¡FELIZ NAVIDAD!… Deseo sincero

En esta época se celebra el nacimiento de Jesús y brota un ambiente de amor y paz, muchas veces mezclado con nostalgia, al recordar lindos momentos que hemos vivido.

Gonzalo Marroquín Godoy

Allá por los años 60, los Marroquín Godoy vivíamos en la colonia Mariscal (zona 11), aunque aún faltaba que se sumaran algunos de mis hermanos a la marimba de hijos.  Para ese entonces, la Navidad ya era una de las celebraciones más importantes para nosotros, una herencia que mi madre nos dejó, pues ella quería que la pasáramos felices… y vaya que lo lograba.

La Toya –así le decían familiares y amigos– era cuidadosa en los detalles que no podían faltar: un pinabete natural decorado con sus manos y con nosotros como ayudantes o estorbo; un nacimiento para recordar aquella noche descrita en la Biblia –María, José y un pesebre en un estable muy humilde–; algún ponche y el infaltable tamal en la mesa para la Nochebuena.

Por cierto, en nuestra casa se celebraba con intensidad la Nochebuena, mucho más que la Navidad del día 25.

De aquella primera Nochebuena que tengo memoria, recuerdo también que recibí como regalo una bicicleta –que no era nueva, sino heredada de mi hermano mayor–, y todo lo demás es vago en mi mente.  Sin embargo, en la medida que crecía, el efecto de la Navidad se hizo en mí más fuerte, hasta llegar a la época actual, en la que, ya entrado en años, trato de disfrutarla al máximo con mi familia.  Tal como me enseñó mi mamá.

Podría escribir muchas anécdotas, pero en realidad, lo que me interesa es compartir contigo, con cada lector, lo importante que es vivir la Navidad cada año como si se tratara –que lo es– del nacimiento de una oportunidad que nos llega a la vida, para ser mejores, para dar amor a quienes nos rodean y a quienes lo necesitan, si está dentro de nuestra capacidad.

La casa de los Marroquín Godoy siempre estaba abierta para otros en estas fechas.  A lo largo del tiempo he compartido con amigos de mi juventud, con amigos o amigas de mis hermanos, y son muchos los que recuerdan como mi mamá adornaba la casa y creaba un ambiente especial para estas fiestas. En mi baúl de los recuerdos, también tengo muchos de Oscar, mi padre, de los cuáles he aprendido con el correr de los años. 

En el orden espiritual, estudié en un colegio religioso –el Liceo Guatemala–, y desde niño escuché del sentido de la Navidad. Se celebra el nacimiento de Jesús, la venida de El Salvador.  No he sido la mejor persona –lejos de eso–, pero siempre he sentido la presencia de Dios en mi vida, especialmente en los momentos en que más lo he necesitado o peor he estado.

Por eso, creo que también tengo mucho que celebrar en estos días.  Como buen periodista, quise saber si el 25 de diciembre es la fecha en que nació Jesús de Nazareth.  Tengo muy claro su nacimiento no ocurrió ese día específicamente, así que creo que lo que hacemos es recordar el acontecimiento histórico, sin que sea importante la precisión del tiempo. Celebramos su nacimiento, no la fecha.

Pienso que la Navidad no es una celebración religiosa, sino que es más espiritual. Cada quien la celebra de la forma en que la siente.  Claro que el consumismo nos ha llevado a convertirla en una fiesta de intercambio de regalos, aunque esto no es del todo malo, porque es una forma de demostrar nuestro amor, cariño, agradecimiento o respeto.

Lo interesante es que el ambiente que se forma en la mayoría de hogares es de amor y paz. 

Estamos viviendo un momento complicado a nivel mundial.  La pandemia por el covid ha causado demasiados problemas, nos ha alejado de las relaciones sociales, pero no impide que celebremos con nuestros seres más queridos esta Navidad –con los cuidados del caso–.  Incluso si no puede haber reunión, este es el momento de tenerla espiritualmente.

No me cabe duda de que las navidades para mi mamá eran algo más que especiales.  El amor que ella ponía en adornar aquellos árboles, decorar la casa sin importar las limitaciones y, sobre todo, crear un ambiente amoroso fuera cual fuera el entorno del momento, eran el efecto de todo aquel amor que ella sentía hacia nosotros.

Ese es mi deseo –para mí y para todos–.  Que el amor que sentimos hacia nuestros seres queridos sea lo que nos mueva, lo que nos motive en esta Navidad.  Si hay regalos, ¡magnífico!, si no los hay, ¡magnifico! Lo importante es compartir el momento, saber que Navidad quiere decir Natividad, y que eso es el nacimiento de Jesús, pero también el nacimiento que cada uno podemos tener todo el tiempo… aunque mejor si es por estos días. ¡Feliz Navidad!

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