1945: Cuando hubo diputados DE VERDAD

El país estaba agitado tras las revolución del 20 de octubre de 1944.  Antes de un mes se celebraron elecciones legislativas y para Asamblea Nacional Constituyente. Pero en medio de la densa situación política, el trabajo para tener una nueva Constitución tenía plazo: tres meses. Sesenta y cinco diputados discutieron, redactaron y aprobaron una Carta Magna de acuerdo a las necesidades del país.


Crónica-Cultura


En Guatemala, el año 1944 fue uno de los años más agitados de su historia. Un dictador, Jorge Ubico, fue obligado a renunciar por un movimiento ciudadano el 1 de julio, pero Federico Ponce Vaides pretendió continuar con el régimen militarista, hasta que la Revolución del 20 de Octubre lo depuso y se abrió la posibilidad de acoger la democracia como sistema político.

Hay que recordar que hasta ese momento del siglo XX, los guatemaltecos apenas conocían otro tipo de gobierno que no fuera dictadura. Es entonces cuando empieza un acelerado proceso electoral para instaurar un nuevo gobierno, lo que requería de una nueva Constitución, que respondiera a la nueva realidad sociopolítica.

En menos de un mes se realizan dos elecciones, una para Asamblea Legislativa y otra para Asamblea Nacional Constituyente. Algunos diputados fueron electos para ambas, pero la tarea imperante y urgente era la de crear una nueva Constitución, por lo que en los primeros días de enero, específicamente el día 10, sesenta y cinco diputados se pusieron a trabajar a marchas forzadas.

En el primer día de sesiones se nombra una Junta Directiva, encabezada por Jorge García Granados, y se nombra una Comisión llamada de los Quince, encargada de presentar la propuesta inicial, discutir el articulado y presentarla luego al pleno para su debate y aprobación final.

La conformación de aquella Asamblea fue peculiar, porque había mucha juventud entre los diputados, pero también estaba representada con fuerza una corriente de la Generación de 1920, muchos de los cuáles recién volvían del exilio y se reintegraban a la vida nacional. En ambos grupos privaba, pues, un espíritu de oposición, más allá de la simpatía que pudieran tener hacia la Revolución.

Se podían sentir en las discusiones y actitudes, dos corrientes: la de los primeros, entusiastas y optimistas y la de los segundos, desconfiados y prudentes, para buscar que la Carta Magna asegurara el respeto al Estado de derecho. Eran, por así decirlo, también un reflejo de las fuerzas sociales de aquel momento.

El resultado de aquella amalgama, que se movía con una misma finalidad, fue positivo, con una Constitución que el destacado constitucionalista Jorge Mario García Laguardia califica, sin rodeos, como el paso del constitucionalismo liberal al constitucionalismo social y el inicio de una nueva era para el país.

Eran tiempos convulsos en el resto del mundo. Mientras los alemanes ya no se mostraban como superpotencia militar, los aliados parecían encaminados a poner fin a la Segunda Guerra Mundial, pero, en Guatemala, la atención se centraba en el gobierno dictatorial de Ubico.

Intensos debates

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La obra de Jorge Mario García Laguardia recoge los momentos más importantes de aquella Asamblea Nacional Constituyente de 1945.

En las reuniones preparatorias los diputados electos nombran a la Junta Directiva, presidida por Jorge García Granados, y se decide, además, crear una Comisión Ponente, para que procese los grandes temas antes de los debates en la plenaria. A esta se le llegó a reconocer como la Comisión de los Quince.

Esta Comisión estaba integrada por personalidades de la talla del propio García Granados —quien la presidía—, y de Alberto Paz y Paz, José Falla Aris, Clemente Marroquín Rojas, Francisco Villagrán, José Rölz Bennett, Adolfo Almengor, Bernardo Alvarado Tello, Julio Bianchi, David Vela, Carlos García Bauer, José Luis Bocaletti, Jorge Adán Serrano, Manuel de León Cardona, y Antonio Reyes Cardona. En resumen, un médico y los restantes, estudiantes de derecho o abogados.

Por supuesto que en las discusiones prevalecía aquel espíritu revolucionario que había alcanzado a todos los estratos sociales, pero lo que era más claro para todos, era que la nueva Constitución debía promover cambios sustanciales en un país que apenas conocía la democracia porque había vivido casi siempre bajo dictaduras influidas por las élites económicas.

