Permanente actividad volcánica en Guatemala

Los volcanes de Fuego y Santiaguito han dado mucho de qué hablar en las últimas semanas. Entre nubes de humo y varias erupciones que tambalean la tierra, han hecho que las autoridades tomen cartas en el asunto y comiencen a precisar los posibles riesgos que esto puede causar, la naturaleza nos está hablando y hay que prestarle atención.


Pavel Arellano / parellano@crónica.com.gt


Las estructuras geológicas volcánicas han sido parte indispensable para Guatemala, no solamente como un incentivo turístico de vistas espectaculares, sino como mecanismos de defensa ante otros fenómenos naturales que puedan caer sobre nosotros.

Con más de 34 volcanes registrados en todo el territorio, Guatemala forma parte del cinturón de fuego del Pacífico, que es una zona que concentra los países con más subducción; es decir, en donde diversas placas oceánicas chocan entre sí, ocasionando una mayor actividad sísmica y volcánica.

Cabe recalcar que muchas de las cimas volcánicas están ubicadas en la nombrada cordillera Central, un extremo montañoso que conforma un margen de dirección de noroeste a sureste y los puntos más altos abarcan los 4,000 metros sobre el nivel del mar.

Características

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En Guatemala hay 324 estructuras que son de origen volcánico, conocidas como focos eruptivos, las cuales tienen la peculiaridad de tener una forma cónica.

La mayoría de volcanes que poseen mayor altura se encuentran en la zona occidental y central del país, caso contrario, en las zonas orientales y sureñas se encuentran los de tamaño reducido; sin embargo, los más abundantes. Los más altos superan la altura de 3,000 metros sobre el nivel del mar.

El país es de los pocos lugares en los que se albergan más de tres placas tectónicas, razón por la cual se provocan varias actividades sísmicas y volcánicas, y en donde muchas estructuras volcánicas se encuentran ubicadas a lo largo de la costa del pacífico.

Guatemala tiene 4 volcanes que se encuentran activos, que son el volcán de Fuego, Santiaguito, Pacaya y Tacaná, siendo los dos primeros los de mayor actividad actualmente. El volcán de mayor volumen es el de Agua, con un diámetro de 15 kilómetros  y un volumen de 40 kilómetros cúbicos.

El más alto es el Tajumulco, con 4,220 metros sobre el nivel del mar, mientras que el que ha tenido la columna de erupción más grande ha sido el de Fuego, con una nube densa, con una altura de 2,900 metros.

Sin embargo, el volcán Santiaguito ha tenido los números más impresionantes, como el más frecuentemente activo, desde su creación en 1922 se ha mantenido.

Además, ha sido el que ha generado mayor cantidad de lodo y escombros, como ocurrió en 1983, cuando a partir de este suceso fue destruida la población de El Palmar, Quetzaltenango, generando pérdidas económicas que en ese entonces superaron los Q30 mil.

Historial de erupciones

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Durante el paso de los años ha habido muchos casos de erupciones volcánicas, unas moderadas sin gran impacto, y otras que tuvieron grandes repercusiones, principalmente causando daños a infraestructuras y afectando a la población aledaña.

Uno de los más recordados por la mayoría es el que ocurrió en el año 2010, donde una erupción del volcán de Pacaya hizo saltar una gran nube de ceniza, que llegó a la capital, cubriéndolo todo de una capa negra y difícil de remover en los techos de las casas y de los vehículos.

El volcán de Fuego también ha incrementado su actividad. En 2012 se tuvo una de las erupciones más grandes, donde, por primera vez, desde 1974, se evacuó a las personas que estaban ubicadas en el área suroeste del mismo. Durante el 2015 se reportaron más de 15 explosiones derivadas de ahí.

Pero, según reportes del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH), la erupción más grande registrada desde el siglo y una de las peores a nivel global, fue en 1902, de parte del volcán de Santa María, en donde las cantidades de ceniza y arena de volcán fueron de gran magnitud, con más de 8 kilómetros cúbicos de magma que expulsó el cráter en 24 horas, llegando no solamente en el área suroccidente de Guatemala, sino también en la parte sur de México.

Daños Colaterales

GU3008. ALOTENANGO (GUATEMALA), 01/07/2015.- Fotografía del volcán de Fuego que presenta su quinta erupción del año hoy, miércoles 1 de julio de 2015, al sur de la Ciudad de Guatemala (Guatemala). El volcán guatemalteco de Fuego ha generado abundante material que, debido a las lluvias, podría hacer que el coloso presente el descenso de lahares, material volcánico con piedras y rocas, informaron hoy autoridades. El Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) indicó, en un boletín, que la zonas más afectadas podrían ser la barranca Las Lajas, ubicada en Alotenango, departamento de Sacatepéquez. EFE/Esteban Biba

Según lo explicado por el vulcanólogo Gustavo Chigna, la cantidad de problemas ocasionados por estos fenómenos naturales, lejos de los ya mencionados, son muchos más, y hasta más peligrosos para la población.

