Al gobierno y sus dipukids solo les queda 2025 para intentar hacer algo (no estructural, por supuesto) pues la adelantada campaña electoral para 2027 ya inició. De no atender, seriamente, la agenda mínima planteada, será mejor que el presidente se dedique a viajar (que parece ser lo suyo) y preparar sus giras como expresidente dando conferencias alrededor del mundo. Quizá su ausencia permita a la vicepresidenta asumir con más voluntad política los grandes retos de la nación. Jose Alfredo Calderón E. (Historiador y analista político) |
Las concesiones secretas, que luego fueron públicas, hechas a diputados de oposición, alcaldes, empresarios, operadores y otros grupos, para aprobar la multimillonaria ampliación presupuestaria, así como el presupuesto 2025, no fueron suficientes para modificar el escenario político nacional a favor del gobierno.
Tampoco son suficientes los nuevos capítulos de la novela “Te suspendo, te cancelo, te restituyo, pero siempre te dejo en modo pendiente”. Semilla quedó fuera de la junta directiva del Congreso, y el impasse de su situación legal, no promete ninguna seguridad que puedan presidir comisiones o que cesen los ataques en su contra, entre otras cosas. Cuando se negocia con el diablo, los resultados son inmediatistas, pero los costos sí son de mediano y largo plazo.
El inicio del año nos deja claro dos cosas: los nefastos augurios sobre la llegada de Trump se cumplieron con creces; y el desencanto de la población con respecto a los exiguos resultados prometidos por el gobernante y su partido, crece cada vez más.
Respecto a lo primero, sería injustificable usar como excusa para la inacción, las medidas alocadas del presidente norteamericano; pues si algo era previsible, era precisamente eso. Independientemente de la llegada de Trump, la agenda estadounidense estaba definida con antelación: Migración, seguridad e inversión económica. Esto plantea un programa impuesto que, países pequeños, con gobernantes débiles, aunque dóciles, no pueden NI QUIEREN cambiar.
El escenario descrito tiene una connotación negativa obvia, pero a la vez, un área de oportunidad mínima. Entre los aspectos “positivos” podemos citar:
- El presidente Arévalo es el único operador fiel a EE. UU. que le queda en Centroamérica y el Caribe. Las muestras de simpatía hacia el norte fueron bien recibidas y, aún con el regreso brutal de los neoconservadores trumpistas, es poco probable que los palurdos de extrema derecha concreten su sueño de derrocar al mandatario.
- La docilidad del gobierno facilita que los halcones[i] no se ensañen con él y le permitan algún margen, no de maniobra, pero sí de acciones mínimas en educación, salud, infraestructura y desnutrición. Que lo haga nuestro gobernante “son otros cien pesos”.
- Muchas de las cosas que requiere el imperio, ya se vienen haciendo desde hace años, sobre todo, el papel de policía migratoria, pues la frontera política de EE. UU. ya se corrió al sur de México, hace rato. Además, no es casual que todos los programas de ayuda de USAID, se circunscriban –la mayor parte– a temas de seguridad; lo cual permite tener “zona mínima” para ganar la asignatura.
- El tercer requerimiento de EE. UU. es el de inversión económica, para lo cual, el gobierno tiene la “tutoría” funcional del CACIF y, principalmente, la del G-8. No es casual el titular de PL de ayer miércoles, el cual anuncia esta alianza para “generar empleo”.
Los aspectos negativos se refieren, básicamente, a la imagen presidencial y de gobierno, así como al sueño de construir un Estado democrático, soberano, con pleno ejercicio de los derechos humanos y enfocado a las necesidades histórico-estructurales del país. Ambas cosas, está claro, ya no les importa a los políticos criollos de turno, por lo que, siendo “optimistas”, hay que enfocarse en el escaso margen de acción que se tiene para no pasar a la historia como un gobierno de transición con muchos más grises que luces.
Volviendo a la agenda mínima, la infraestructura dejó de ser una exigencia elitaria, una vez removido Félix Alvarado; siendo ahora un clamor popular. No atender este rubro, sería letal.
Quedan entonces los temas verdaderamente claves en términos de futuro: Educación y Salud, con énfasis en el combate a la desnutrición aguda y crónica. Más allá del tan cacareado remozamiento, que ya entendimos que no se refiere a agua potable, energía eléctrica, conexión tecnológica y otros elementos vitales, se debe atender, con urgencia, la precariedad en la calidad educativa.
Al gobierno y sus dipukids solo les queda 2025 para intentar hacer algo (no estructural, por supuesto) pues la adelantada campaña electoral para 2027 ya inició. De no atender, seriamente, la agenda mínima planteada, será mejor que el presidente se dedique a viajar (que parece ser lo suyo) y preparar sus giras como expresidente dando conferencias alrededor del mundo. Quizá su ausencia permita a la vicepresidenta asumir con más voluntad política los grandes retos de la nación.
José Alfredo Calderón E.
Historiador y analista político
[i] Como se sabe, en el servicio público norteamericano y puestos ligados a su política exterior, hay funcionarios más orientados a la diplomacia, llamados “palomas” y otros más bien de línea dura, los halcones, que ahora dominan el escenario burocrático estadounidense.