- Se calcula en Q203 millones la pérdida, que se suman a los Q84 millones de primer lote vencido
- Un problema adicional es que no se ha declarado lesivo el contrato y hay pactada la compra de 4 millones de vacunas Suptnik Light, no autorizadas por la OMS.
Ni el presidente Alejandro Giammattei ni el ministro de Salud, Francisco Coma han explicado los detalles en torno a la compra y poco uso que se ha dado a las vacunas Sputnik V, luego de que un lote de 2.3 millones de dosis del se vencieran este jueves, elevando las pérdidas para Guatemala a cerca de Q300 millones –con gastos de transporte incluido–.
En febrero pasado se venció el primer lote de poco más de un millón de vacunas, mientras que este día se registra que han caducado 1.1 millones de dosis para la primera aplicación y 1.2 millones para la segunda, elevando las pérdidas a un nivel nunca visto en una negociación de medicinas en el país.
Las causas del desastre de las Sputnik V
La primera de las causas es la forma de entrega, ya que nunca se contó con un plan que fuera acordado de manera conjunta entre el vendedor y el ministerio de Salud. A eso hay que sumar que las Sputnik V requieren un trato especial en una cadena de enfriamiento que el ministerio de Salud no dispone para todo el país.
Entonces, su aplicación ha encontrado un problema de cobertura geográfica que no permite se pueda utilizar en todo el territorio nacional.
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Otra de las causas es que la OMS sigue sin aprobar hasta la fecha esta vacuna, ya que no ha llenado todos los requisitos que se exigen internacionalmente. Entonces, la mayoría de guatemalteco, al poder escoger entre las vacunas Pfizer, Moderna AstraZeneca o Sputnik, han preferido notoriamente las tres primeras.
Por último, al exigir varios países que los visitantes tuvieran las dos dosis de una vacuna, se rechazó la rusa, precisamente por no tener el reconocimiento de la OMS. Es decir que muchos guatemaltecos que se aplicaron las dos dosis de la vacuna rusa, no pueden viajar a Estados Unidos y la mayor parte de los países europeos.
Varios expertos en temas epidemiológicos y conocedores de campañas de vacunación, dicen que adicional a todo lo anterior, nunca hubo una campaña de comunicación eficiente para que la población aceptara las Sputnik.
¿Por qué nadie fiscaliza?
La gran pregunta que se hacen muchos analistas, es por qué razón ningún organismo del Estado ha iniciado una fiscalización de todo lo sucedido con estas vacunas rusas, desde su compra, hasta el final colapso que se ha dado con el vencimiento de casi la mitad de las compras totales.
El Congreso de laRepública, que al menos debiera tener a dos comisiones inmersas en el tema, ha guardado silencio. Algunos diputados en lo individual han cuestionado esta negociación y el mal manejo de la campaña de vacunación, pero las comisiones de Probidad –transparencia– y de Salud, evitan poner su atención en el tema.
Hay que recordar que el Congreso al aprobar los fondos y la Ley para la Compra de vacunas contra el covid-19, estableció que al hacer las compras se debería de hacer de manera directa con los fabricantes, sin intermediarios. El presidente Giammattei y la entonces ministra, Amelia Flores obviaron esta norma legal y la compra se hizo con un intermediario ruso.
El silencio del Congreso se puede comprender pues el oficialismo y sus aliados controlan todas las comisiones de trabajo.
Otra institución que guarda silencio es la Contraloría General de Cuentas, que no abrió siquiera expediente en torno a todo lo sucedido. Su tarea debiera ser la de ver todo negocio que pueda resultar oneroso para el país. Este es el más grande en los últimos años.
Finalmente el Ministerio Público (MP), a cargo de la oficialista Consuelo Porras, tampoco ha abierto una investigación sobre lo sucedido, a pesar de los fuertes indicios de que podría haber algún ilícito de por medio –soborno o coimas–.