RENZO ROSAL: Insumos para salir del atolladero

Que necesitamos para salir del tremendo atolladero en el que nos encontramos? Es claro que el liderazgo es inexistente, que no bastan las buenas intenciones; tampoco es suficiente apostar solo por devolver las capacidades a instituciones convertidas en botines para el enriquecimiento de unos cuantos. Todo está rebasado.
La violencia, manifestación de la agudización del caos, revuelve la impaciencia y el desconsuelo. Asesinatos, crudeza y miedos al por mayor que develan quienes tienen poderes pero para el mal. Sociedad llevada al extremo de la ausencia de respuestas, no a vivir sino a sobrevivir envueltos en desesperanzas.
Habrá fórmulas para abordar esta complejidad? O recurrimos a las fórmulas de enfrentar las porciones? La primera pregunta está vinculada con la posibilidad que tras de todo lo que ocurre existe un gran tablero de múltiples controles, pero manejados por algunas manos cuyo propósito es halar el hule de la ingobernabilidad a los extremos. Ese caos donde algunos ganan y muchos perdemos. Ganan los eternos beneficiados del terror, los que venden miedos reales e infundados, los que cambian tras bastidores.

Esos mismos que se valieron de similares estrategias en momentos donde algunos osados intentaron revertir el sistema e irrumpieron temporalmente con iniciativas distintas, retantes y disruptivas, como por ejemplo, la aplicación de las Leyes Nuevas por el Presidente de la Audiencia de los Confines Alonso López de Cerrato, el modelo de cambios del periodo 1944-54, la plena aplicación de los Acuerdos de Paz en 1996, las iniciativas de reformas constitucionales en 1999 y 2016-17, o procesos institucionales que van contra la corriente, como la toma del control que actualmente se lleva a cabo en la SAT y el MP, o los intentos similares impulsados en los Ministerios de Salud Pública y Gobernación (sin la necesaria venía del Presidente Morales).
Ya sean procesos de reformas profundas o moderadas, el modelo del estado guatemalteco siempre ha rechazado lo que implique cambios o giros en el timón, y más aún, cuando se trate de cambiar a los responsables de conducir el timón. Cualquier intento de esa naturaleza despierta las alarmas. Eso implica activar a los actores subordinados que están dispuestos a un doble juego: generar tal estado de ingobernabilidad para que los ruidos de la coyuntura impidan las transformaciones de más largo aliento y al mismo tiempo, sacar sus propias ventajas, ya que en río revuelto ganancia de pescadores.  A eso juegan las maras como expresiones crimínales, pero al final instrumentos para afianzar y reposicionar poderes.
Si caemos en la tentación de considerar la realidad como porciones, corremos el riesgo de solo ver partes; mientras que lo determinante está en los ingredientes que afectan a la totalidad de su contenido. Esa es otra de las intenciones del momento, que nos enfoquemos en los pedazos, y no en la imagen completa.
Una herramienta necesaria, a la que en otros momentos de menor necesidad se ha apelado, es la existencia de un grupo núcleo de pensamiento y generación de propuesta que precisamente active la mirada integral; ponga los acentos donde corresponde, es decir, en los nudos de los cuales derivan muchas de las manifestaciones o consecuencias que experimentamos en la actualidad y marque las líneas por las que debemos transitar. Esto bajo el entendido que no existe una sola instancia que tenga la linterna para salir del agujero.
Lo anterior también implica no detener la dinámica de los casos de corrupción. Claro que son parte de la coyuntura, pero jugar a detener un tren que viene a gran velocidad, con muchos vagones cargados y además, siendo un vehículo de carácter global, sería una torpeza que engrosa la ceguera actual.

Renzo Lautaro Rosal

Twitter: @RosalRenzo