PROVOCATIO: Tres teodiceas para una pandemia

José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político

Mucho se ha dicho sobre la pandemia del COVID-19, sus orígenes (manifiestos y latentes) sus impactos (materiales y simbólicos) y sus alcances, todavía bastante inciertos. De todas las lecturas consultadas me llamó particularmente la atención un ensayo de Nelson Arteaga Botello y Luz Ángela Cardona Acuña: “Horizontes interpretativos de una pandemia: desesperanza, solidaridad e instituciones.” Los autores indican que la pandemia desató tres narrativas que buscan explicar su sentido:

La primera teodicea (1), que hemos denominado de la desesperanza, centró su explicación en lo impuro y contaminado de la economía, y apuesta por una explicación centrada en el neoliberalismo como causa de la pandemia y origen de los autoritarismos políticos. La subordinación de la política a lo económico explica los males que nos aquejan: estados biopolíticos, necropolíticos y de excepción. La salida es una intervención profunda sobre la economía, ya que esta última es la causa de la imperfección del mundo.”

Esta interpretación nos hace recordar el determinismo económico que reduce los fenómenos sociales y humanos a la dependencia de éstos a las condiciones materiales generadas por las estructuras económicas.  Además, esta interpretación, partiría de un mundo completamente neoliberal lo cual no es cierto. En todo caso, habrá que concederle la razón sobre lo funesto del modelo económico dominante en la actualidad y la ingente necesidad de modificarlo en los tiempos post pandemia y la supuesta nueva normalidad.[ii]  La segunda teodicea se refiere a:

“La teodicea de la solidaridad coincide con que el neoliberalismo explica parte de la pandemia y la crisis que vive el mundo, pero disiente sobre sus impactos. Desde esta visión, la crisis puede ser salvadora y abre la posibilidad a un cambio impulsado por la efervescencia de formas de organización y solidaridad colectivas.”

Esta posición pareciera acercarse a lo dicho por el filósofo esloveno Slavoj Žižek cuando afirma: “…tal vez otro –y más beneficioso– virus ideológico se expandirá y tal vez nos infecte: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá de la nación-estado, una sociedad que se actualice como solidaridad global y cooperación”. El pensador va mucho más allá y se atreve a pronosticar el fin del modelo económico chino, tal como Gorbachov pronosticó el fin de la era soviética, después del desastre de Chernóbil. Sin embargo, otro filósofo, surcoreano, Byung-Chul Han, afirma categóricamente: “El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución”, rompiendo así con la tesis de un mundo alternativo después de la crisis pandémica. Dice, además, “El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte (…). La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus [somos nosotros], quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta”. A pesar de mi admiración y respeto por el filósofo esloveno, creo que el pensador surcoreano está más cercano a la realidad en el análisis.

“Finalmente, la teodicea de las instituciones explica que el modelo económico neoliberal causó la pandemia, sin embargo, un nuevo mundo de salvación es posible con un Estado fuerte capaz de superar las desigualdades que produce la economía. Esta última alternativa tiene variantes sobre las características del Estado, pero da una salida institucional a la decadencia que se presentó en la pandemia, y antes de ella.”  

Creo que esta tercera interpretación será la adoptada por la mayoría de las naciones, dada la flexibilidad que concede en las características de este Estado fuerte y más amplio del que se habla. Desde formas socialistas democráticas, socialdemócratas, liberales, socialcristianas y otras, cada nación le imprimirá su sello, sin perjuicio de los condicionamientos geopolíticos que genera la dinámica de poder entre Rusia, China, el mundo islámico, EEUU y otros actores.  

El mal se condensa en el neoliberalismo, en las visiones profanas de la economía o el Estado; mientras que, en las visiones sagradas del Estado, el problema no es el mercado sino el retiro del Estado del mercado. Al final, lo social se transforma en el actor purificador de la economía y el Estado en las visiones sagradas de la efervescencia y solidaridad colectiva, terminan afirmando los autores del ensayo de referencia.

Otro autor, el sociólogo francés Michel Wieviorka (2020), sugiere que los debates en ciencias sociales y humanidades en torno al COVID-19 se han centrado en dibujar escenarios “minimalistas” o “maximalistas”. Los primeros tienden a señalar que nada va a cambiar, mientras que los segundos advierten que habrá incluso una gran “mutación antropológica”. Sin embargo, la salida, como el propio Wieviorka sugiere, depende de las condiciones sociales y políticas que hay en cada país.

Muchas personas me preguntan sobre lo que se viene y cómo afrontarlo. Aunque los escenarios negativos se imponen, debo indicar que falta mucho por analizar para comprender la integralidad, alcances e impacto de la pandemia. Para el efecto, creo que nos ayudaría mucho el concepto de Trotzky cuando hablaba del “desarrollo desigual y combinado del capitalismo”, refiriéndose a las profundas diferencias del capitalismo según espacios, tiempos y regiones.  Las soluciones únicas, las interpretaciones genéricas y las especulaciones en torno a escenarios futuros ideales o fatalistas no van más. Cada país y región presenta particularidades especiales que, si bien se insertan en la globalidad de un mundo cada vez más conectado, adquieren cada uno, una dimensión diferente.


[i] La teodicea es un campo de la filosofía cuyo propósito es demostrar la racionalidad de la existencia de Dios, así como la explicación similar de su naturaleza y características. Según su etimología, teodicea significa “la justificación de Dios”. A pesar de su origen, el término es usado aquí para explicar la naturaleza profunda de las narrativas sobre la pandemia del COVID, y del uso que hacen de este los autores del ensayo que sirvió de base para este artículo. https://www.comecso.com/wp-content/uploads/2020/07/Covid-02-Arteaga.pdf

[ii] Por cierto, no estoy de acuerdo en el término de la nueva normalidad, pues supone un regreso a las mismas condiciones bajo un eufemismo de otra normalidad.