Recuperemos los movimientos sociales

RENZO ROSAL


Está visto que los pequeños pasos logrados en los últimos meses solo han sido posibles por dos factores, la intervención de actores externos y la movilización ciudadana. El primero es temporal, sujeto a cuestionamientos; el segundo es legítimo, puede ser permanente y se inscribe en una agenda abierta. Por lo tanto, cabe preguntarse cómo vitalizar el conjunto de movimientos ciudadanos para que salga del actual estupor, la actitud reactiva, dispersa y lejana. ¿Cómo se podría potenciar ese conjunto de expresiones?

Una acción necesaria, por no decir fundamental, es promover espacios de diálogo y generadores de consenso sobre los objetivos mínimos que se quieren lograr. Una especie de visión compartida sobre la Guatemala deseable y posible. Seguramente aparecerán diferencias de todo tipo, pero, para no caer en la trampa, es necesario empujar sobre los puntos de convergencia que probablemente sean la menor de las listas. Una vez logrado, o al menos avanzado esa fase, es preciso pasar a la etapa de definición de estrategias para concretar los objetivos. A pesar de lo postergado de las agendas, no hay que caer en la trampa del inmediatismo (querer conseguir los resultados a la vuelta de la esquina) o de lo lineal (después de a. viene b. y después c.); los procesos políticos no tienen una forma predefinida. Ambas etapas, aunque requieren múltiples ejercicios de conversación, no son para conversar al infinito; es necesario poner plazos, tiempos.

La formación constante es otra fase insustituible, pero no cualquier proceso, sino uno definido según los objetivos estratégicos. Ese componente requiere la combinación de contenidos conceptuales con manejo de herramientas, casos, lecciones aprendidas. Solo discutir el deber ser resulta interesante, pero lejano de un conjunto de realidades que todos los días se mueven y asumen distintas formas. Está visto que la tradicional academia se quedó atrás, al menos en el caso nacional. Las universidades no son los vehículos que encabezan la formación de nuevos movimientos sociales. Así debería ser, pero mientras se enteran y ponen al día sobre lo que acontece fuera de sus recintos, la formación no puede esperar y se debe hacer donde sea posible.

Una tercera etapa podría ser la realización de ejercicios concretos. Eso de ponerse a discutir y formarse son pasos necesarios, pero caen en el riesgo de ser momentos aislados. Para no perder la oportunidad, promover acciones de auditoría social, utilización racional de redes sociales, conocer al detalle cómo funciona el Estado y el conjunto de procesos internos, son algunas opciones. Para no distraerse o generalizar los alcances, cabe focalizar la mirada sobre cierta agenda pública, institución, tipo de problemas. Utilizar la ley de acceso a la información pública representa un paso clave. Lo que se produzca debe ser fundamentado en datos, fuentes formales; los resultados deben ponerse a disposición pública por la vía que esté al alcance. Hasta este momento, el ejercicio no requiere mayores recursos; salvo el interés genuino de grupos de ciudadanos. Comenzar a gestionar recursos específicos, puede ser propósito posterior, ya que su ejecución requiere organización, método, experiencia, capacidad de gestión, transparencia. Nada peor que un movimiento que de primas a primeras se siente tentado a buscar recursos externos, pero que cae en la trampa de engolosinarse, perder la perspectiva y la oportunidad, para dedicarse a reproducir lo que supuestamente cuestiona.

Importan los resultados, más que la suma de actividades. De nada sirve enlistas las reuniones sostenidas, el número de participantes en talleres y seminarios, la cantidad de documentos producidos, si al final no hay resultados o elementos de cambio social mínimamente avanzados. No dejemos en el tintero que toda acción, por mínima que sea, debe ser evaluada críticamente. Avanzar sin evaluar es como caminar en las oscuridades. Esta fase puede complementarse con la compatibilización de acciones con otros movimientos. Eso de caminar cada cual en su carril sin mirar a su alrededor, es un craso error con lamentables resultados.

Probablemente hacen falta otras fases, pero un factor de riesgo mayor es no caer en la tentación de no prestarse o promover falsos movimientos, que tempranamente dejan al descubierto que el objetivo real es levantar el perfil de alguno de sus miembros para propósitos personales o particulares, o bien, auspiciar una organización satélite de algún partido, organización sectorial, empresarial o criminal donde lo único que se pide es servilismo total hacia el financista, auspiciador o dueño de la movida.

 

 

 

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