La presidente suspendida Dilma Rousseff enfrenta el veredicto del Senado de Brasil que dictaminará si regresa a su cargo o lo deja en definitiva para enfrentar un proceso penal por diversos delitos que se le señalan.
El futuro de la mandataria, apartada de sus funciones, está en manos de 81 senadores, quienes después de haberla escuchado ayer resuelven hoy si Rousseff permanece en su cargo. El juicio político, conocido como impeachment, podría finalizar la madrugada de este miércoles, por lo cual promete ser una jornada extensa e histórica para el país sudamericano.
Rousseff, primera mujer en alcanzar la presidencia de Brasil, fue suspendida del poder en mayo por acusaciones de maquillar las cuentas públicas. Su defensa aduce que las prácticas cuestionadas también fueron usadas de forma recurrente por gobiernos anteriores, sin que fueran castigados. La oposición argumenta que eso precipitó la crisis del país.
Si todo sale tal como pronosticaron los sondeos, Dilma será destituida y Temer se convertirá oficialmente en el próximo presidente de Brasil hasta 2018, cuando se celebran nuevas elecciones. Para ello se requiere que 54 senadores (dos tercios de la Cámara) condenen a Rousseff. En dos votaciones previas realizadas en fases anteriores del proceso en la Cámara Alta, los que vaticina una inminente destitución de Rousseff sumaron 55 y 59 votos.
Tal es el pesimismo en el Partido de los Trabajadores que ya está en marcha la redacción de un recurso para ser presentado ante el Supremo Tribunal Federal para intentar anular la decisión.
Rousseff gobierna Brasil desde 2010 y heredó un país en pleno boom económico, motor de crecimiento en la región tras haber sido gobernado por su antecesor Lula Da Silva desde 2003. En esos años dorados, el país fue elegido para celebrar los Juegos Olímpicos de 2016 y la Copa Mundial de Fútbol (2014).
Su imagen ha sufrido un fuerte desgaste a la par del deterioro de la economía, el crecimiento brutal del desempleo y la inflación. Las revelaciones de una trama delictiva en torno a Petrobra le costaron a la petrolera más de USD 2.000 millones, fueron la gota que derramó el vaso.
*Con información de Infobae y El País