Andria Efthymiou aporta la primera delicia calórica al circuito gastronómico por Larnaca, algo típicamente chipriota, lo que significa que será muy dulce, como efectivamente es el karidaki, que, según explica, es un pincho de nuez con especias.
Andria es arqueóloga, pero ahora es una guía turística que descubre los sabrosos tesoros de hoy. La tachinopita, por ejemplo, es la siguiente bomba dulce, un pastel hecho con una pasta de semillas de sésamo finamente molidas. «Se puede tomar en cualquier momento del día», comenta Marina Kontou, también guía turística.
Tercera ciudad de Chipre
Larnaca es para muchos turistas que llegan a Chipre solo el aeropuerto de llegada. Pero la transformación de la tercera ciudad más grande de Chipre la convierte en un destino con perfil propio después del lavado de cara de los últimos años, sin caer en la masificación.
En Larnaca, las playas, las avenidas, el puerto deportivo, el puerto pesquero, el castillo, el lago salado con sus flamencos, los pequeños hotelitos. conforman una nueva cultura turística.
La gastronomía local ofrece una muestra representativa de la isla, sin olvidar la forma tradicional de presentación: el meze, se decir pequeñas porciones para compartir.
De geólogo a cocinero
Comer con calma, lo que hoy se conoce como «slowfood», es casi una cultura en Chipre, donde también tienen cabida las tapas. Comer es una experiencia social, sin la presión del tiempo.
En ello está trabajando duro Nechita Doru, un ex geólogo rumano que reconoce que, a principios del milenio, dio «un giro de 180 grados» a su vida profesional.
Desde entonces trabaja como cocinero y aprendió rápidamente a preparar hasta 20 platos diferentes para un meze. Ahora es jefe de cocina en el restaurante Monte Carlo.
Vino
Donde se sirve una buena comida, no puede faltar un buen vino. En su bodega de barricas de roble, Sergios Katodritis ofrece catas de vinos chipriotas: diez degustaciones por unos 15 dólares, más agua y aperitivos salados.
Sergios se toma su tiempo y celebra la degustación. Calcula que en la isla hay alrededor de 100 bodegas, con una o dos cosechas al año.
La demanda es cada vez mayor, también para un vino blanco fresco como el xynisteri. Según Sergios, su «mejor rendimiento» se obtiene en viñedos situados a unos mil metros de altitud y atribuye la misma calidad a las combinaciones modernas de xynisteri con chardonnay.
Además, la variedad ancestral de uva tinta maratheftiko, casi olvidada, ha vuelto a escena, algo que también tiene mucho que ver con su aroma a violetas y cerezas.
¿Qué hace que la cocina chipriota sea tan especial? «Esta mezcla de Oriente y Occidente», apunta Andria. «Después de todo, somos el puente» entre ambas culturas, añade detallando que aquí se toma el sabor picante de Oriente y se lo refina y modifica.
No obstante, ella ve en el aceite de oliva y el limón los ingredientes más importantes. «Dondequiera que los uses, suceden milagros», promete Andria.