Actualmente, en los Estados Unidos vive 1.5 millones de personas de origen guatemalte-co, de las cuales un 30 por ciento son nativas y el 70 por ciento inmigrantes. Entre todos, envían más de US$5,500 millones a sus familiares cada año, lo que equivale al 9.8 por ciento del PIB. Imaginemos lo que pasaría si ese flujo de fondos termina.
Estuardo Gasparico M.
egasparico@cronica.com.gtEs el mes de junio del 2020, en los puestos fronterizos con México, en aeropuertos y hasta en puertos marítimos el caos aumenta porque a diario ingresan por esas vías más de cinco mil personas provenientes de los Estados Unidos.
La razón: el 31 de diciembre concluye el plazo para que todos los indocumentados (no importa su país de procedencia) salgan por su voluntad de aquella nación o serán deportados sin ninguna consideración.
Desde que se tomó la decisión el año anterior, decenas de miles se quedaron sin empleo, pues la medida gubernamental fue acompañada de sanciones drásticas y con carácter federal (con vigencia en toda la unión americana) para las empresas que contrataran a inmigrantes sin documentos en regla, aunque estos estuvieran en trámite.
El primer efecto que se ha observado en el país es la disminución gradual de remesas familiares, las que de un promedio mensual de US$510 millones, bajaron a menos de US$200 millones, causando la desesperación y desconsuelo de al menos 1 millón de familias.
El segundo es el incremento del desempleo abierto que, en promedio, se había mantenido en los últimos años en 3 por ciento. Ahora es casi de 5 por ciento, con el consiguiente aumento de las actividades productivas de subsistencia en la economía informal.
El tercero es el colapso de las instituciones públicas, especialmente las que prestan servicios de salud y educación, ante el incremento desmesurado de la demanda de atención en hospitales e inscripción en escuelas e institutos.
Y el más grave es el repunte de la inseguridad, pues entre los miles de deportados, también regresan delincuentes, dispuestos a continuar cometiendo sus fechorías en su país natal.
Esto, sin incluir el incremento del tipo de cambio del dólar, la quiebra de las agencias que se dedican a traer las remesas y la escasez de liquidez bancaria, derivada del cierre de miles de cuentas de ahorro.
Pero no todo es negativo, ya que ahora los call center disponen de más aspirantes a un puesto de trabajo en inglés, y la industria maquilera ya no tiene que aplicar métodos poco ortodoxos para lograr que sus operarios alcancen altas cuotas de producción, pues la gente que vino de regreso está acostumbrada a trabajar, de manera efectiva, hasta 15 horas diarias.
Lo que dicen los expertos
Aunque lo anterior es un escenario hipotético y hasta pesimista, algunos expertos lo confirmaron.
Por ejemplo, Paul Boteo, de la Fundación Libertad y Desarrollo, indicó que por el momento, más de 1.3 millones de guatemaltecos reciben cada año remesas de sus familiares en Estados Unidos, lo que termina beneficiando a más de 4.5 millones de personas en el país.
La migración y las remesas han sido la válvula de escape, ante la incapacidad de nuestro país para generar fuentes de trabajo y desarrollo para toda la población, y ese dinero ha contribuido a mejorar los indicadores sociales del país, ya que las familias beneficiarias pueden acceder más fácilmente a servicios de educación y salud.
A su juicio, las remesas también han tenido un efecto sobre el tipo de cambio, ya que este se ha mantenido relativamente bajo, debido a la afluencia de dólares cada año, y esta situación promueve las importaciones, beneficiando al sector comercio, pero afecta la competitividad de las exportaciones.
Sin las remesas, es muy probable que el tipo de cambio fuera bastante más alto, y si de pronto dejaran de fluir al país, se experimentaría una fuerte crisis económica, sobre todo porque cientos de miles de familias tendrían que ajustar su consumo. Es muy probable que también enfrentaríamos una grave crisis humanitaria, por el incremento de casos de desnutrición y hambruna, pues muchas familias tienen como única fuente de ingreso las remesas. También podríamos enfrentar mayores de niveles de violencia y conflictividad, ya que el descontento social aumentaría, expresó.
Por lo tanto, recomendó realizar las reformas necesarias para incrementar el desarrollo económico, crear fuentes de trabajo y mejorar los indicadores sociales de Guatemala. No podemos seguir dependiendo del sufrimiento de millones de compatriotas que han tenido que dejar a sus familias por buscar las oportunidades que este país no les brinda, resaltó.
Hugo Maúl, del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), fue enfático: Sin ese dinero, lo primero que tendría que ajustarse es el tipo de cambio de varios quetzales hacia arriba, para poder reducir la demanda por importaciones. Luego vendría un ajuste importante en el consumo de las familias que reciben remesas y un aumento en su disposición para participar en el mercado de trabajo, dado que al quedarse sin ingresos tendrían que buscar cómo reponer lo perdido.
Añadió que perder US$5 mil millones (equivalentes a 8.9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) causaría un problema laboral, económico y tributario.
Entre tanto, Juan Carlos Zapata, de la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa), dijo que Estados Unidos es un país que depende de la inmigración, especialmente en la industria agrícola y ciertos servicios como el turismo, por lo que no le conviene una deportación masiva.
El sueño de muchos migrantes es construir una casa digna.