A quienes les gusta la plata … hay que correrlos de la política

Sus palabras, el mejor legado de Pepe Mujica…

Por medio de frases se puede conocer a una persona. También se puede hablar del legado que ha dejado a su sociedad y al mundo en general. José Pepe Mujica es re-conocido como uno de los mejores gobernantes latinoamericanos de los últimos tiempos.
Redacción Crónica
Esta semana estuvo en Guatemala uno de los personajes políticos más interesantes de Latinoamérica. El expresidente uruguayo José Pepe Mujica, es reconocido por su actitud austera, pero también por su determinación al impulsar políticas liberales –aborto, matrimonio gay y liberación de la marihuana– y, sobre todo, por una filosofía sencilla y directa para todas las cosas.
Por medio de sus frases se puede profundizar en su forma de ver el mundo y a las personas. A continuación, presentamos algunos de sus comentarios más interesantes, obtenidos de las múltiples entrevistas que periodistas de todo el mundo le hicieron durante su mandato.
De política y políticos
Este es uno de los temas más interesantes, tomando en cuenta que él es un exguerrillero Tupamaro, que optó por la vía política para contribuir con su país y sociedad. Entre las más destacadas encontramos las siguientes:
El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes verdaderamente son.
No estoy de acuerdo con la dictadura del proletariado ni con ninguna dictadura.
A los que les gusta mucho la plata, hay que correrlos de la política. Son un peligro.
Los presidentes tenemos que vivir como vive la mayoría, no como vive la minoría.
La política es la lucha por la felicidad de todos, pero los políticos se han desviado hace mucho.
El presidente es un funcionario que eligió la gente para un momento y una etapa. Nadie es más que nadie.
El staff que rodea a los presidentes remeda a las viejas cortes.

Y como respuesta a lo que está sucediendo, Mujica se pone del lado del pueblo:

Nos tenemos que juntar por el susto, para hacer algo en el mundo que se nos viene.
La política no es un pasatiempo, no es una profesión para vivir de ella, es una pasión con el sueño de construir un futuro social mejor.

De la forma de vida
Pobres no son los que tienen poco. Son los que quieren mucho.
Si tuviera muchas cosas, tendría que ocuparme de ellas. La verdadera libertad está en consumir poco.
No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje. Vivo con lo justo para que las cosas no me roben la libertad.
Tú con plata, no puedes ir al supermercado y decir: véndame cinco años más de vida. No se puede. No es una mercadería, entonces no hay que malgastarla.
Vivir mejor no es solo tener más, sino ser más feliz.
… Sobre la parte del sueldo que cobraba –lo demás lo donaba a una causa social–: Con ese dinero me alcanza y me tiene que alcanzar. Hay quienes viven con mucho menos.
Ser libre es gastar la mayor cantidad de tiempo de nuestra vida en aquello que nos gusta hacer.
Hay cosas que tienen valor cuando se pierden.
Enfrentamos el sedentarismo, con caminadores; al insomnio, con pastillas, a la soledad, con electrónica.
Estoy muy contento con el hoy, me tiene abrumado el pasado mañana.
La economía sucia, el narcotráfico, la estafa, el fraude y la corrupción son plagas contemporáneas cobijadas por ese antivalor, ese que sostiene que somos felices si nos enriquecemos como sea.
Contra el consumismo
Si aspiráramos en esta humanidad a consumir como un americano promedio, son imprescindibles tres planetas para poder vivir.
La economía globalizada no tiene otra conducción que el interés privado de muy pocos.
Nuestro mundo necesita menos organismos mundiales, que sirven más a las cadenas hoteleras que a la humanidad.
Así como vamos, no es posible colmar ese sentido de despilfarro que tenemos.
Ocupamos el templo con el dios Mercado. Él organiza la economía, la política, los hábitos, la vida, y hasta nos financia en cuotas de tarjeta la apariencia de felicidad.
Hemos nacido solo para consumir y consumir; y cuando no podemos, cargamos frustración, pobreza, y hasta la automarginación y autoexclusión.
El hombre moderno anda siempre apurado, porque si la economía no crece es una tragedia.
No quiero hablar de austeridad, ya que es una palabra prostituida en Europa; abogo por una manera personal de vivir con sobriedad.
De qué nos vale una actitud ecologista en un rincón, si el universo de la industria se mueve como se mueve.

En Guatemala
Los guatemaltecos pudieron ver y escuchar a Mujica durante dos días. Él vino el lunes anterior y habló el martes en el foro organizado por la Fundación Esquipulas, en donde expuso sobre la necesidad de participar, de quejarnos menos y participar más, pero criticó fuertemente a la clase política que ha encontrado en esta actividad una forma de enriquecerse.
A la política no hay que llegar para hacer dinero, sino para servir y buscar mejores cosas para la sociedad, dijo entre otras muchas cosas, en su discurso y entrevistas que sostuvo.
A pesar de ser un exguerrillero e identificarse a sí mismo como un presidente con profunda convicción socialista, mientras fue presidente fue bastante crítico hacia Gobiernos como los de Argentina y Venezuela.
Con Argentina hubo incluso un enfrentamiento diplomático cuando no se percató que había un micrófono abierto y se refirió a Cristina Fernández de Kirchner, diciendo: Esta vieja es peor que el tuerto, en una alusión a su difunto marido Néstor Kirchner, ambos de tendencia socialista.
Sobre la Venezuela de Chávez, dijo en su momento que el golpismo de izquierda de Venezuela no conviene a nadie, pero también pidió que no haya intervención internacional en la crisis que ahora agobia al presidente Nicolás Maduro.
Volviendo a su paso por Guatemala, dijo que la política debe ser la lucha por la felicidad de todos, pero lamentó que la mayoría de democracias se han desviado de ese fin desde hace mucho tiempo.
Al referirse al enriquecimiento de los políticos, clamó por la intervención de la justicia, pero también anticipó que, como esta tarda muchas veces, que al menos se sepa la verdad, ya que es un castigo fuerte y merecido.
Dejó lecciones importantes para los guatemaltecos en el momento actual. Por eso, Pepe Mujica terminó su período con un altísimo nivel de aceptación en su país y Latinoamérica.