… identificar al Establishment (sistema) como el verdadero poder decisorio en la política estadounidense. Los partidos Republicano y Demócrata, son actores protagónicos, pero de un guion escrito por fuerzas que están sobre ellos. En el mismo sentido, tragarse el cuento que uno representa a la derecha política y otro a la izquierda, es brutalmente inocente o francamente pendejo. Ambos partidos son de extrema derecha.
José Alfredo Calderón E. (Historiador y analista político)
Los griegos nos dejaron una excelente reflexión con su “justo medio”, por lo que las posturas maniqueístas son las menos indicadas para analizar los grandes fenómenos de la geopolítica mundial. La segunda llegada de Donald Trump debe verse, sin el tremendismo que presagia la hecatombe, ni la subestimación que banaliza lo que se viene.
De entrada, debo decir que quienes verdaderamente preocupan son los grandes manipuladores del mundo, visibles en la ceremonia trumpista: Elon Musk (Tesla) Sundar Pichai y Sergei Brin (Google) Tim Cook (Apple) Mark Zuckerberg (Meta) Shou Chew (Tiktok) Howard Lutnik (Cantor Fizgerald) Jeff Bezos (Amazon) Dana White (UFC) y Bernard Arnault (LVMH).
Otro elemento de análisis es comprender que, por mucho que el histriónico presidente norteamericano capte la luz de los reflectores universales, él no es un simple dictador sino la representación de las grandes corporaciones que dominan el mundo. La tercera clave, es dimensionar que Trump se mantiene en constante campaña y muchas de sus alocuciones, no necesariamente son llevadas a la práctica, por lo menos, en los términos grandilocuentes que expresa.
Un cuarto elemento de reflexión, es identificar al Establishment (sistema) como el verdadero poder decisorio en la política estadounidense. Los partidos Republicano y Demócrata, son actores protagónicos, pero de un guion escrito por fuerzas que están sobre ellos. En el mismo sentido, tragarse el cuento que uno representa a la derecha política y otro a la izquierda, es brutalmente inocente o francamente pendejo. Ambos partidos son de extrema derecha, y si no, los invito a ver las estadísticas de deportación masiva y la incursión en nuevas guerras o agravamientos de las existentes, en la que los demócratas se llevan el protagonismo (por citar solo dos ejemplos).
Finalmente, se debe entender que Estados Unidos no tiene “amigos”, solo intereses, como en varias ocasiones expresó Henry Kissinger. Los “enemigos” en determinado contexto y situación concreta, pueden ser aliados a conveniencia en otro escenario, y viceversa. Casos concretos abundan, pero basta recordar la visita de Richard Nixon a China en 1972, motivo de escándalo para la época o el caso de Venezuela que, a pesar de la virulencia discursiva de Washington, le sigue vendiendo petróleo al imperio.
Si bien el segundo mandato de Trump, se acompaña de un dominio casi pleno sobre la Corte Suprema de Justicia, el senado y el congreso (a diferencia del primer período) nunca se debe olvidar que: ¡los negocios son primero!
Dicho lo anterior, entre las promesas trumpistas hay que distinguir entre los cambios de fondo y aquellos que solo refuerzan (cultural e ideológicamente) a los primeros. Además, del dicho al hecho, hay bastante trecho. No profundizaré sobre las 11 promesas, pero dejo delineadas sus implicaciones.
- Programa de deportación masiva: Los números que se manejan son exorbitantes, pero difícilmente se reflejarán en la práctica. Ahora bien, el problema es que tan solo con un 5% de deportados guatemaltecos, el impacto en el país sería devastador.
- Poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento: Debe modificar la 14º. Enmienda Constitucional, y si bien tiene la fuerza para gestionar el cambio normativo, no es fácil.
- Acabar con las políticas fronterizas de Biden: De las medidas más fáciles de ejecutar. Volverá a usar la Ley de Salud que permitió deportar más rápido en tiempos de pandemia.
- Indulto para los acusados en el asalto al Capitolio: Otra medida fácil que ya ejecutó desde el primer día.
- Fin de la guerra en Ucrania: Trump apela a su imagen de fuerza y habilidad de negociación, a partir de la imagen muy debilitada de Biden. A partir de sus antecedentes de negociación con Putin, es muy posible que logre concretar esta promesa. Falta saber en qué términos concretos.
- Incremento de aranceles: La amenaza de subir en un 25% los aranceles a los productos de México y Canadá, puede ser un arma de dos filos, pues China y Rusia no están pintados, estando a la caza de oportunidades.
- Cancelar meta de los autos eléctricos: La orden firmada por Biden, de incrementar en un 50% el uso de estos vehículos, contrasta con el proyecto de Trump de generar más combustibles fósiles. La derogará.
- Aumento de la producción petrolera estadounidense: Esta promesa (que cumplirá) se acompaña del ofrecimiento por abaratar el coste de la energía eléctrica. Veremos…
- Fortalecimiento de la industria automotriz de EE. UU.: El ofrecimiento incluye que dicha industria estaráalimentada por energía, proveedores y trabajadores estadounidenses. El regreso de las plantas instaladas en México es casi un hecho, a menos que pase algo muy extraordinario.
- Derecho de las personas transgénero en el deporte: Mantener fuera a los hombres de los deportes femeninos es algo que cumplirá, pues está claro que los derechos humanos, es algo que no le importa en absoluto. Esto abarca un recorte del financiamiento federal para las escuelas que promuevan “la teoría crítica de la raza, las locuras transgénero y otros contenidos raciales, sexuales o políticos inapropiados”. Definitivamente lo hará.
- Fin a las prácticas de cuidados que afirman el género: revocará las políticas de Joe Biden que proporcionan recursos y orientación para garantizar la accesibilidad y la información sobre las opciones que incluye la terapia hormonal. Otro cambio que ejecutará inmediatamente.
Finalmente se debe comprender que la agenda de EE. UU. está claramente definida para Centroamérica: Migración, seguridad e inversión económica (léase, intereses de empresas norteamericanas). Para el caso guatemalteco, la tarea de seguir frenando la migración al norte y, sobre todo, continuar “flexibilizando” (aún más) la soberanía nacional, hasta convertirnos en un tercer país seguro, serán las claves para que el imperio le pueda dar una palmadita de espalda al presidente (virtual, por supuesto).
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