Bienvenido, EE. UU., a nuestra forma de hacer política

JUAN MANUEL RODRIGUEZ2


Para cuando esta columna esté publicada, seguramente se tendrán ya resultados de las elecciones de Estados Unidos. Unas elecciones completamente atípicas y distintas a lo que habíamos visto en procesos anteriores. Unas elecciones que nos recordaron, sin duda alguna, a los procesos latinoamericanos, en donde brilla más el populismo que propuestas serias. Los debates no son debates, sino meros ataques personales, que no conducen de forma desarrollada a la opinión pública, sino que la sesga entre dimes y diretes. Pan y circo, al fin y al cabo, que hoy contagia al llamado primer mundo. Pero un mundo que no está tan lejano, pues no solo territorialmente está cerca sino es el territorio donde habitan millón y medio de guatemaltecos, un gran porcentaje indocumentados. Y esto repercute directamente en nuestro país. Cabe recordar que solamente en el año 2015, Guatemala recibió por el tema de remesas más de US$6.28 millardos, que equivale a la mitad del ingreso de exportaciones que percibimos en el mismo período. Este ingreso, que se ha convertido en uno de los principales pilares económicos de nuestro país, se puede ver directamente afectado por las políticas migratorias que puedan implementar Clinton o Trump. Todos sabemos que, en esta materia, será el republicano el que tome las decisiones más drásticas, desde el tema de su muro fronterizo y su atención al incremento de los oficiales de deportación.

¿Cómo llegó Estados Unidos a estas dos personas? ¿Son realmente los mejores representantes del pueblo estadounidense? Evidentemente no, y se escuchan comentarios muy similares a los que hemos escuchado en elecciones de nuestro país: hay que escoger al menos peor (sic). Estas son elecciones cargadas de odio, de avivados resentimientos, de resurgido racismo. Si en Latinoamérica y en nuestro país el discurso ha sido ricos vs. pobres, suponiendo que la clase pobre es predominantemente indígena, en ese país el discurso que ha promovido el republicano se ha basado en enemistar de nuevo grupos raciales, avivando discursos que recuerdan épocas donde otros grupos fueron los atacados, lo que llevó a un sangriento proceso conocido como el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, que se diera sobre todo de 1955 a 1968. Lamentablemente, vemos que hoy el famoso sueño de Martin Luther King parece que no contemplaba a los latinos y los musulmanes.

Una de las grandes diferencias que se da en estas elecciones es que no existe un candidato que logre convencer al grupo más joven del electorado. Anteriormente, Barack Obama representaba, incluso a nivel de slogan, el cambio y la esperanza. Supo utilizar las redes sociales y las nuevas tecnologías de forma innovadora, algo que aparte de una constante pelea en Twitter por parte de Clinton y Trump, no supo aprovecharse esta vez. ¿Cómo pudo ser que hace 8 años y hace 4 fuera más efectiva la comunicación por este medio? No supieron, a mi parecer, proyectarse positivamente en redes sociales. Más bien, ha sido un constante conflicto, que lo que ahora se escucha con notoriedad es que lo que más se ansía, es que este proceso ya finalice. La gente está extenuada.

Surgió, entonces, un republicano extremo que podría considerarse fascista, y una socialista demócrata que no tiene esa frescura que comunicaba Obama. Muchos dirán, ¿cómo Trump, con ese discurso tan divisivo llegó a estar, según la mayoría de las últimas encuestas, a solo un punto de Clinton? Trump decidió pelearse directamente con grupos raciales, pero para ganar ese voto del estadounidense que está harto de los temas migratorios y prefiere irse por un extremista que por una vieja política. ¿Coincidencias con nuestra situación hace algunos meses? Increíblemente, muchas.

Lo que resulta increíble, es que, a estas alturas del partido, Estados Unidos se decida por dos candidatos que no vienen a sumar sobre lo bueno que pueda dejar Obama. La misma Clinton se ha encargado de contradecirse continuamente, y no ayuda en nada su poca credibilidad y mal manejo en situaciones donde se hubiera esperado un desempeño más profesional para alguien que aspira al puesto más importante del, podríamos decir, globo terráqueo.

Entre correos borrados, wikileaks y tuits ofensivos, podemos decirle a Estados Unidos, sin mucho orgullo que digamos: ¡Bienvenidos a nuestra forma de hacer política!