Es un negocio criminal bien estructurado y con una cadena delictiva que incluye el robo en la calle, el desmantelamiento, la venta dentro o fuera de las fronteras nacionales y personal en instituciones del Estado para falsificar documentación. Cada día desaparecen en promedio 13 automotores y la acción criminal a veces termina en muerte, pero hay maneras de prevenirlo.
Sergio Del Águila
Era el Día del Cariño de 2014 y Juan Ramón García Láynez, un vendedor de productos mexicanos, viajaba en su vehículo con su esposa y dos hijas de 4 y 5 años. De repente, al llegar a un cruce de la zona 8 capitalina, dos sujetos se subieron al auto, los atemorizaron y luego se robaron el automotor.
Esa experiencia lo marcó para toda la vida. Aún se despierta alterado y a su memoria vienen los recuerdos de ese desgraciado día en que, frente a su familia y con un arma en la cabeza, le arrebataron el automóvil.
Casos como el de García se repiten debido a que el robo de vehículos no se detiene, aunque las estadísticas oficiales dan cuenta de que este tipo de delito ha disminuido en los últimos años; sin embargo, la cantidad de hurtos sigue siendo alta: en promedio, 13 por día –uno cada hora y media–.
En algunos casos, los asaltos terminan con la muerte del propietario cuando este se niega a entregar su medio de transporte. Los automotores más apetecidos por las mafias son vehículos de gama media, con precios que oscilan entre Q70 mil y Q120 mil y que tengan en apariencia mucho uso, ya que casi siempre los toman para vender sus partes.
En cambio, ha disminuido el robo de autos de lujo, sobre todo porque salen de las compañías importadoras con seguro y con un sistema satelital de localización, obligatorio para adquirir la póliza en contra de robo. Este tipo de dispositivos se ha convertido en un fuerte disuasivo para las bandas de robacarros.
Según las investigaciones sobre las estructuras que operan en el país, estas tienen personal infiltrado en las instituciones del Estado –para que legalice los papeles y facilite que salgan del país–, así como vínculos con talleres que los desmantelan y negocios que venden las partes, las famosas hueseras.
La mayor cantidad de robos –delito a mano armada– y hurtos –se los llevan cuando están parqueados y sin violencia– ocurren en las zonas 1, 6, 7, 11, 12, 13 y 18 de la capital y en Escuintla, Quetzaltenango, Sacatepéquez y Chimaltenango, de acuerdo con información oficial.
Los lunes, según expertos, son aprovechados para el robo de carros debido a que los oficiales de la Policía Nacional Civil (PNC) se trasladan a la capital para participar en reuniones con los mandos policiales y dejan las Comisarías sin agentes y autopatrullas.
Actualmente, el parque vehicular, de acuerdo con la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), supera los dos millones, de los cuales 668 mil 444 son automotores y 534 mil 505 picops. El resto son camiones, paneles, motocicletas y otros.
Tipos de cuidado
Muchas veces, el robo del automóvil es apenas el inicio de un calvario, puesto que el tormento no termina ahí. Los integrantes de la banda que le quitaron el vehículo a García Láynez operaba en varias zonas de la capital y fueron detenidos y sentados en el banquillo de los acusados.
Los delincuentes pagaron ante la Justicia su delito, pero el auto que le despojaron a su víctima circula con nueva identidad, porque sus registros fueron alterados. Además, él fue objeto de chantajes y amenazas para que desistiera de la acusación.
Estadísticas de la PNC evidencian que existe una tendencia a la baja en este tipo de delito. De esa cuenta, en 2015 la cifra de automotores robados o hurtados fue de cuatro mil 572 –en promedio, 13 diarios– y hace cuatro años el promedio diario fue de 20.
La tendencia a la baja de la apropiación indebida de carros se mantiene. Entre el 1 de enero y el 8 de febrero, la PNC reporta 484 robos y hurtos de vehículos –en promedio, 13 diarios–, mientras que de las cifras oficiales se infiere que solo se recupera uno de cada cuatro automotores robados, y eso no ha variado mucho en los últimos cuatro años.
Es por ello que la compra de seguros crece cada año. Datos de la Asociación Guatemalteca de Instituciones de Seguros muestran que en 2015 había 333 mil 3 vehículos asegurados, y ello evidencia un alza de 20 mil 492 en comparación con el año anterior. Esta es una de las explicaciones del porqué las estadísticas van a la baja.
También se precisa que de los Q839 millones pagados en 2015 por cobertura de todos los ramos asegurados, Q105 millones fueron para indemnizar el robo y hurto de vehículos.
