La guerra y el abandono han convertido las calles de Taez, ciudad considerada antaño una de las más bellas de Yemen, en un inmenso basurero donde enfermedades como el cólera corren el riesgo de propagarse y diezmar a una población ya castigada por la violencia.
En las altas mesetas del suroeste de Yemen, los antiguos barrios de mezquitas blancas deben sobrevivir sin servicios municipales, rodeados por los rebeldes hutíes contra los que luchan las fuerzas leales al gobierno.
Los desechos, en descomposición, se infiltran en las corrientes de agua, creando las condiciones ideales para la propagación del cólera.
Desde 2014, la población de Yemen, país más pobre de la península arábiga, sufre una guerra que ha dejado decenas de miles de muertos, según varias organizaciones humanitarias.
Si Taez está controlada por las fuerzas gubernamentales, que reciben el apoyo de una coalición dirigida por Arabia Saudita, los hutíes controlan las montañas, desde donde lanzan repetidos bombardeos sobre la ciudad.
Consecuencia: el agua potable escasea, las escuelas están casi todas cerradas y es muy difícil hacer llegar alimentos a esta ciudad de 600.000 habitantes.
Estos últimos, asediados en su propia ciudad, a penas respiran en cuanto el sol calienta las calles, donde se acumulan montañas de plástico, neumáticos, cajas de cartón y otros desechos, emanando un gas nauseabundo.
El cólera, una enfermedad infecciosa que puede matar en solo unas horas si no es tratada, reapareció en Yemen en abril, tras una primera epidemia en octubre de 2016.
Cólera
En Taez, 304 personas murieron de cólera entre abril de 2017 y agosto de 2019, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En los hospitales en ruinas, sin apenas equipamiento, el personal es incapaz de hacer frente a un número cada vez mayor de pacientes.
«Estaba durmiendo cuando de repente me desperté con fuertes dolores en el estómago y con diarrea, y mis hijos me trajeron aquí», cuenta a la AFP Arwa Hmeid, una paciente tumbada en una cama del hospital general.
«El hospital está lleno de pacientes con cólera y ya murieron tres mujeres desde que estoy aquí», añade preocupada.
Los daños causados por los beligerantes al sistema de alcantarillado y a la red eléctrica afectaron a la calidad del agua distribuida en la ciudad, que se ha convertido en un vector del cólera.
Para Mohammed Mkharesh, director adjunto del centro hospitalario, la acumulación de desechos en Taez y otras ciudades vecinas tiene un impacto directo en la salud de la gente.
«Esto favorece el cólera, el dengue y el paludismo», explica a la AFP, y añade que los hospitales están «bajo presión con el aumento de casos de enfermedades y falta de recursos».
Según la ONU, el conflicto en Yemen provocó la peor situación humanitaria en el mundo. Alrededor de 3,3 millones de personas siguen desplazadas y 24,1 millones, es decir el 80% de la población, necesita asistencia.
A pesar de todo, los funcionarios se esfuerzan por limpiar la ciudad, asegura Mohamed Jassar, que dirige el departamento de saneamiento de Taez. El hombre exhorta a la comunidad internacional a ayudar a los yemeníes. «La propagación de enfermedades cesará solo cuando la ciudad se haya limpiado», suspira