Venecia quiere recuperar el ecosistema de su laguna

Venecia, conocida en todo el mundo por la Plaza de San Marcos o el Puente de los Suspiros, tiene además la laguna, una riqueza que a menudo se pasa por alto y cuyo ecosistema quiere recuperar.

Amenazada por el aumento de la salinidad, la laguna es el eje de un proyecto destinado a incrementar los cañaverales para atraer aves y peces.

«La idea es recuperar el entorno perdido debido a las intervenciones humanas que terminaron por desviar los ríos por fuera de la laguna«,

explicó a la AFP Rossella Boscolo Brusà, investigadora del Instituto Superior de Protección e Investigación Ambiental (Ispra) y responsable del proyecto.

Esas operaciones, que tenían como objetivo la limpieza de ciertas zonas pantanosas y la lucha contra la malaria, hicieron que:

«el agua se volviera cada vez más salada y se redujeron los cañaverales, un hábitat muy apreciado por las especies protegidas y de interés comercial«,

subraya la investigadora, mientras señala desde una embarcación la vegetación de cerca de 2 a 3 metros de altura.

Se trata de un lugar tranquilo, perturbado de vez en cuando por barcos de turistas. Con un poco de suerte, se puede observar el penacho de una avefría, algunos andarrìos chico y garcetas pequeñas.

La laguna de Venecia (Italia) en una imagen tomada el 22 de julio de 2020.

Hoy en día «sólo quedan 34 hectáreas de cañaverales. En el pasado casi la mitad de la laguna estaba cubierta por carrizales», cuenta la investigadora al referirse a unas 17,000 hectáreas.

En efecto un barrio de Venecia se llama Cannaregio precisamente por las cañas, recuerda Adriano Sfriso, profesor de la Universidad Cà Foscari de Venecia.

La caña requiere una salinidad bastante baja, menos de 15. Sin embargo, el nivel es de 30 en el corazón de la laguna con un promedio de 35.

Inyectar agua dulce

Llamado «Life Lagoon Refresh», el proyecto tiene como objetivo inyectar agua dulce del río Sile para reducir la salinidad.

Un pequeño «canal», operativo desde mayo, permite regular el caudal del agua según avanza el proyecto o en función de los eventos, como las mareas altas.

«Actualmente el flujo es de 300 litros por segundo, el caudal deberá aumentar hasta 500 y en el futuro llegar a un metro cúbico por segundo», explica Simone Sponga, de la empresa de ingeniería hidráulica Ipros.

Adriano Croitoru replanta cañas en la laguna de Venecia.

Para contener el agua dulce y dar soporte a la caña, se instalaron «cordones» compuestos por postes y almohadillas de fibra de coco biodegradable.

Si la vegetación se reconstituye naturalmente, las operaciones para volver a plantar se aceleran de manera de recuperar veinte hectáreas de cañaverales, resume el profesor Sfriso.

Con regularidad, Carlo Marchesi y su asistente Adriano Croitoru, extraen con cuidado pequeños pedazos de tierra que luego replantan desde un barco a pocos kilómetros de distancia.

«Vamos a reconstruir la laguna tal como la conocieron nuestros bisabuelos, mucho más rica de peces y aves», sostiene Marchesi, de 56 años.

Intervenciones similares se han realizado con plantas acuáticas gracias a la participación de pescadores y cazadores.

«Nuestro mundo»

Durante año y medio, se celebraron a cabo reuniones y debates, algunos muy tensos, entre todas las partes interesadas para lograr un acuerdo, fundamental para el éxito del proyecto.

«Para nosotros, pescadores y cazadores de Venecia, la laguna representa la vida, es nuestro mundo. Si la preservamos, podremos disfrutarla y dejarla a nuestros hijos», reconoce Massimo Parravicini, presidente de la principal asociación local de pescadores aficionados y cazadores.

Parravicini, de 58 años, participa con entusiasmo en las operaciones de replantación de fanerógamas, «plantas fundamentales para el ecosistema porque aportan oxígeno a los bajíos y limitan el impacto de las olas creadas por los barcos», explica.

El seguimiento continuo permite medir el progreso, en términos de salinidad, vegetación y fauna, gracias por ejemplo a la «pesca al cerco», es decir a una gran red tendida a través de los canales.

El investigador de la Universidad de Venecia Luca Scapin (izq) y el dueño de Laguna Project, Riccardo Fiorin.