Ha ayudado a incrementar los automotores asegurados el hecho de que todo vehículo nuevo o usado que es comercializado por 12 agencias distribuidoras de compañías mundiales que operan en Guatemala exigen a los compradores a plazos la adquisición de un seguro contra robo que les permita recuperar el monto de su inversión en caso de robo o pérdida.
Otras distribuidoras de vehículos nuevos de alta gama piden, además del seguro contra robos, la colocación de dispositivos de localización miniaturizados que se encienden al reportarse el robo, y también están los dispositivos de localización satelital –GPS–. Estos últimos han ayudado a la recuperación de los carros robados.
Destino de lo robado
Las bandas que operan en el país les dan seis destinos a los automotores robados, comenta Francisco Chavarría, experto certificado por el Departamento de Estado de Estados Unidos en la detección fraudulenta de estos casos.
Están los automóviles robados que se desmantelan y se venden por piezas. Muchas veces los delincuentes actúan por encargo, debido a la demanda de repuestos usados, pero originales.
También se encuentran los que roban carros y los sacan por puntos ciegos hacia las fronteras de México, Honduras, El Salvador y Belice, donde son vendidos por un tercio de su valor a auténticas mafias que los comercializan a menos de la mitad del monto por el que los adquieren.
Estos grupos tienen el apoyo de estructuras criminales criollas que falsifican documentos y burlan las oficinas de registros nacionales. El caso más emblemático descubierto en los últimos años fue el de un vehículo Mercedes Benz robado en Guatemala que apareció en Baréin, Emiratos Árabes Unidos, con papeles legales, pero con denuncia internacional.
En este sentido, este modo de operar se disparó en 2006, cuando se liberaron las fronteras de Guatemala con El Salvador y Honduras.
Una tercera mecánica son los que roban carros, borran el número internacional de vehículos, chasís e incluso de motor, y luego los venden en departamentos lejanos. Por ejemplo, los roban en San Marcos y los venden en Izabal o Huehuetenango, para una tercera venta en Jutiapa.
Según Chavarría, estas bandas tienen estructuras en la SAT, las que se encargan de clonar los registros de los carros, para lo que utilizan fichas de otros vehículos usados que no fueron dados de baja por el propietario importador y que las autoridades deben investigar.
Hay una cuarta mecánica que utilizan las estructuras criminales con nexos internacionales, la cual funciona de la siguiente manera: los automóviles se roban en Estados Unidos o alguna otra nación, los envían con papeles falsos a alguno de los puertos que funciona en el país y se introducen pagando impuestos en la SAT. Algunas veces son detectados como robados cuando pasan revisión en la PNC, pero solamente si tienen aviso de robado de parte de autoridades extranjeras o aseguradoras.
Otra forma de robo de vehículos fuerte y relativamente nueva se produce en Puerto Barrios al momento en que las grúas descargan de barcos los vehículos y los colocan en las arañas, que son plataformas remolcadas por cabezales para llevarlas al recinto fiscal. Allí se pierden muchos automotores rodados, cuenta Chavarría.
Modus operandi
A juicio del analista en seguridad Julio Rivera Clavería, básicamente son dos tipos de modus operandi de estas mafias. Una tiene que ver con el robo del vehículo, el cual se comete con amenazas, violencia y armas de fuego, y el otro es el hurto. En este último caso se utilizan instrumentos para abrir el carro y llevárselo sin que el propietario se dé cuenta. La legalización de robados o el destino es lo que hace la diferencia.
El experto sugiere que en aras de controlar este fenómeno delincuencial, lo primero que deben hacer las autoridades es comenzar a controlar a las mafias que han existido en los organismos donde se identifican estos vehículos, como la SAT, porque en esta institución se puede legalizar el producto robado.
Luego agrega: Si no fuera de esa manera, todo lo que se tendría que legalizar no sería tan fácil. La delincuencia necesita tener al interno de instituciones gente para que se pueda operar y los vehículos puedan salir a nombre de otras personas y con otras características.
Asimismo, el especialista en Seguridad del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala Édgar Celada opina que el descenso en la comisión del delito del robo de carros está relacionada con la afirmación de que las bandas han percibido que hay más combate, pero advierte que es probable que los delincuentes se hayan cambiado de rama, porque otros delitos, como las extorsiones en todos los niveles, han aumentado.
Algunos vehículos cambian de dueño de manera ilegal cuando están parqueados.
Una parte del total de los carros robados son desmantelados y luego vendidos como repuestos. Otros, luego de alterarles el número de identificación y falsificarles documentos, son vendidos dentro o fuera del país.