiscal general e ignora la permanentemente postergada elección de la Corte Suprema de Justicia?