Hay que recordar primero que en Guatemala hay un gran problema, muchas personas viven en las faldas del volcán, por ejemplo el de Fuego, hay 62 mil personas en riesgo de varios fenómenos, como lo es el flujo piroclástico, que es una mezcla de gases volcánicos y aire que bajan a grandes velocidades, que puede ocasionar enfermedades respiratorias y estomacales a la población, señala Chigna.

Agrega que, además, otros efectos son la contaminación de agua y cultivos, causada por la cantidad de ceniza que cae en ellos. Al igual que el daño ocasionado en los vehículos, ya que se pueden trabar los motores por la cantidad de elemento orgánico que está sobre ellos y las dificultades de acceso a ciertas rutas establecidas.

Uno de los procesos volcánicos que más ha dañado las propiedades aledañas son los llamados lahares, que son correntadas de lodo y escombros orgánicos, que descienden la mayor parte del tiempo en épocas de invierno a las laderas del volcán.

Muchos de los departamentos más afectados por estos sucesos son los de Escuintla, Sacatepéquez y Chimaltenango. Sin embargo, esto puede variar debido al viento, que es un factor determinante. La mayoría de veces el viento va de este a oeste y esto afecta directamente o no a los departamentos involucrados, enfatiza el experto de INSIVUMEH.

Medidas preventivas

David de León, vocero de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), explica sobre la implementación de diversos métodos para informar a la población adyacente a las faldas de los volcanes que están activos, acerca de los riesgos que puedan sufrir.

Lo que trabajamos siempre con las comunidades es realizar acciones de preparación, enseñarles que identifiquen algunas señales, como rutas de evacuación o puntos de reuniones; asimismo, que identifiquen los lugares que sean seguros, los planes que la propia población realiza para disminuir o evitar daños mayores ante estos fenómenos, indica De León.

Charlas a las comunidades, elementos teóricos, investigación del terreno, recorridos para determinar zonas seguras son algunos de los métodos que la Conred utiliza para la prevención de esta clase de desastre natural.

De León asevera que en los últimos años existen más de cinco mil personas que se encuentran en riesgo por vivir cerca de los volcanes de Fuego y Santiaguito, y que no existe un mapa de riesgo preciso debido a los cambios meteorológicos que ocurren en el entorno.

Ante todos estos percances, otras instituciones han sido afectadas por esta situación, tal es el caso de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), la cual, en estos últimos sucesos, ha tenido informes por parte de Conred para advertirles del peligro al que pueden someterse, si van a ciertas rutas por aire.

Existe un informe vulcanológico hecho por el INSIVUMEH, que le es proporcionado a las diferentes instituciones como Conred y Aeronáutica civil, con los datos de la tendencia volcánica diaria, para planificar las rutas establecidas y generar diversos métodos de prevención.

Nosotros hacemos los cierres de las aerovías que sean necesarias y también establecemos un perímetro del volcán que se encuentra activo, de allí se hacen las notificaciones de cenizas u otros fenómenos a los pilotos para que sepan las rutas alternativas. Menciona Sergio Raúl Enrique, coordinador de tráfico aéreo.

Guatemala está a merced de lo que pueda suceder a futuro con los volcanes, al ser tan impredecibles y nunca poder calcular la magnitud de las erupciones, se vive en un ambiente de incertidumbre y miedo.

Nuestro pronóstico es que las erupciones van a continuar, el de Fuego está teniendo una media de dos erupciones por mes al igual que Santiaguito y Pacaya, que han empezado nuevamente a mostrar grandes signos de actividad. Creemos que para finales de año puede producirse alguna otra erupción fuerte, asevera Chigna, al preguntársele acerca de lo que podría ocurrir en un futuro.

Cómo lo viven las poblaciones afectadas

Eddie Maldonado, técnico de la unidad de prevención en volcanes, asignado al departamento de Quetzaltenango, menciona que las comunidades aledañas al volcán Santiaguito tienen que convivir diariamente con estos fenómenos naturales.

Realmente las comunidades que viven cerca del volcán están ya acostumbradas a estos eventos. Santiaguito tiene más de 200 años de actividad y la población empieza a ver estos eventos como beneficiosos, ya que, por ejemplo, con la caída de ceniza, al llegar a las producciones agrícolas son un fertilizante natural excelente, ya que las lluvias se encargan de limpiar todos los cultivos y producción.

Ahora bien, mientras el volcán tenga constante actividad, estamos bien, y ellos lo saben, lo dejamos bien en claro cuando los capacitamos, pero, si el volcán pasa días, incluso meses sin presentar nada, ahí hay preocupación, ya que se traduce a acumulación de energía que en algún momento va a ser liberada de forma violenta

También indica que con la ayuda del ministerio de salud, se le ha hecho entrega de mascarillas a ciertas comunidades, no a todas, debido al poco recurso para cubrir todas las áreas, al igual que megáfonos para alertar a la población ante cualquier anomalía y también mecanismos originarios de las poblaciones, como campanas de las iglesias o timbres en las escuelas.