- Desde dentro de la Corte Federal en Washington, la Voz de América reportó la audiencia en la que el expresidente Donald Trump se declaró «inocente» de otros cuatro cargos federales. Ni cámaras, ni computadoras, ni teléfonos celulares estaban permitidos. Así lo vivió un reportero de la VOA. Hoy la primera audiencia.
Voz de América
WASHINGTON — El miércoles había sido ya un día intenso. Una larga fila fue necesaria para tener un puesto en una de las dos salas de prensa listas para recibir el jueves a unos 100 reporteros, que como yo, cubrían la histórica audiencia de la Corte Federal de Washington, en la que expresidente Donald Trump escuchó cuatro nuevos cargos por los que irá a juicio el próximo 28 de agosto.
Pasa de las 4 de la tarde el jueves y como mis colegas, espero una señal de la llegada de Trump a la corte. Los medios reportan que el expresidente llegó a Washington en su avión privado desde Nueva Jersey.
La puerta de la corte por donde está previsto que entre Trump no tiene cámara instalada. Así que no me queda claro qué podré o no ver y escuchar, pero el sólo hecho de estar dentro de la corte me hace pensar que soy afortunado.
El vaivén de emociones no se detiene. Minutos antes de que Trump entrara al edificio, quedé fuera de un sorteo que definió los elegidos de un reducido grupo de 10 periodistas que pronto verán de cerca a Trump, flanqueado por sus abogados John F. Lauro y Todd Blanche.
Ni computadora, ni cámara, ni teléfono móvil. Todo lo que puedo usar es un bolígrafo y un cuaderno para tomar apuntes. Los reporteros estamos avisados de que está prohíbido grabar, recibir llamadas, incluso sacar fotos dentro de la corte. La única opción es escribir a la editora que actualiza en una suerte de blog y en tiempo real lo que logro observar y describir.
Trump aparece en la sala. Viste traje azul oscuro, lleva camisa blanca y corbata roja, los colores que suele usar casi siempre.
Se sienta al centro de la mesa, entre los dos abogados, entrelaza fuertemente las manos, luce serio, enojado y no parece tener la intención de cruzar la mirada con Jack Smith, el fiscal especial que ha llevado adelante la investigación de los documentos en Mar-a-lago y la investigación sobre el asalto al Capitolio el 6 de enero 2021.
En ese momento ya unas 50 personas están presentes en la audiencia, además de otros 15 asistentes, entre el equipo de la defensa y miembros del Departamento de Justicia de EEUU. El único micrófono abierto es el de Trump, pero los reporteros en la sala de prensa no podemos escuchar lo que dice.
«Esto está muy tranquilo», es lo único que alcanzo a escuchar del breve intercambio de palabras de Trump con su equipo legal.
A través de las pantallas ubicadas dentro de la sala de prensa veo comenzar la audiencia unos 15 minutos después de las 4 de la tarde. Trump responde algunas preguntas.
-Edad: 77 años.
-¿Ha tomado medicamentos? No, responde.
También ha dicho que entiende que puede quedarse en silencio y que si no tiene dinero para un abogado, podrá tener uno de la corte.
La jueza Moxila A. Upadhyaya lee los diferentes cargos y los años que podría enfrentar si es encontrado culpable. Trump escucha de pie.
Cerca del fiscal especial Smith están en la sala funcionarios del Departamento de Justicia de Estados Unidos. El documento con los 4 cargos tiene 45 páginas: conspiración contra los derechos de los ciudadanos, conspiración para defraudar a Estados Unidos, conspiración para obstruir un procedimiento oficial y obstrucción de un procedimiento oficial.
«Inocente», proclama Trump, después de escuchar los cargos.
En este punto, pienso a la carrera cómo conseguí estar ahí, para ser testigo de un proceso que de acuerdo con expertos es clave para el futuro político y la democracia de Estados Unidos.
¿Existe algo que el amor no pueda resolver? Eso me había preguntado el día previo a la audiencia, mientras observaba a mi esposa en la fila de reporteros para conservar mi turno mientras yo hacía el trabajo de todos los días para los medios afiliados de la Voz de América.
Polarización política
Fuera de la corte, simpatizantes y detractores de Trump se manifiestan. Parecieran irreconciliables las pasiones de uno y otro lado en el espectro político estadounidense.
Así lo constataron las imágenes y reportes de mis colegas en el exterior del edificio federal.
Cobertura difícil y emocionante
El protocolo de seguridad de la Corte Federal fue minuciosamente cumplido desde el miércoles. Ya el jueves, las autoridades cuidaban cada detalle y los reporteros estábamos advertidos de que en el interior del edificio no era permitido andar por los pasillos, que permanecieron «libres» para Trump, su comitiva y los participantes en la audiencia.
Tampoco hubo canales televisivos transmitiendo en vivo, ni periodistas reportando en directo desde el lugar.
Como única opción, todos nos aferramos a las tres cámaras instaladas: una de ellas nos mostró a la jueza Moxila Upadhyaya, otra cámara con plano abierto nos adentraba en la sala y la tercera enfocó directamente a Trump y sus abogados.
Cuando apenas han pasado unas horas no me puedo olvidar de Trump nervioso, con las manos entrelazadas y esperando, hablando con con sus abogados, sin cruzar en ningún momento sus ojos con el fiscal especial Jack Smith.
El 28 de agosto está prevista la próxima audiencia.
Antes de dejar la corte, para tomar su avión privado de vuelta a Nueva Jersey, Trump ha firmado el documento que describe las condiciones en las que se mantendrá en libertad, después de prestar juramento nuevamente.
«Es un día triste para Estados Unidos», dijo el expresidente y candidato presidencial por el partido republicano para las elecciones del 2024 a reporteros, justo en la base de la escalerilla de su avión, antes de partir de Washington. Seguidamente repitió una serie de acusaciones sobre una supuesta «persecución» en su contra sin exponer pruebas.
El avión de Trump acaba de despegar rumbo al estado de Nueva Jersey.
Ha sido una cobertura difícil, pero el resultado se lleva a la casa.