Como se aprecia fácilmente en los diarios de sesiones de la época, cada artículo fue calurosamente discutido —con pros y contras—, y finalmente prevalecía lo que la mayoría consideraba mejor para el país.

Las oratorias de Marroquín Rojas y Villagrán podrían ser de gran impacto, pero siempre encontraban quien rebatiera puntos de vista con argumentos consistentes. Las discusiones, particularmente, en el seno de la Comisión de los Quince son auténticas piezas de estudio parlamentario, así como los posteriores debates en el pleno. Fueron tres meses de trabajo intelectual, político e ideológico intenso, como pocas veces se ha visto en las asambleas nacionales.

Entre los temas más polémicos en la época estaban el voto de los analfabetas y de la mujer. Ambos requirieron del mayor discernimiento, pero finalmente el país avanzó también en términos democráticos, porque el artículo 9 le extiende ese derecho.

La oposición al voto de las mujeres era porque se les consideraba demasiado cercanas a la Iglesia católica, a la que no se le deseaba dejar influencia política. Pero además de esos avances, se incluye el reconocimiento de los pueblos indígenas —cosa que no sucedía en las anteriores constituciones— y se crea la seguridad social, así como aspectos tan destacados como salario mínimo, descanso del séptimo día, vacaciones pagadas, límite a la jornada laboral y pago de horas extras y el derecho a la sindicalización.

Los diputados de aquella Asamblea Constituyente fueron sometidos a presión popular, de la prensa, y la del tiempo. Si bien no había un plazo fatal establecido, todos estaban convencidos de que debía ser aprobada antes de la toma de posesión, para que el nuevo presidente, el Dr. Arévalo, tuviera el marco jurídico indispensable para desarrollar un buen gobierno.

Y cumplieron con su tarea, porque no se veía en los asambleístas el afán de mantenerse en el cargo, mucho menos de actuar a espaldas de un pueblo que había demostrado en la calle que deseaba cambios radicales y profundos.

Fue un tiempo de florecer democrático en Guatemala, un tiempo en que los diputados eran de verdad y lejos de ganarse el repudio social —como sucede en la actualidad—, obtuvieron un reconocimiento que ha pasado a las páginas de gloria de la historia nacional.

Un grupo que hizo historia

Los partidos políticos apenas tuvieron tiempo para organizarse y presentar a sus candidatos para una Asamblea Legislativa, primero, y luego para una Asamblea Nacional Constituyente. Los segundos tenían el reto de sentar las bases para el ordenamiento jurídico.

Los responsables de redactar la Constitución de 1945 fueron los siguientes diputados (Listado de Francisco Javier Gómez Díez, en su obra La Asamblea Nacional Constituyente y la mentalidad Revolucionaria):

