Sigue sin aparecer el Jogo Bonito

Hace mucho tiempo que Brasil ha dejado de dominar el fútbol mundial. Lo que sucede a la canarinha es algo que interesa en todo el mundo. Goleada en su propio mundial, dos veces eliminada pronto de la Copa América y, por ahora, fuera de los puestos de clasificación para Rusia 2018. Las alarmas se han disparado.

Carlos María Salvado

Nueva York – La Copa América Centenario ha traído para Brasil la confirmación de que su jogo bonito no solo está desapareciendo, sino que el bache en que se prolonga es demasiado. Eso es peligro en un país en donde el fútbol es parte de la cultura nacional.

Si la crisis política y económica en Brasil es profunda, lo mismo sucede con su deporte nacional. La goleada en casa en la Copa del Mundo 2014 por Alemania (1-7) fue más que una humillación, era el presagio de que algo catastrófico estaba sucediendo. Y la historia se repitió con la eliminación de la Copa América 2015, y ahora la que se disputa en Estados Unidos.

Parece ser demasiado severo criticar a Brasil por una derrota y con gol dudoso de Perú, pero la verdad es que ha sido un partido más sin alegría verdeamarela, y el 65 por ciento de posesión del balón no hizo más que dejar al desnudo las carencias que arrastra este combinado desde hace demasiado tiempo.

El fútbol brasileño ha perdido tanto su brillo, que ya no sorprenden sus derrotas y eliminaciones, aunque siempre se espera mucho de la selección que más títulos tiene en el planeta y del país que ha dado jugadores de la talla de Pelé, Tostao, Jair, Ronaldo, Ronaldinho, Zico, Kaká, y sigue produciéndolos.

El Perú 1, Brasil 0, en Boston, ha significado de nuevo la salida de Dunga, pero ahora hay que esperar para ver si ese jogo bonito regresa a tiempo para buscar de la mano de Neymar la medalla de oro en sus olimpíadas de Río 16 o, por el contrario, se repite el fracaso y termina más hundida la famosa canarinha.

Y es que precisamente el jugador del Barca no jugó esta Copa Centenario para reforzar a la selección que jugará en las olimpiadas, con la mira en lograr el único título mundial —la medalla de oro— que no se encuentra en las vitrinas de la Federación Brasileña.

El fútbol espectáculo

Selección brasil,
Los rostros de los jugadores denotan la impotencia de su fútbol.

Brasil se ha caracterizado por llevar espectáculo a los torneos internacionales de fútbol. Aún se considera que la final de México 70, disputada con Italia y que terminó 4-1, ha sido una de las mejores demostraciones en la historia mundialista de buen juego colectivo con brillantes individualidades.

Luego vino un período de sequía en títulos, pero siempre estaba presente su jogo bonito. Sin embargo, tuvieron que pasar muchos años para volver a levantar la Copa del Mundo, aunque antes se alzó una Copa América (1989), que sirvió para calmar un poco a su exigente afición, la famosa torcida.

Y luego, el retorno a la cúspide, con los títulos de 1994 y 2002, para llegar al pentacampeonato, antes de principiar este bache que ahora comentamos, porque en los siguientes dos torneos mundialistas no alcanzó semifinales y en su propio torneo se produce la debacle ante los futuros campeones alemanes que antes se mencionó.

Los brasileños parecen llevar dos cosas en su sangre: la samba y el fútbol, o el fútbol y la samba. Hay quienes dicen que esta es la raíz del jogo bonito, porque es una mezcla entre alegría y fútbol. Por eso no se perdona que Brasil esté atravesando por este bache en el que ni tiene juego alegre, ni logra los resultados para volver al sitio que le corresponde en el fútbol de América, pero también mundial.

En este momento está en el puesto siete del ranking de la FIFA, pero al concluir la Copa América y la Eurocopa, se verá una caída que podría llevar a la canarinha a estar fuera de los diez primeros, un castigo para una selección que no se encuentra y podría quedar fuera, por primera vez, de una Copa del Mundo.

Y es que, además, Dunga ha dejado muy complicadas las cosas en la eliminatoria de la Conmebol rumbo a Rusia 18. Ciertamente falta mucho camino por recorrer, pero Brasil es sexto tras los primeros seis partidos, con saldo de dos ganados, tres empatados y una derrota, solamente arriba de Paraguay, Perú, Bolivia y Venezuela.

El peligro es que se siga haciendo costumbre esto de perder torneos y protagonismo en un mundo que ha dominado. No creo que sea terminal este momento, porque la calidad de futbolistas debe permitir la llegada del cambio pronto, pero la torcida no tiene demasiada paciencia, y las necesidades inmediatas tampoco.