  • Adolfo Almengor: diputado por Suchitepéquez; miembro de la Comisión de los quince; abogado.
  • Bernardo Alvarado Tello: diputado por Huehuetenango; miembro de la Comisión de los quince; abogado.
  • Eduardo Arreola: diputado por Guatemala; periodista.
  • Julio Bianchi: diputado por Guatemala; miembro de la Comisión de los quince; médico.
  • José Luis Bocaletti Ortiz: diputado por Escuintla; miembro de la Comisión de los quince, abogado.
  • Julio Bonilla González: secretario 1º.; diputado por Santa Rosa; abogado.
  • Jorge Cáceres Soberanis: diputado por Totonicapán; maestro.
  • Saúl Calderón Paz: diputado por Zacapa; maestro.
  • Eduardo Castillo Arriola: diputado por Huehuetenango; maestro.
  • Manuel De León Cardona: diputado por San Marcos; abogado; miembro de la
    Generación de 1920.
  • Luis Díaz Gómez: diputado por Jalapa; maestro.
  • Juan de Dios Díaz Ortiz: diputado por Alta Verapaz; maestro.
  • Eduardo A. Echeverría Herrera: diputado por Chimaltenango; miembro de la
    Generación de 1920.
  • J. Filiberto Escobar: diputado por Sololá; abogado; miembro de la Generación de 1920.
  • Alfonso Estrada Ricci: diputado por
    Sololá; maestro.
  • José Falla Aris: diputado por Sacatepéquez; miembro de la Comisión de los quince; abogado; miembro de la Generación de 1920.
  • Manuel Ángel Flores: diputado por
    Izabal; maestro.
  • Joaquín Flores Barrios: diputado por San Marcos; abogado.
  • Ramiro Fonseca Palomo: diputado por Escuintla; abogado.
  • José Manuel Fortuny: Secretario 4º.; diputado por Santa Rosa; estudió derecho.
  • Feliciano Fuentes Alvarado: diputado por Suchitepéquez; abogado.
  • Manuel Galich López: diputado por Guatemala; nació en 1913; maestro y licenciado en letras.
  • Carlos García Bauer: diputado por Sacatepéquez; miembro de la Comisión de los Quince, abogado.
  • Jorge García Granados: Presidente de la Asamblea y de la Comisión de los Quince — establecida para elaborar un anteproyecto—; diputado por Guatemala; miembro de la Generación de 1820, abogado.
  • Julio R. Godoy Pinagel: diputado por
    Suchitepéquez.
  • Carlos González Landforth: diputado por Baja Verapaz; estudiante de leyes; maestro.
  • David Guerra Guzmán: diputado por
    Chiquimula; estudiante de medicina.
  • Roberto Guirola Leal: diputado por San Marcos; cafetalero.
  • Carlos Irigoyen: diputado por Guatemala; miembro de la Generación de 1820.
  • Óscar Jiménez De León: diputado por Quetzaltenango, maestro.
  • José R. Lemus: diputado por Alta Verapaz.
  • Alfonso López Valdés: diputado por Suchitepéquez; médico dentista.
  • Rubén Luarca Duarte: diputado por Retalhuleu; abogado.
  • Clemente Marroquín Rojas: diputado por El Progreso; miembro de la Comisión de los quince; abogado; miembro de la Generación de 1920 y de la directiva del Partido Unionista.
  • Ernesto Marroquín Wyss: diputado por Escuintla; nació en 1920.
  • Juan Mayorga Franco: diputado por Zacapa: abogado.
  • Héctor Mazariegos: diputado por Quetzaltenango; fundador, en 1949, del Partido de Integridad Nacional.
  • Adolfo M. Monsanto: diputado por Guatemala; maestro.
  • Gilberto Morales Pineda: diputado por Alta Verapaz.
  1. Francisco Mota: diputado por Baja Verapaz; miembro de la Generación de 1920.
  • Mario Efraín Nájera Farfán: diputado por Jutiapa; abogado.
  • Julio César Ordóñez: diputado por
    Jutiapa.
  • Egil Ordóñez Muñoz: diputado por
    Totonicapán; abogado.
  • Flavio Ovalle Manrique: diputado por
    el Quiché.
  • Luis Alberto Paz y Paz: diputado por Zacapa; miembro de la Comisión de los quince; abogado.
  • Carlos Manuel Pellecer: diputado por Chiquimula.
  • Jesús Adalberto Pereira Echeverría:
    diputado por el Quiché, abogado.
  • Julio A. Reyes Cardona: Secretario 3o.; diputado por Santa Rosa; abogado.
  • Amoldo Reyes Morales: diputado por Alta Verapaz; miembro de la Comisión de los quince; abogado.
  • José María Rivas: diputado por Jalapa.
  • Ángel Arturo Rivera: diputado por
    Quetzaltenango; médico.
  • Ovidio Rodas Corzo: diputado por
    el Quiché.

José Rölz Bennett: secretario 2°; diputado por Quetzaltenango; miembro de la Comisión de los Quince; abogado.

  1. Romeo De León: Vicepresidente 1º.;
    diputado por Izabal; médico.

Carlos A. Sagastume Pérez: diputado por Chimaltenango; abogado.

Fernando E. Sandoval: diputado por
Jutiapa.

Adrián A. Sandoval Pinto: diputado por Jutiapa; maestro.

Enrique Sarmiento Castillo: diputado por Chimaltenango; abogado.

Jorge Adán Serrano: diputado por San Marcos; miembro de la Comisión de los Quince; abogado.

Humberto Sosa: diputado por Huehuetenango; generación de 1920.

Gabriel Jacinto Sotomayor: diputado por Quetzaltenango; abogado.

José Torón España: diputado por Alta Verapaz; periodista.

Héctor Manuel Vásquez: diputado por Chiquimula; maestro.

David Vela Salvatierra: diputado por El Petén; miembro de la Comisión de los quince; nació en 1901; abogado.

Francisco Villagrán de León:
Vicepresidente 2; diputado por Alta
Verapaz; miembro de la Comisión
de los quince; miembro de la
Generación de 1920; abogado.