Hay que recordar que Brasil ha clasificado a todos los mundiales disputados desde 1930, y nunca ha necesitado siquiera de ir a una ronda de repesca para obtener su pase. Su palmarés mundialista es impresionante: en siete finales disputadas ha alzado cinco copas, y ha llegado a semifinales en 13 ocasiones y en 15 a cuartos de final.

Supera a Alemania en la tabla general de participaciones y puntos, muy lejos ambas de Italia, Argentina y España, que le siguen.

Pelé cree que lo que está sucediendo es algo pasajero y cíclico, y dice que el trabajo de elegir al entrenador adecuado es el que ha fallado en muchas de las ocasiones anteriores en que hemos visto algo parecido. Él no duda de la calidad de los jugadores brasileños que siguen siendo tan buenos y alegres como los mejores del mundo.

Con jugadores de la talla de Alves, Felipe Luis, Marcelo, Casimiro, Marquinhos y el propio Neymar, no se puede dudar de que Brasil tiene potencial para recuperar su jogo bonito. La pregunta es ¿cuándo?

Entre los brasileños hay todo un debate sobre las causas de este bajón en el fútbol carioca. Algunos piensan que se ha privilegiado el juego defensivo —Dunga es conservador en sus planteamientos—, porque se busca más un estilo europeo, que privilegia más las condiciones físicas. Este argumento no es totalmente cierto, porque Brasil ha mostrado siempre defensas sólidas, aun en los campeonatos en donde ha mostrado su fútbol más ofensivo.

Otros atribuyen a que el fútbol es reflejo de la crisis que vive Brasil en el orden político y social.

El Financial Times escribió, tras la goleada alemana, que el resultado era simbólicamente un fin apropiado para los largos años de boom económico en Brasil.  Otros diarios europeos especializados en economía han formulado señalamientos parecidos, algo que no tiene fundamento científico, porque Argentina y otras potencias han pasado por momentos similares sin mostrar este tipo de bajones.

Al margen de las causas reales o ficticias, lo que es absolutamente cierto, es que el fútbol brasileño ha dejado de ser el proveedor de ideas de esquemas tácticos innovadores, y eso repercute en el nivel que ahora se muestra.

El entrenador del Fluminense, el brasileño Levir Culpi, da alguna luz de lo que está sucediendo a nivel de los técnicos y entrenadores. El fútbol brasileño está anticuado en términos de tácticas y disciplina, y eso puede significar que los entrenadores nacionales han quedado estancados, mientras que en el resto del mundo se observan adelantos y cambios que parten desde los físico, técnico, táctico y emocional, de los jugadores.

Brasil tiene y siente siempre la obligación de ganar. Cuando en 10 partidos se ganan cuatro, se pierden dos y se empatan cuatro, la torcida no está tranquila ni satisfecha.

El futuro inmediato

Aficionada
La canarinha pasa por uno de sus peores momentos.

Lo lindo del fútbol moderno, lleno de juegos y competiciones internacionales, es que casi de inmediato da oportunidades de revancha o recuperación. La canarinha volverá a la acción en el mes de septiembre, para seguir buscando su pase a Rusia 18. Irá a jugar a Quito con Ecuador —segundo en la eliminatoria—, pero luego será local frente a Colombia (5to.) y Bolivia (9no.) Si suma siete o nueve puntos estará encaminando su clasificación nuevamente y las críticas bajarán de tono, sin embargo, debajo de eso, las cosas no cambiarán demasiado.

Antes de eso, está la cita olímpica, con grandes expectativas brasileñas por ser local. La canarinha, con Neymar, tiene que ser incluida entre las selecciones favoritas. No debiera tener problemas para superar la fase de grupos, porque Sudáfrica, Irak y Dinamarca, no son del mejor nivel. En cuartos de final habrá un rival más exigente, porque el segundo lugar del Grupo B puede ser Colombia, Suecia, Nigeria o Japón, todos competitivos.

Un título olímpico sería un baño de rosas en un momento crítico, mas tampoco parece fácil, más allá de la fuerza que tendrán por ser locales y contar en la alineación con uno de los mejores jugadores del mundo.

Si lo que Brasil está viviendo es un proceso de cambio, no hay que dudar de que pronto estará de vuelta, pero si en cambio se trata de un ciclo de retroceso sin visión, no será fácil volver a ver ese jogo bonito que tanto ha encantado al mundo.